Una vergüenza más de Salud en Sonora: el hospital Nava en completo abandono
Por Imanol Caneyada/
La entonces directora de Salud Mental, Leticia Amparano, anunció en septiembre de 2014 una inversión de 22 millones de pesos para el centro, con recursos federales gestionados por Damián Zepeda; a la fecha, únicamente se han licitado un millón y medio que aún no se aplican
En septiembre de 2014, la entonces directora de Salud Mental en Sonora, Leticia Amparano Gámez, actual candidata panista a diputada federal en el Distrito 2, anunció públicamente una inyección de 22 millones 800 mil pesos para remodelar el Centro de Higiene Mental Dr. Carlos Nava Muñoz.

El recurso, según la declaración de la ex funcionaria, fue gestionado por el entonces diputado federal y actualmente candidato a alcalde de Hermosillo por el PAN Damián Zepeda Vidales.
Leticia Amparano prometió una remodelación completa que quedaría lista en seis meses, en la que se contemplaba el sistema hidráulico, la estructura, los baños y las 57 camas censadas.
Siete meses después, el hospital mantiene cerrada la planta alta, la cual alberga dos salas de 15 camas cada una, y una sala para mujeres de 10 camas, además del gimnasio; y únicamente opera con las 17 camas de la planta baja.
Solamente recibe pacientes en el turno de la mañana, de forma que si durante la tarde o la noche llega un paciente con una crisis de intoxicación es canalizado al Hospital General, el cual carece de medicamentos y personal capacitado en el tratamiento de adicciones.

No tiene agua potable, al grado que personal y pacientes han llegado a recaudar dinero para comprarla; en algunas ocasiones los pacientes han tenido que dormir en el patio por falta de refrigeración; hay desabasto de medicinas y el periodo de tratamiento en internos se ha reducido de 45 a 20 días por la falta de camas.
A lo anterior, hay que añadir que en enero de este año, a causa de una fuga de gas en la cocina, el hospital, único centro público especializado en tratamiento contra las adicciones en Sonora, fue clausurado y no se reabrió hasta marzo, a pesar de la recomendación de Protección Civil de que no se hiciera por el peligro que el uso de las instalaciones representaba.
Ya el 28 de junio de 2012, el Sindicato Único de Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado de Sonora (SUTSPES) le hizo llegar un reporte al secretario de Salud, Bernardo Campillo García, en el que se señalaba que el hospital carecía de salidas de emergencia y rampas funcionales, además de que los accesos existentes estaban bajo candado; que el equipo de refrigeración estaba en mal estado; que existía fauna nociva; humedad, goteras; baños y pisos en mal estado; déficit de material y equipo de curación; camas en mal estado, entre otras muchas deficiencias.

No hubo acciones consecuentes.
Un año antes, la Dirección de Regulación de los Servicios de Salud hizo una serie de observaciones que quedaron plasmadas en el Acta de Verificación Sanitaria Nro. 412.
Estas observaciones indicaban que no se cumplía con el programa general de trabajo; ni con el reglamento interno; mucho del personal médico y de enfermería no cumplía con los requisitos para ejercer la especialidad en el estado; no contaba con áreas de urgencia ni ambulancia; se carecía de medicamento y equipo médico; las camas de la planta superior no tenían grado de hospital, entre otras.
El entonces director del centro, doctor Javier B. Del Valle Rebeil, respondió a la mayoría de estas observaciones con la fórmula “se informará a la Dirección de Salud Mental para el trámite correspondiente para la adquisición de equipo”.
A la fecha, no sólo no se adquirió el equipo, sino que el piso superior permanece cerrado.
En un oficio fechado el 20 de febrero de 2015, el subsecretario de Administración y Finanzas de los Servicios de Salud de Sonora, Francisco Edmundo Munguía Varela, le informa al secretario general del SUTSPES, Luis Antonio Castro Ruiz:
“Comparto y me solidarizo con la preocupación externada por nuestros colaboradores sobre las instalaciones físicas, eléctricas, hidráulicas y sanitarias que hoy se guardan en el Centro de Higiene Mental Dr. Carlos Nava Muñoz. Derivado de lo anterior, hemos sido previsores de estas circunstancias de tal manera que nos hemos anticipado a la situación y mediante licitación pública LO-925005992-N14-2014, cuyo monto asciende a $1,475,780.61 (un millón cuatrocientos setenta y cinco mil setecientos ochenta pesos 61/00 MN) y serán destinados a trabajos de albañilería, acabados, firmes de concreto, puertas y ventanas, instalaciones hidráulicas y sanitarias, aire acondicionado, sistema contra incendios, etc”.
Dos puntos llaman la atención de este oficio, el cual se origina como respuesta a uno fechado el 10 de febrero que el sindicato le dirige a los Servicios de Salud: el primero es que el subsecretario de Finanzas afirma que han sido previsores y se han anticipado a la situación, cuando desde al menos el 2011 sabían de las condiciones en las que operaba el centro.
El segundo es que la licitación, emitida en noviembre de 2014, es por un millón y medio de pesos para realizar los trabajos que la ex directora de Salud Mental, Leticia Amparano, anunció un mes antes que se harían por un monto de 22 millones 800 mil pesos.
¿Dónde están los 21 millones restantes?, se preguntan los empleados del hospital.
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