Tuberculosis, un problema de salud pública en los Ceresos
Por Imanol Caneyada/
Los factores de riesgo para la tuberculosis en los Ceresos de Sonora son: hacinamiento, mala ventilación, malnutrición, baja autoestima, sin voluntad de curar, servicios médicos deficientes y poca motivación y responsabilidad del personal de salud
Es un mundo oscuro el de los Ceresos en México del que poco sabemos si no es por algunos tópicos recurrentes como el de la escandalosa corrupción, el alto consumo de drogas y el hacinamiento.
Una realidad que ha sido denunciada en repetidas ocasiones por comisiones y organizaciones en defensa de los derechos humanos existentes en el país es la cancelación de estos derechos fundamentales para la población penitenciaria.
Cuando se trata del derecho a la salud, consignado en la Constitución y en todos los tratados internacionales en la materia, la situación se vuelve inhumana.
Los reos con enfermedades crónicas degenerativas e infectocontagiosas (tuberculosis y VIH, entre otras) están condenados a la desatención, la falta de medicamentos y personal médico y a un empeoramiento paulatino de sus padecimientos.
En fechas recientes, la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió un documento en el que afirmaba que la atención a la salud en los centros penitenciarios del país se encontraba colapsada.
El organismo asentaba en su informe que la caída en la atención a la salud obedece a la insuficiencia de recursos financieros, humanos, materiales y de instalaciones para poder ofrecer un servicio integral de calidad.
Y es que un simple dolor de muelas, comentaba un reo a Primera Plana recientemente, puede convertirse en un infierno, pues las autoridades carcelarias ignoran la solicitud de atención y no hay medicamentos para combatirlo.
Cuando se trata de enfermedades crónicas o infectocontagiosas, el desahucio parece el camino más probable.
Un ejemplo de lo anterior es el del interno José Luis Villegas, según consta en la recomendación 30/2014 de la CEDH, a quien hubieron de amputarle toda la pierna en el Hospital General de Nogales debido a un cuadro diabético; el reo solicitó atención médica a causa de una pequeña herida en el pie, la cual fue desestimada por el médico del Cereso II de la ciudad fronteriza en repetidas ocasiones; la descomposición del pie y de la pierna llegó a tal grado que al final sólo amputándole el miembro pudieron salvar la vida del enfermo.
La Tuberculosis en los Ceresos, una amenaza creciente
Según el testimonio de algunos ex presidiarios, en los Ceresos de Sonora los enfermos de tuberculosis viven en condiciones infrahumanas.
Aislados del resto de la población penitenciaria para evitar posibles contagios, sus condiciones de vida semejan la de los animales en un corral.
En octubre de 2015, Pedro González Avilés, entonces coordinador del Sistema Estatal Penitenciario en Sonora, reconoció que no se les había suministrado los medicamentos requeridos a los enfermos de tuberculosis y VIH en los Ceresos por falta de presupuesto.
Por su parte, el doctor Lauro Armenta Gallegos, experto en tuberculosis y quien hasta el año pasado atendía a la población penitenciaria afectada por esta enfermedad, advirtió en 2014 del problema de salud pública en los Ceresos que representaban los reos enfermos de tuberculosis.
En el estudio Abordaje integral en el manejo de la tuberculosis en personas privadas de la libertad en Sonora, dado a conocer por la Secretaría de Salud federal en diciembre de 2015, Armenta Gallegos establece:
El CERESO de Hermosillo se ha constituido en una prisión de alto riesgo para adquirir tuberculosis, ya que cada vez es mayor el número de casos nuevos de este padecimiento.
La mayoría de los pacientes han sido diagnosticados cuando ellos demandan la atención médica, siendo muy pocos los que se han detectado por búsqueda activa en la revisión de contactos.
Es necesario implementar estrategias que permitan realmente cortar la cadena de transmisión de la enfermedad.
El estudio de este experto afirma que los reclusos son predominantemente de sexo masculino, jóvenes (20 a 45 años), de bajo nivel educacional y pertenecen a grupos desfavorecidos desde el punto de vista socioeconómico.
Acepta el médico que es tal el descuido en la atención de esta enfermedad en las cárceles del país que no se cuentan con datos fiables.
Los factores de riesgo para la tuberculosis que detecta el doctor Lauro Armenta en los Ceresos de Sonora son: hacinamiento, mala ventilación, malnutrición, baja autoestima, sin voluntad de curar, servicios médicos deficientes y poca motivación y responsabilidad del personal de salud.
En este mismo análisis, el médico especialista establece una serie de propuestas para combatir la amenaza:
Realizar búsqueda activa de casos a través de screening masivo, con el fin de establecer el número real de casos prevalentes.
Búsqueda de casos mediante examen médico a la entrada a la prisión (screening de ingreso).
Revisión médica de control cada seis meses mediante carnet de citas programadas después del screening de ingreso.
Continuar con la detección de casos a través de la búsqueda de sintomáticos respiratorios en los internos que demandan atención médica.
Integrar a tratamiento (TAES) al 100% de los pacientes que sean diagnosticados y darles seguimiento hasta su curación.
Sensibilizar al personal administrativo, comandante y guardias de los distintos pabellones sobre la importancia de la enfermedad y su colaboración para el control de la misma, mediante pláticas programadas.
Además, plantea los requisitos para lograr que los Ceresos en Sonora se conviertan en referente en el tratamiento a esta enfermedad:
Voluntad política de las autoridades; integrar un equipo de trabajo que se dedique exclusivamente a la detección activa, tratamiento y seguimiento de los casos de tuberculosis; asignar un área especial para que labore el equipo; reacondicionar espacios para el aislamiento de los pacientes con diagnóstico de tuberculosis.
Coordinación con el personal de guardia en cuanto a notificación de cambios de ubicación de los internos; participación activa de todo el personal médico, enfermería, Trabajo Social, Psicología y Psiquiatría para brindar una atención más integral a estos pacientes.
Establecer convenio con la Secretaría de Salud para apoyo con tratamientos e insumos de laboratorio.
El doctor Lauro Armenta, según consigna en el informe, logró un modelo exitoso para el tratamiento de esta enfermedad en el Cereso II de Hermosillo entre 2014 y 2015 al menos.
Sin embargo, el modelo no se ha aplicado en ninguno de los restantes Ceresos de Sonora, en donde el problema sigue en aumento y sin control.