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Presidio San Pedro de la Conquista del Pitic

Por Enrique “Kiki” Vega Galindo /

 En este histórico lugar se establecieron los primeros pobladores el 22 de junio de 1741 justo allí donde está La Plaza de los Tres Pueblos

Don José de Vildósola se casó con Francisca de Aldecoa y Miguel el 9 de Octubre de 1684 en Villaro, Vizcaya, España. Y procrearon a sus hijos: Francisca, Jacinta, Esteban, Francisca Antonia y Agustín este último nació el 28 de agosto de 1700.

Agustín arribó a Sonora en 1720, su otro hermano Miguel avecindado en Fronteras amigo de los: De Anza, Bautista, Escalante, Becerra Nieto y Tuñón y Quiroz, lo metió al negocio de la minería, el comercio y la milicia. Uniéndose al grupo elite sonorense de los vascos gitanos de la hermandad secreta “Sociedad de Jesús”. Por ese entonces estos acaudalados personajes embestidos en títulos nobiliarios y grados militares eran los dueños del poder político y hacían volantas o rondines para visitar sus propiedades mineras, capturar indios para esclavizarlos y forzarlos a trabajar.

En 1733, don Agustín de Vildósola y Aldecoa se fue a vivir a Arizpe y adquirió buena posición económica, casa, tierra y esclavos. Nombrándosele Sargento Mayor. Tal nombramiento ocasionó un desacuerdo violento y verbal entre los colonos prósperos comandados por don Manuel Bernal de Huidobro quienes odiaban a muerte a los vascos y en especial al irreverente y progresista joven Agustín.

En 1740, Huidobro provocó un levantamiento yaqui, y se comisionó a Vildósola la tarea de pacificación. Por su valiente acción se le nombró Gobernador de las Provincias de Sonora y Sinaloa y las Costas y Mares del Sur. Para esta época la región era un vivo desastre de tanta guerra con los Seris, Yaquis y Mayos. Como gratificación se le permitió la construcción de dos presidios estratégicos bajo el supuesto de reducir a la feroz nación Seri y como una justificación al erario español para mantener su campaña militar, continuar con el programa y seguir percibiendo presupuesto económico de la Corona Española.

Según datos que obran en el Archivo General del Estado de Sonora en el Tomo 33 del Archivo de Notarías se detalla con exactitud y precisión el levantamiento topográfico del 18 de junio de 1741 del Presidio San Pedro de la Conquista del Pitic o Presidio del Pitic (que toma su nombre del Virrey don Pedro de Castro y Figueroa, Duque de la Conquista).

En este histórico lugar se establecieron los primeros pobladores el 22 de junio de 1741 justo allí donde está La Plaza de los Tres Pueblos, al pie del cerrito de la Santa Cruz (que toma su nombre del Gobernador de Sonora en 1718 don Manuel de San Juan y Santa Cruz) con orientación sur oeste. De este punto se partió en línea recta hacia el cerro de La Conveniencia o El Compartidero de ahí cruzaba rumbo al norte hacia El Centenario y de ahí al pie del Cerro de la Campana (en el barrio Las Pilas) y de ahí volvía a cruzar el río para terminar al punto donde se partió. Era un polígono rectangular exacto. Con una superficie total del predio de 540 hectáreas. Adueñándose Vildósola con este deslinde del agua del Río Sonora, al decir, se apropió de un inmenso represo natural rodeado de tierras fértiles. Don Agustín hizo valer su título nobiliario de cuidar las tierras y mares del sur y el Presidio quedó en perfecto lugar estratégico.

El Real de la Santísima Trinidad del Pitic se ubicó a los 28 grados y 12 minutos de latitud y a los 267 de longitud. Fue fundado el 28 de mayo de 1700 por el Alférez Juan Bautista de Escalante. Para 1741 en manos de los misioneros jesuitas era un paraíso que producía: algodón, maíz, trigo, uva, hortalizas, vino, harina, queso, leche, pan. Había vacas, chivas, puercos, gallinas, guajolotes, codornices, burros, caballos y mulas. Era un emporio comercial. Conocido popularmente como Pueblo Viejo o la Iglesia Vieja.

5 piticDesapareció en 1949 con la construcción de la presa Abelardo L. Rodríguez. Al pie del cerrito de La Cruz quedó la Guarnición Militar y don Agustín se asentó en la esquina de las calles Álvaro Obregón (hoy Poncho Durazo) y Gutiérrez, enfrente del Templo de la Candelaria, tenía una buena casa con milpa, taller de carpintería, herrería, tauna para moler trigo, y sirvientes. Una frondosa huerta en el cerro El Compartidero (la huerta de Pepe Flores). De su Hacienda Real de Minas Las Placitas controlaba sus minas. Al pie del cerrito de Filemón (hoy mercado La Ley) ubicó su hacienda de beneficio. Y donde es El Batuquito su rancho.

Se suponía por hecho y por derecho que el establecimiento del Presidio del Pitic era para que se ubicara la Capital del Estado, cobrar tributos, contribuciones y repartir la tierra. Pero don Agustín tenía otras intenciones. En primer lugar, antes que militar o político, era comerciante.

Su negocio era la caballada para venderlos a la milicia, mineros y rancheros. La región era propicia con agua y pasto en abundancia. Un caballo requiere de bastantes cuidados después de una larga cabalgata o faena molesta de carreras y frenones. Necesita pesebre, paja, cebada y un buen potrero para que lo suelten a retozar y buscar su alimento natural. También que el jinete armado con una fuerte vestimenta que incluía carabina o escopeta corta, lanza, espada, cuchillo, escudo, montura, brida, sombrero y botas, requería de criados para que lo desvistieran, le prepararan alimentos, un baño caliente, desensillaran el caballo y velaran sus armas.

Así el cuerpo elite de alto rango tenía a su servicio una cuadrilla de 40 indios mansos entre hombres, mujeres y niños para que lo atendieran y cuidaran sus propiedades. El Presidio del Pitic fue un puesto de centinela para cuidar los caballos de los abigeos o cuatreros españoles flojos que no trabajaban y se dedicaban a robar en complicidad con los indios depredadores.

Don Agustín criaba, cuidaba, domaba, amansaba y educaba el caballo español andaluz pura sangre, fuerte, resistente y de fina estampa. Traído a Sonora por los vizcaínos no para ganar la guerra, sino para venderlos. En aquellos años valía lo que un Ferrari en la actualidad, se los compraban con barras de plata y oro. Entonces los colonos establecidos hacia el norte del Río Sonora, contrarios a los vascos gitanos contrataron al Lic. José Rafael Rodríguez Gallardo para entablar un juicio en contra de Vildósola y destituirlo de su cargo y adjudicarse las tierras fértiles. Fue largo el proceso jurídico, amargo, calumnioso, falso y malintencionado. Se le envió a Guadalajara, Jalisco a enfrentarse contra los maquiavélicos tribunales jurídicos.

El 13 de julio de 1748 a don Agustín se le separó de su cargo de Gobernador. Se le quitó su bastón de mando, destituyéndosele de su cargo y sin derecho a participar en la vida pública, negándosele todo cargo político. Quedando en su lugar el Teniente Juan Tomas de Beldarrían.

En noviembre de 1748 se cambió el Presidio a San Miguel de Horcasitas. En 1749, los dueños de los Reales Mineros cercanos al Presidio El Pitic se vinieron a vivir al poblado y empezaron a construir casas alrededor del casco principal de la Plaza. El lugar era apacible, agradable, tranquilo, con comercio, escuela y capilla. Así iniciaron una nueva vida social.

Don Agustín de Vildósola y Aldecoa en 1750 recuperó sus propiedades, y prosiguió con su negocio de caballos, minería y agricultura. Murió a mediados de 1754 y fue sepultado en su Presidio o Hacienda El Pitic. No se casó y no tuvo hijos. La vida de don Agustín es impresionante. Le encantaba el mar y comer ostiones. Fue amigo de los Seris y realizó un estudio etnográfico de esta tribu.

Los años pasaron en contradicciones, discordias, y rivalidades entre los grupos de poder y el programa oficial de pacificación de los Seris. En 1763 de nueva cuenta llevan a la Guarnición Militar de San Miguel de Horcasitas al Cerrito de La Cruz. Don Juan de Pineda pide ayuda militar para acabar con los endemoniados Seris, y mandan al Coronel don Domingo Elizondo, a quien le propinaron una vergonzosa derrota. La guerra continúo por años. Ganando siempre los Seris.

A partir del día 6 de julio de 1780, la Hacienda El Pitic o Presidio San Pedro de la Conquista del Pitic era conocido como Villa del Pitic. El 16 de marzo de 1831, se le bautizó como Municipio de Hermosillo, siendo su Primer Gobernador Constitucional del Estado de Sonora don Leandro Escalante. Quedando separados los bandos rivales del poder por una línea imaginativa que partía en dos el caudal del Río Sonora, en el norte se estableció la Capital del Estado de Sonora y hacia el sur quedo el Pueblo de Seris o Villa de Seris.

El autor es sociólogo, historiador, escritor e investigador. Cronista y Promotor del Patrimonio Histórico Cultural de Villa de Seris.

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