En Puerta Real viven con temor a ‘los ratas’
Por Gerardo Moreno/
El Fraccionamiento Puerta Real está ubicado al norponiente de la ciudad y contrario a lo que se podría pensar de los conceptos llamados “cerradas”, ahí se vive con miedo.
Los malhechores están al asecho por todas partes y casi a cualquier hora del día, incluso si hay alguien dentro del hogar.
Varias son las historias que rondan en la colonia, como la de un vecino de la Tercera etapa, quien nos pidió reservarnos su nombre, él trabajaba como mecánico y hace varios meses fue contratado para trabajar en la mina de Cananea, esta actividad le obliga dejar solo su domicilio.
Eran los primeros días de febrero y este vecino ya tenía varias semanas fuera de la ciudad. Por la calle se veían personas merodeando, observaban al interior de la privada. Ningún vecino pensó mal, aunque se les hacía extraño.
Fue un día alrededor de la una de la tarde cuando la señora que vive exactamente al lado salió por su hija de la escuela, no tardó ni media hora en lo que regresó y notó que la puerta del vecino estaba semiabierta. Pensó lo peor.
Rápido le marcó a su hijo quien trató de ponerse en contacto con el empleado de la mina, pero no le entraban las llamadas, entonces le marcó a un mecánico que vive cerca de la colonia y amigo común. Rápido fueron al domicilio, ahí se encontraron con que la puerta principal había sido forzada con un barra, quedando totalmente inservible.
Además los aparatos electrónicos de la casa estaban regados por el piso, al parecer no les dio tiempo para sacarlos. Tuvieron que tapar la puerta principal con el refrigerador para que nadie la pudiera abrir hasta que el dueño volviera, lo que pasó todavía varios días después.
Al final solo lograron robarle una caja de herramientas profesionales, las cuales le habían costado caras y por eso no se las llevaba al taller mecánico y las dejaba en su casa, creyendo que ahí estarían seguras; también lograron llevarse algunas joyas que tenía en su cuarto.
A pesar del hurto, no lo denunció pues pensó que haciéndolo solo perdería tiempo y no recuperaría nada.
¿Y mi laptop?
Era un día normal y al parecer la noche anterior había sido una tranquila noche de junio; la familia estuvo durmiendo profundamente y por las fuertes temperaturas que hay en la ciudad el aire acondicionado estuvo prendido toda la noche.
Ya en la mañana, la madre preparaba el desayuno en la cocina, en eso su hijo busca a su madre y le pregunta si había usado o guardado su laptop, porque no la encontraba; le contestó que por ahí debía de estar que la buscara bien, pero por más que trató de hallarla no apareció.
La madre le ayudó y fue ahí cuando se dieron cuenta que faltaban otros aparatos. No pudieron hacer nada. La noche anterior los ladrones entraron y ni se dieron cuenta. Fueron víctimas de unos tipos a quienes no les importó que estuvieran ahí, durmiendo tranquilamente en su casa.
Despertando con el ladrón
Ya desde días antes habían sentido que en el baño las observaban, a veces veían pasar sombras por la ventana, se asustaban, gritaban y cerraban la cortina, pero no se imaginaban lo que pasaría después.
Un par de jóvenes estudiantes vivían en las últimas casas de una cerrada de Puerta Real, donde el otro lado de la barda del patio va a dar al panteón Municipal.
Un día común se levantan entre la diez y once de la mañana, una de ellas se empieza a bañar y la otra decide quedarse dormida un poco más. Sin oír ningún ruido y por “intuición” o sentimiento, abre los ojos solo para ver a un hombre estaba dentro de la casa y frente a ella, sin saber que hacer empieza a gritar fuertemente.
La joven que estaba en el baño también empieza a gritar, el allanador al verse sorprendido no pudo hacer nada y salió corriendo por la puerta de atrás, por donde había entrado sin muchos problemas. Los policías llegaron rápidamente ―la comandancia se encuentra a unos metros por la calle Navojoa―, levantaron el reporte y aseguraron que estarían más vigilantes de la casa por si volvía. Sin embargo el susto matutino no se olvidó tan fácil.