Noticias_Recientes

Transexualidad y cambio de sexo

Por Dr. Jorge Ballesteros/

“Nadie es tan desgraciado como el que aspira a ser alguien y algo distinto de la persona que es en cuerpo y alma”.

—Angelo Patri

La perniciosa Ideología de Género afirma que el ser humano nace sin un género definido y éste le es atribuido en virtud de sus órganos sexuales, pero que cada individuo tiene derecho y libertad a cambiarlo tantas veces como lo desee, puesto que el género no es fijo y por ello un hombre puede elegir ser masculino o femenino, y una mujer puede elegir ser femenina o masculina, a capricho.

Decimos que alguien es transgénero cuando una persona cree que sus deseos, sentimientos, estilo de vida, etc., no corresponden al sexo que son. Ellos dicen que se les ‘asignó’ como si ser hombre o mujer fuera algo externo, como accesorios.

Un transexual es cuando se decide a modificar su cuerpo para parecer lo más posible al sexo opuesto a lo que son.

Es necesario hacer una reflexión sobre la transexualidad, resulta mucho más rico y profundo descubrir las raíces del conflicto con el propio cuerpo para encontrar un camino de aceptación de aquello que no es un enemigo, sino parte integrante del propio ser: el sexo.

La existencia humana implica dos planos estrechamente unidos: el plano corpóreo y el plano psico-espiritual. Por el cuerpo somos seres en el mundo, con una serie de características en buena parte recibidas y sometidas a las leyes del mundo físico: Un ADN, un tipo de piel, una estructura ósea, una estatura, un sexo.

El sexo, permea todo nuestro ser: lo cromosómico, lo gonádico, lo genital, lo hormonal, lo psicológico y lo social; los dos últimos planos, superan lo simplemente corpóreo para entrar a niveles más complejos de la propia personalidad

Por el espíritu en cambio, trascendemos y superamos lo simplemente corporal. Tomamos decisiones éticas, nos abrimos al otro, podemos cerrarnos en una postura   egoísta, o acoger la vida social como fuente de plenitud o rechazarla con aversión.

Podemos asumir la propia corporeidad con todas sus riquezas y sus límites, o rechazarla con una aversión profunda debida a motivos no siempre bien comprendidos.

Conflicto entre lo corpóreo y lo espiritual, en el ámbito de la sexualidad tales conflictos son especialmente intensos. Hay personas que no aceptan su condición sexuada, algunos porque tienen miedo al sexo, por traumas infantiles, o por ideas seudorreligiosas, por la educación que recibieron en su hogar, etc.

Otros, en cambio aceptan su condición sexuada, pero rechazan lo que sería la orientación natural de la misma por lo que buscan prevalentemente o únicamente relacionarse con personas del mismo sexo. Es lo que llamamos homosexualidad.

Otros desearían poseer un sexo distinto del que tienen. Si son varones se sienten y buscan afanosamente ser mujeres y si son mujeres se sienten y buscan afanosamente ser hombres. En ambos casos estamos ante personas con psicología transexual.

La transexualidad, es acompañada por un comportamiento psicosexual de tipo netamente opuesto al previsto por el sexo anatómico y que se asocia al deseo obsesivo de liberarse de los atributos genitales poseídos y adquirir los del sexo opuesto.

La transexualidad, se distingue de la homosexualidad ya que en ellos no hay deseos de cambiar de sexo sino de tener relaciones sexuales con sujetos del mismo sexo.

En el travestismo tampoco hay deseos de cambiar de sexo sino de vestirse con ropas del sexo opuesto para alcanzar la excitación sexual y la relación sexual se busca con sujetos del sexo opuesto.

También existen los casos de ambigüedad sexual que son una anomalía genética y  son raros como: hermafroditismo, seudohermafroditismo, son sujetos que presentan alguna anomalías por la presencia de elementos anatómicos de ambos sexos. En estos casos la intervención quirúrgica está indicada, la duda que se plantea qué sexo hay que prevalecer y cuál hay que desaparecer.

Hay diversas maneras de afrontar el fenómeno de la transexualidad (disforia de género). Perspectiva dualista: el espíritu (el psiquismo) domina al cuerpo y puede modificarlo según los deseos de cada uno. Esta visión sería válida no sólo para el ámbito sexual, sino para cualquier otro aspecto del propio cuerpo.

Bajo esta perspectiva, las personas “deberían” tener derecho de cambiar su sexo. Lo corpóreo, en otras palabras, sería visto como algo modificable según los deseos de lo psicoespiritual.

La perspectiva dualista está muy presente en la “ideología de género” la cual considera la orientación sexual como algo que no depende de lo simplemente fáctico, de lo corpóreo, sino de las decisiones libres de las personas.

Según la ideología de género, habría que superar la “mentalidad tradicional”, que divide al mundo entre hombres y mujeres, para abrirse a un número variable de opciones sexuales: la masculina, la femenina, la homosexualidad masculina y femenina, la bisexual masculina y femenina y la transexual masculina y femenina, y un largo etcétera. Algunos llegan hasta 92 supuestos géneros.

La posición unitarista, en cambio, afirma que el cuerpo no es visto como un simple dato manipulable y usable según la espontaneidad del espíritu o de la psique, sino como algo que toca profundamente a la persona, que la constituye y que merece ser integrado en un proyecto global de realización.

El cuerpo no es “material” usable según las libres opciones de los individuos, sino algo que entra a formar parte del propio ser y que no puede ser usado ni despreciado sin graves daños en el desarrollo de la propia vida.

Pero desde la perspectiva dualista, en cambio preferirá, en el tema del transexualismo, secundar y acompañar al transexual para que pueda conquistar aquel cuerpo que desea. Dirá sí a una serie de intervenciones de tipo psicológico, hormonal, quirúrgico y legal (hasta modificar el registro civil y todos los documentos personales) que permitan el cambio de sexo.

Sin embargo, el cambio de sexo, nunca podrá ser completo ya que: Las operaciones quirúrgicas no son “curativas” sino destructivas. No se puede cambiar el sexo genético. La fecundidad se pierde totalmente. No siempre hay mejoría de los problemas psicológicos.

No hay rectificación de sexo con la cirugía, no se trata de ningún tipo de “rectificación de sexo” sino simplemente de una castración, esterilización, mutilación o privación de una verdadera función sexual que de suyo es perfectamente sana, el problema es de orden psicológico.

La creencia de una persona de que él o ella es algo que no es, constituye, en el mejor de los casos, un signo de pensamiento confuso. Cuando un niño biológicamente sano cree que es una niña, o una niña biológicamente sana cree que es un niño, existe un problema psicológico objetivo en la mente, no en el cuerpo, y debe ser tratado como tal.

La transexualidad es un problema psicológico, ¿No será mejor afrontar el tema de la transexualidad no desde una perspectiva quirúrgica sino de una perspectiva psicológica?

Estamos ante un problema que es más competencia de los psicólogos y de los psiquiatras que de los cirujanos.

El sexo es parte integrante del propio ser, resulta reductivo e insuficiente llevarlas al hospital, darles hormonas y empezar el largo proceso del “cambio del sexo”, además de que las tasas de suicidio son veinte veces mayores entre los adultos que utilizan hormonas cruzadas y sufren cirugía de reasignación de sexo.

En cambio resulta mucho más rico y profundo descubrir las raíces del conflicto con el propio cuerpo para encontrar un camino de aceptación de aquello que no es el enemigo, sino parte integrante del propio ser: el sexo inscrito profundamente en el propio cuerpo.

Respecto de la dignidad de la persona, no se puede violar la integridad física de una persona para el tratamiento de un mal de origen psíquico o espiritual. En estas circunstancias no se presentan órganos enfermos o funcionando mal, así que su manipulación médico-quirúrgica es una alteración arbitraria de la integridad física de la persona.

Los principios éticos de la cirugía transexual dicen que no es lícito sacrificar al todo, mutilándola, modificándola o extirpándola, una parte que no se relaciona patológicamente con el todo.