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Rogelio Valdez, un cerebro que no se fuga, sólo se va por unos días

Por Imanol Caneyada /

El estudiante de maestría en Ciencias de la Computación en el ITH, seleccionado junto con 15 estudiantes de toda Latinoamérica para asistir a la Universidad Estatal Aeroespacial de Samara, Rusia, pide a empresarios mexicanos y gobierno que inviertan en el conocimiento científico que se genera en el país  

Ha causado un cierto revuelo en la ciudad por aquello de que se hizo realidad la expresión popularizada durante la Guerra fría: “se lo llevaron los rusos”.

Pero al joven ingeniero electrónico Rogelio Valdez Almada de apenas 26 años, estudiante de maestría en el Instituto Tecnológico de Hermosillo (ITH), no parece afectarle esta repentina y efímera fama, estos quince minutos de entrevistas en radio y televisión.

Nos encontramos en un café del bulevar Morelos para charlar sobre su hazaña académica. Ya me espera leyendo un libro en inglés sobre textos no estructurados, está relacionado con su proyecto de tesis de la maestría. El joven transmite sencillez, cortesía y calma. Vamos, se ve que es un muchacho centrado al que no le abruma esta tontería que nos ha entrado a los medios de comunicación de entrevistarlo porque se va a Rusia, concretamente, a la Universidad Estatal Aeroespacial de Samara S.P. Korolev.

Tengo la idea de que Rogelio, desde niño, se sintió atraído por la ciencia. Me lo confirma: por lo menos desde sexto de primaria, durante la secundaria y la prepa, le sedujo la tecnología y eso de destripar aparatos para entender su funcionamiento. No se conformaba como la mayoría con apretar el botón de encendido.

Eso lo llevó a estudiar ingeniería electrónica en el ITH; pertenece a la generación 2008-2012.

Aún no tenía el título en sus manos cuando ya estaba aplicando para un posible empleo en la empresa estadounidense BBG Wireless. Fue contratado. Durante casi dos años viajó por buena parte de la Unión Americana dándole mantenimiento a redes celulares: Missouri, Texas, Arizona, California, Ohio… pero llegó un momento en que se cansó de esta vida errante. “Vivía en los hoteles, no tenía casa, además, quería seguir aprendiendo, adquirir más conocimientos”.

En 2015 inició sus estudios de maestría en Ciencias de la Computación en su alma máter.

Su proyecto de tesis tiene un nombre muy largo e incomprensible para profanos como el que esto escribe: Sistema de generación automatizada de perfiles de conocimiento mediante técnicas de minería de texto. Luego les cuento de qué se trata, bueno, lo que entendí.

Antes, continúo con esta cadena de eventos afortunados que llevará a Rogelio Valdez a vivir una experiencia científica al alcance de unos pocos privilegiados en el corazón de Rusia.

El Ing. Rogelio Valdez, actualmente está desarrollando un software que tiene una aplicación directa en las empresas a la hora de seleccionar un perfil para un puesto.
El Ing. Rogelio Valdez, actualmente está desarrollando un software que tiene una aplicación directa en las empresas a la hora de seleccionar un perfil para un puesto.

Todo empezó con una convocatoria que la Asociación Latinoamericana Rusa (ALAR) hizo llegar a universidades de toda América Latina. A Rogelio le llamó la atención el Curso de Verano Tecnologías Espaciales de Vanguardia y experimentos en el espacio: desde la concepción de la misión hasta proyectos de nano satélites. Una oportunidad única de acercarse a las ciencias aeroespaciales en una de las primeras potencias mundiales en el rubro. (A los gringos aún no se les olvida el Sputnik). A Rogelio, por decirlo de una manera llana, se le hizo la boca agua y se postuló. Envió la documentación, la carta de intenciones y esperó. Pronto recibió la respuesta, había sido preseleccionado para un curso en línea de física aplicada al espacio, un curso que a su vez representaba la selección final entre los ciento de aspirantes de toda América Latina.

El resultado: 16 latinoamericanos elegidos, entre los cuales 10 son mexicanos, él es el único sonorense.

En un par de semanas más atravesará el mundo para cumplir una intensiva estancia de 20 días en Samara, a orillas del Volga, en el sureste europeo de esa inmensa nación, una de las ciudades punteras en el mundo en tecnología aeroespacial.

Rogelio pretende absorber todos los conocimientos que adquiera durante ese periodo y regresar a Hermosillo a compartirlos con sus compañeros del ITH, de otras universidades de Sonora, y por qué no, de México.

Le pregunto sobre la fuga de cerebros; en un país que invierte menos del uno por ciento del PIB en investigación, un talento como el suyo es muy probable que termine en el extranjero.

Me confiesa que le gusta mucho su ciudad, su estado, su país y que va a luchar por quedarse aquí y desarrollar proyectos útiles que generen nuevo conocimiento.

Pero para eso hacen falta inversores, privados y gubernamentales. En efecto, me dice, ése es el gran problema; México genera muy pocas patentes porque los empresarios y los políticos mexicanos no creen en el talento científico del país. Es necesario que empiecen a invertir en la tecnología que está generándose en México.

Un ejemplo de ello es el software que está desarrollando en la maestría que estudia en estos momentos. Se trata de un sistema que logra definir conocimientos de una persona mediante fuentes de texto no estructurado. Tiene una aplicación directa en las empresas que, a la hora de seleccionar un perfil para un puesto, tienen que invertir mucho tiempo buceando en el currículo de los aspirantes para encontrar el adecuado. Este softwere extrae la información precisa conforme a las necesidades del puesto, eliminando entre los cientos o miles de textos no estructurados los que no responden al perfil. Ciencia ficción, ¿no creen? Pues está desarrollándose aquí, en Hermosillo, con maestros y alumnos del ITH, sí, en esta ciudad en la que aún nos vemos como un rancho ganadero y poco más.

Rogelio no pierde los papeles. Tiene esa mente científica que equilibra la curiosidad con la paciencia. Así que después del curso de verano en Samara, regresará a seguir con la tesis hasta concretar el desarrollo del softwere con el que piensa titularse.

Después, si funciona, el mismo ITH podría conectarlo con empresas interesadas.

Al despedirnos le digo que se cuide de las rusas, que son muy guapas; cree que no va a tener mucho tiempo para la diversión, así lo creo yo también.

Eso sí, de vuelta procurará traer todas las botellas de vodka que le han pedido.