
Los pensamientos se crean y modifican fundamentalmente a través de la palabra hablada o escrita, en el llamado lavado de cerebro las principales armas son de naturaleza verbal, o en cualquier caso simbólica, y los resultados perseguidos son de índole psicológica
Por Dr. Jorge Ballesteros
Si hay alguna herramienta utilizada por el Neo-marxismo cultural y su consiguiente ideología de género a la hora de ganar terreno en su batalla psico-política, es justamente la del lenguaje.
Su principal campo de batalla está en la lingüística, intentando alterar el sentido de las palabras y sus connotaciones emocionales, hasta cambiar los valores, modificar el pensamiento y crear una nueva «cultura».
La manipulación lingüística es el uso del lenguaje con el fin de que las personas se comporten de un determinado modo sin ellas saber por qué o incluso en contra de sus deseos o intereses.
¿Cuál es el mayor peligro de la persuasión y de la manipulación lingüística? Sin lugar a dudas el engaño.
El uso del lenguaje como arma de manipulación es, probablemente, tan antiguo como el ser humano. Y en la actualidad, debido al impacto mediático que se necesita para mantener el poder, es una estrategia imprescindible.
Se usa mucho lo que Cantinflas denominaba “inflación palabraria”, es decir, el lenguaje pomposo como forma de mantener estatus.
Desde la Grecia clásica se han venido denunciando los abusos del lenguaje, su manipulación, con el efecto consiguiente en la devaluación de la palabra. Los diálogos platónicos nos enseñan a reconocer que algo puede estar quizá bellamente dicho, agudamente expresado, arrebatadoramente escrito, y sin embargo, atendiendo a lo esencial, ser falso, mezquino, miserable y vergonzoso.
En nuestro tiempo, los de arriba llaman “indemnización en diferido”, a una nómina que se sigue pagando a un tesorero despedido que amenaza con contar secretos; “ticket moderador sanitario”, a pagar por ir al médico de la sanidad pública; “cese temporal de la convivencia”, a un divorcio en la familia real; “desaceleración”, a una crisis económica brutal; “medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas”, a las amnistías fiscales para los ricos; “Ministerio de Defensa”, al que se encarga de mandar al ejército a otros países; y “devaluación competitiva de los salarios”, a las bajadas de sueldo.
La elección de las palabras sigue siendo decisiva: los que nombran la realidad controlan cómo entendemos el mundo.
Los pensamientos se crean y modifican fundamentalmente a través de la palabra hablada o escrita, en el llamado lavado de cerebro las principales armas son de naturaleza verbal, o en cualquier caso simbólica, y los resultados perseguidos son de índole psicológica.
Aldous Huxley decía que las palabras pueden ser como Rayos X, ya que si se usan apropiadamente lo atraviesan todo. Para lograr este efecto, es necesario que tengan connotaciones emocionales.
Hoy quiero poner de manifiesto cómo al servicio de la ideología de género y de su masiva difusión-implantación se han seguido y se siguen unas estrategias precisas. Una de dichas estrategias tiene que ver con la manipulación del lenguaje.
De allí los términos, por ejemplo, de «interrupción del embarazo» (en vez de aborto), «salud sexual y reproductiva» (en vez de anticoncepción), «pareja» o «compañero/a» (en vez de concubina/o), píldora «de emergencia» (en vez de abortiva), «preferencia sexual» (en vez de desviación), «preembrión» (en vez de feto), «género» (en vez de sexo), y otros más.
El denominador común es que todos esos términos llevan a la confusión y al error a grandes masas de personas que dejan de llamar a las cosas por su nombre sin la más mínima capacidad crítica.
El objetivo es deconstruir el lenguaje, para después poder deconstruir la familia, la educación, la cultura y la sociedad en su conjunto
“Se ha propagado un modo de hablar que enmascara alguna de las verdades básicas de las relaciones humanas”. Así, cuando se habla hoy de matrimonio no se sabe exactamente a qué realidad nos estamos refiriendo. Bajo esa denominación se encierran realidades que nada tienen que ver con lo que hasta ahora se ha venido llamado matrimonio. En muchos países, entre ellos España, el matrimonio es legalmente una institución (¿?) que designa la convivencia afectiva entre dos personas cualesquiera –hombres o mujeres− que puede ser disuelta unilateralmente por cualquiera de ellas. Consecuentemente, no se habla ya de marido y mujer o de esposo y esposa.
Del mismo modo, dentro del concepto de familia entran modelos muy diversos de convivencia, que no corresponden en absoluto a lo que hasta ahora se entendía por familia. Se sigue utilizando el nombre, pero su contenido es bien diferente.
En esta inteligencia, uno de los principales triunfos filológicos conseguidos por la maquinaria propagandística del “género” sin dudas ha consistido en imponer en el léxico popular la palabra “gay” (vocablo anglosajón que suena “cool” y vanguardista), la cual no significa absolutamente nada en términos sexuales -“alegre” es la traducción de “gay” del inglés al español- y con ello, se le brinda a una conducta reñida con la naturaleza una connotación sonriente y festiva: “La misma palabra ‘gay’ es un catalizador que tiene la facultad de anular lo que expresaba la palabra homosexualidad”.
Tras la ideología de género se encuentra el marxismo cultural y el feminismo radical, amén de otros agentes, empeñados en acabar con la familia tradicional y el mundo occidental tal como lo conocemos.
La Ideología de Género es un neo-marxismo que fundamenta en la lucha de clases la liberación del poder opresor del sexo para dar lugar al género. En este sentido, se puede percibir la línea que traza la Ideología de Género: se presenta a la mujer subyugada al hombre por lo que busca anular las diferencias entre los sexos, mermando la cuestión biológica y afirmando la cuestión cultural (el género). Al dejar de lado la realidad natural, el concepto de género propone la idea de que éste se construye social y culturalmente, por lo que el género es una elección.
La tesis de que “no nacemos hombre o mujer sino que son categorías sociales en las que nos convertimos”, y emitió la siguiente definición: “el género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente, que se asignan a uno u otro sexo”. Desde entonces la Ideología de Género ha ido ganando día a día terreno a nivel internacional.
Veamos algunos de los términos y conceptos que han dado pie a esta manipulación.
Sexo y género. El término sexo hace referencia a la naturaleza, a la biología y sólo presenta dos posibilidades: macho y hembra, varón y mujer, masculino y femenino; mientras que el término género hace referencia a la lingüística en la que encontramos tres variaciones: masculino, femenino y neutro.
La Ideología de Género pretende aplicar la cuestión lingüística a la persona eliminando la cuestión natural y biológica y, sacando así el término de género de su concepción original ideologizándolo. Como bien sentencia Araújo de Yanegas: “Ni la mujer ni el varón pueden ir en contra de su propia naturaleza sin hacerse desgraciados. La ruptura con la biología no libera a la mujer, ni al varón; es más bien un camino que conduce a lo patológico”.
La Ideología de Género usa el término deconstrucción haciendo referencia a que, hombre y mujer, son conceptos construidos históricamente y por tanto condicionan al ser humano a ser hombre o mujer. Así, hay que desmontar (deconstruir) estos conceptos para construir sobre ellos el género, como afirma Lacalle: “La ideología de género implica una nueva forma de concebir al ser humano y la sociedad. Parte de una antropología dualista que separa en la persona su dimensión corporal de su dimensión psicológica y espiritual, defendiendo que el género es una construcción social independiente del sexo biológico”.
Se afirma que la reproducción humana está también determinada socialmente, es decir, no es algo natural. Al comienzo usan los términos sexo y género como si fuera sinónimos, cuando la gente se acostumbra a usar la palabra género se le va añadiendo el nuevo significado: “sexo construido socialmente” en contraposición al sexo biológico.
El proceso final es que todos terminan hablando de género, como una autoconstrucción libre de la propia sexualidad. En este sentido, hay que liberar también a la mujer de la maternidad y el camino para conseguirlo son los anticonceptivos y el aborto.
La familia, dicen ellos, es una institución patriarcal que institucionaliza el control del hombre sobre la mujer, los hijos y la sociedad. Entonces se propone que no se hable de familia sino de “familias”, que no se hable de matrimonio sino de “matrimonios”, donde se da cabida a cualquier tipo de unión: heterosexual, homosexual, bisexual, polígama.
En esta ideología, la familia sería una limitante para la mujer, como afirma Simone de Beauvoir:” La mujer casada es esclava. El ama de casa no hace nada. No debe permitirse a ninguna mujer quedarse en casa para criar a sus hijos”.
Otro concepto usado por esta ideología es el de rol (este término viene del teatro y significa la representación de un papel) y, cuando hablan de la maternidad, dicen que es un rol, es decir, una mujer cuando tiene un hijo, representa el papel de madre, sin embargo una mujer cuando tiene un hijo no representa el papel de madre, Es una madre. Debemos hablar de dones más que de roles, sobre todo si con estos se insinúa una “imposición” de tareas. Mejor hablar de dones, de capacidades, de talentos, de vocación.
La ideología de Género promueve la “libre elección” en aquello que atañe a la reproducción y a los estilos de vida. Ahora bien, la libre elección de la reproducción sexual no es más que la expresión clave para referirse al aborto y al uso de anticonceptivos; mientras que estilo de vida es la promoción de la homosexualidad, el lesbianismo y cualquier otra forma de sexualidad fuera del matrimonio heterosexual.
Vemos entonces las repercusiones de esta ideología: mermar el sentido común, relativizar la verdad, imposición totalitaria de sus ideas y por tanto la manipulación del hombre.
Quiero terminar citando a Will Durant, filósofo e historiador americano: “Una gran civilización no es conquistada desde el exterior sino hasta que se ha destruido desde adentro” y la ideología de género está destruyendo esencial y sustancialmente a la humanidad, con todo lo que ello implica.