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Devoción a la Virgen de Guadalupe en Hermosillo

Por Guillermo Saucedo/

El cerro de la Virgen es el lugar donde se reúnen miles de fieles hermosillenses en las tradicionales peregrinaciones, para orar y agradecer las bendiciones recibidas por la Guadalupana

Se acerca el 12 de diciembre, una fecha de suma importancia para el pueblo mexicano que es devoto a la Virgen de Guadalupe, pues es el día en que se celebra su aparición en territorio azteca, precisamente en las alturas del cerro del Tepeyac.

Los historiadores narran que todo comenzó en la época prehispánica hacia el año de 1531, cuando la “madre de todos los mexicanos” se apareció en el camino del indio Juan Diego en los primeros días de diciembre, siendo desde entonces la imagen más representativa del catolicismo en América Latina.

Ante ello, el cerro de la Virgen el cual está ubicado a las afueras del sur de Hermosillo, es el lugar en el que durante todo el año recibe a cientos de fieles agradecidos por los favores que ella les concede, y en el que se cumplen mandas y se ofrecen algunos sacrificios.

Después de atravesar caminando la ciudad, Alejandro cumplía su promesa de subir de rodillas el cerro. El cansancio era notorio en su rostro.
Después de atravesar caminando la ciudad, Alejandro cumplía su promesa de subir de rodillas el cerro. El cansancio era notorio en su rostro.

Tal es el caso de Alejandro, un joven de 24 años que por razones muy personales se encontraba de rodillas subiendo las escaleras con destino a la imagen de la Virgen de Guadalupe, pagando así un sacrificio que desde años atrás había prometido.

Tanta es su devoción que fueron cerca de 25 kilómetros los que Alejandro y su hermano Elvis recorrieron a pie durante cuatro horas desde las siete de la mañana del miércoles, cruzando toda la ciudad de norte a sur para poder llegar al cerro y subirlo de rodillas.

“Mi hermano y yo nos venimos caminando desde el fraccionamiento Los Ángeles, allá por la Reyes final y Progreso, es una promesa que tardé en hacerla pero que hoy estoy cumpliendo”, comentó Alejandro.

Un ramo de rosas y una figura de yeso del indio Juan Diego era lo que traía en manos. El sol caía a plomo, las pequeñas piedras se interponían en su camino, y el cansancio ya se hacía notar en el momento en que alzaba una rodilla para llegar al siguiente escalón.

Las expresiones de esfuerzo se marcaban en su cara, el sudor recorría de forma descendente su frente, y la rigidez en su espalda ya se había perdido debido a la fatiga que se había ganado.

Había llegado a la mitad del recorrido, Alejandro tornó su mirada hacia atrás y se dio cuenta que otro joven también había emprendido el ascenso de rodillas y que le seguía muy de cerca.

“Ya se le quitó lo apuradito, yo también comencé apuradito”, dijo Alejandro a su hermano, por lo que decidió motivarlo para que apresurara el paso: “¡Vamos camarada sí se puede!, ¡vamos, vamos, vamos!, ¡¿te espero?! —gritó Alejandro.

Por su parte Germán —a quien animaban— llevaba consigo una rosa roja y una veladora que prendería al llegar al altar ubicado en la cima del cerro, él venía de la colonia Nuevo Hermosillo y era la tercera ocasión en la que subía de rodillas las escaleras.

“La situación de mi niño Iker me preocupó mucho que tuve que acudir a Ella, él tiene cuatro años y lo tuve enfermo el año pasado, le prometí a la Virgen venir cuando me lo curara ya que lo tuve internado seis días porque le quería dar bronconeumonía”, explicó Germán.

Fue así que en octubre del 2014 fue la primera vez en que arribó, siendo esta la más dolorosa ya que acabó con los pantalones rotos y las rodillas cortadas, mientras que en febrero de este año fue la segunda ocasión y esta era la tercera vez que lo hacía.

“En el camino sientes dolor pero no le tomas importancia siempre y cuando tengas en mente cumplir”, platica Alejandro a metros de llegar al altar.
“En el camino sientes dolor pero no le tomas importancia siempre y cuando tengas en mente cumplir”, platica Alejandro a metros de llegar al altar.

En ese momento tanto Alejandro y su hermano Elvis se percataron que el joven que los seguía muy de cerca —Germán— tenía un gran parecido a un amigo de ellos de la infancia, pero no podían asegurarse, ya que tenía lentes de sol.

El descanso del par de hermanos en la penúltima etapa fue lo que le dio la oportunidad a Germán de alcanzarlos, terminando con la duda de Alejandro, ya que efectivamente se trataba de un amigo que desde que salió de la primaria no veía por azares del destino.

¿Eres el Germán? —preguntó Alejandro—, mientras que Germán contestó afirmativamente y confesando que desde un principio los había reconocido. He ahí la razón de su paso apresurado en el ascenso al cerro.

Fue así que juntos terminaron la última y más difícil etapa, la gente que subía el cerro caminando los veían y los alentaban diciéndoles: “¡ya mero, ya mero!”, mientras se escuchaban las bocanadas de aire del par de amigos al subir cada rodilla a un escalón.

Las piedritas se encajaban y se quedaban pegadas en el pantalón, los escalones eran más altos, y la distancia entre ellos y el altar de la cima cada vez se hacía más corta.

Al pie de la Guadalupana, tanto Alejandro como Germán dejaron sus ofrendas satisfechos de cumplir con su manda.
Al pie de la Guadalupana, tanto Alejandro como Germán dejaron sus ofrendas satisfechos de cumplir con su manda.

La satisfacción de cumplir con la manda  no se hizo esperar más, los amigos devotos subieron el último escalón, uno detrás del otro. Germán prendió su veladora y dejó la rosa en el altar de la virgen María, mientras que Alejandro dejó la figura de Juan Diego en una pequeña cueva que estaba enseguida de la pintura de dicho personaje.

“Se siente una gran satisfacción de que se haya cumplido con lo prometido, porque Ella cumple contigo; en el camino sientes dolor pero no le tomas importancia siempre y cuando tengas en mente cumplir, no hay marcha atrás”, externó Germán.

Mientras que Alejandro se dice estar satisfecho con lo realizado y que a pesar de haberse tardado varios años en cumplir su manda, siente que lo hizo de corazón y con un poco de extra, porque la Virgen se merece eso y más.