Enguerrando Tapia y José A. Healy, unidos por el destino
Por Francisco Javier Ruiz Quirrín/
Enguerrando Tapia Quijada murió en 1981 y José Alberto Healy Noriega no alcanzó el siglo XXI. Ninguno de estos dos grandes y antagónicos periodistas que dejaron huella en el Sonora de la segunda mitad del siglo XX, imaginaron que el destino los uniría por siempre en un crucero citadino de Hermosillo.
Ya existe dicho crucero conformado por las calles que llevan los nombres de estos personajes. Está en el norte de la capital del Estado, a un costado de “Pueblitos” y muy cerca de la ubicación de la unidad deportiva Healy, de El Imparcial.
José Alberto fue hijo de don José S. Healy Brennen, de origen irlandés, que en 1937 adquirió un incipiente periodiquito llamado El Imparcial a su fundador, don José Abraham Mendívil Rincón, a quien también se le reconoce como fundador del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en Sonora, el abuelo del actual Partido Revolucionario Institucional (PRI).
A don Pepe Healy se le reconoce por ser el “tronco fuerte” de la “mata” de reporteros y periodistas de Hermosillo. Tuvo tres “estrellas” en sus páginas: Abelardo Casanova Labrada, autor de la columna “Hechos y Palabras”, el aguerrido reportero Enguerrando Tapia y a su hijo José Alberto Healy, quien también aprendió a escribir.
Abelardo fue un idealista hasta el final de sus días. En 1972 fundó el diario Información y a pesar de haber tenido una formación apegada al catolicismo al abrazar a la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos (ACJM) y sostener una gran amistad con sacerdotes locales, en sus páginas dio cabida a las corrientes más representativas de la izquierda que se manifestaban en la Universidad de Sonora.
Enguerrando había nacido en Cananea en 1935 y era hijo de Eugenio Tapia, un servidor público que llegó a ser diputado local.
Cuando don Pepe falleció en 1968, José Alberto heredó la dirección del periódico y la primera acción que llevó a cabo fue exigir la renuncia de todos los editores y reporteros, con el propósito de recontratarlos dentro de una reorganización de la plantilla. Y recibió a todos de nuevo, excepto a Enguerrando.
A partir de ese momento nació un gran celo entre ambos. El gran reportero siempre anidó en su corazón un enorme agravio en contra del hijo de quien fuera su formador y forjador como periodista.
En 1973, Enguerrando se convirtió en director general del periódico El Sonorense y de manera cotidiana los siete días de la semana y a una página “standard”, completa, empezó a publicar su columna “Mi Libreta de Apuntes”. José Alberto, como director de El Imparcial, escribía dos a tres días a la semana, su columna a la que llamó “Intrascendencias”.
En los años de la década de los setentas, eran célebres los “encontronazos” periodísticos entre ambos en sus respectivos espacios. José Alberto llamaba “Cotorra Prieta” a Enguerrando y éste último criticaba constantemente a la “Jirafa Alcohólica” (por las iniciales) y a “Mr. Dry Martini”, porque ésta última incluía el nombre de la bebida preferida de su rival.
Sin embargo, algo muy extraño sucedía entre ambos. Personas muy allegadas a ellos se enteraron de que por lo menos fueron dos las ocasiones en que se reunieron, bebieron y se platicaron problemas personales que la inmensa mayoría desconoció. El origen los unía en ocasiones ante un dolor personal. Muy de ellos.
Enguerrando formó una gran escuela de periodistas que hasta la fecha lideran la agenda política estatal. La muerte a los 46 años le impidió hacer realidad su sueño de tener un periódico propio. El dueño de El Sonorense era el exgobernador Faustino Félix Serna.
José Alberto logró hacer de una empresa quebrada económicamente en 1968, una gran empresa. Finalmente tomó el consejo de su gerente en 1969, Armando Fonseca, y vendió acciones a los hombres más importantes del Estado en ese entonces. A partir de ahí, El Imparcial se convirtió en tribuna de los intereses de los más poderosos en la región.
“El señor Healy” —como era llamado por sus colaboradores y empleados—, concedió una entrevista a Primera Plana y a quien esto escribe y a partir de ese encuentro vinieron otros.
—¿Quieres ser exitoso?, me preguntó un día y me dio un consejo:
“Siempre asume una actitud contra el gobierno. La gente desea la crítica”.
Y me vaticinó:
“El día en que El Imparcial sirva al gobierno o deje de pensar en los lectores, ese día dejará de ser el líder”.
Enguerrando está considerado como el mejor reportero que ha parido Sonora y el más influyente de todos. Era asesor de los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo. Sus contactos con los secretarios de Estado eran reveladores para los lectores de El Sonorense.
La última expresión que tuvo para conmigo es que yo lograría lo que él no había podido hasta ese momento alcanzar: Tener un periódico.
Enguerrando y José Alberto, dos poderosos e influyentes íconos del periodismo sonorense. Se odiaban, pero en el fondo, inolvidable, el origen de ambos reflejado en la figura de don Pepe.
Por algo, en la entrevista que me concedió José Alberto, me dijo algo que me dejó muy sorprendido:
—“Escríbalo por favor, Quirrín. Enguerrando ha sido el mejor reportero que ha escrito en El Imparcial”.