Vivía doctora violencia física y sicológica
Por encima de la violencia física que le dejaba moretones en los brazos, la pasante de doctora María Concepción de la Torre, era presa de una violencia sicológica por parte de su pareja, el también pasante de doctor Carlos Armando López Meza, el pasado domingo.
Jesús de la Torre, hermano de la víctima, relató que, al difundirse la noticia del asesinato, los amigos más cercanos de la víctima comenzaron a revelar las confesiones de la mujer, una de ellas que debió encerrarse en el baño por temor a lo que su pareja le hiciera.
«Con sus amigos ella expresaba miedo de esa relacion tan extraña que adquirió con el doctor, ella señala varias situaciones críticas emocionales a sus amigos, tipo, ‘son las 2:00 de la madrugada, estoy encerrada en el baño, me da miedo lo que me pueda hacer'», contó el hermano.
La mujer de 31 años comenzó en febrero de este año su pasantía en la clínica rural de Soyopa; ahí conoció a López Meza, de 27 años, quien hacía sus prácticas médicas en el mismo Municipio, en la población «El Novillo», junto a la presa con ese nombre.
El motivo que tuvo el homicida confeso para planear y ejecutar la muerte de la doctora, no fue precisado por el Procurador de Justicia en Sonora, Carlos Navarro Sugich, pero insinuó que hubo algo que potenció su enojo.
«(López Meza) Tenía diferencias serias con María Concepción, lo llevaron a un estado de coraje que lo llevó a quitarle la vida; tenía una diferencia muy importante con esta muchacha».
Según Navarro Sugich, a finales de mayo, el homicida ya tenía planeado asesinar a la doctora; fingió estar enfermo para pedir que ella lo llevara en ambulancia a Hermosillo y luego inventó una paciente enojada por la falta de ambulancia, quien la habría amenazado de muerte.
Jesús de la Torre dijo que desde que iniciaron la relación, su familia se sentía segura de que la doctora viajara acompañada en carretera, pues se iban juntos, y aunque notaron los moretones en sus brazos, ella callaba.
«A ella se le hacen moretes muy fácilmente, se nos hacía normal, pero era el morete de agarrón y ella no decía nada», dijo su hermano.
Rolando Chacón / EL NORTE