¿Cómo aliviar el bolsillo de los mexicanos sin subsidiar la gasolina?
El investigador del CIAD Luis Huesca Reynoso plantea dos soluciones viables al gasolinazo sin tener que recurrir al subsidio
Por Imanol Caneyada
Fueron muchos los expertos y analistas que respondieron a la pregunta que lanzó el presidente Peña Nieto: ¿ustedes qué hubieran hecho?, en el discurso con el que trató de calmar los ánimos ciudadanos ante el gasolinazo.
La estrategia de compadecer en cadena nacional pidiendo la comprensión de los mexicanos por el alza de los precios de los combustibles —para la mayoría mentirosa e injustificada—, no tuvo los efectos deseados y caldeó aún más las protestas que desde el segundo día de enero ha protagonizado la ciudadanía.
La indignación popular no ha sido tanto por el gasolinazo en sí, coinciden muchos analistas, si no por el hecho de que una vez más el pueblo tendrá que pagar los platos rotos de una clase política escandalosamente onerosa, corrupta, impune e incapaz.
¿Ustedes qué hubieran hecho?, preguntaba el jefe del Ejecutivo aparentemente compungido y empático con la población cuando sobre sus espaldas carga con los escándalos de la casa blanca y un grupo de exgobernadores “en fuga” a los que se les acusa de actos de corrupción inimaginables en cualquier democracia moderna.
La respuesta, en términos generales, tanto de algunos empresarios como de académicos y expertos ha sido la siguiente:
Un verdadero y profundo plan de austeridad en el gasto, disminución del gasto corriente, compromisos con la eficiencia, eliminación de gastos superfluos, disminución de los privilegios para los servidores públicos, castigo directo y severo a la corrupción —comenzando por la interna—, así como la reducción al Presupuesto, por ejemplo, en materias como la comunicación.
El dilema que se plantea en términos ya más técnicos es el de si el Gobierno mexicano debe subsidiar la gasolina o dejar que su precio lo determine el libre mercado.
Los tecnócratas de Peña Nieto argumentan que dicho subsidio al país le cuesta más de 200 mil millones de pesos, dinero que podrá canalizarse a rubros sociales mucho más urgentes e importantes.
Visto así, las razones de la medida que entró en vigor las primeras horas de este año podrían parecer justificadas.
Lo anterior se refuerza con las recientes declaraciones del presidente de la OCDE, José Ángel Gurría, en el sentido de que la eliminación del subsidio a la gasolina debió hacerse hace muchos años, cuando las condiciones internas y externas eran mucho más favorables.
Es decir, como señaló el Presidente en su discurso, la responsabilidad de la crisis que atraviesa el país por el aumento es compartida con los anteriores Gobiernos.
En un análisis más profundo, son varios los expertos que señalan que hemos llegado a esta situación por el progresivo desmantelamiento que ha sufrido Pemex en las últimas dos décadas, la ordeña indiscriminada de la paraestatal y la falta de interés en modernizarla para que sea una empresa competitiva, con el objetivo de declararla obsoleta y entregar el petróleo a las empresas extranjeras.
La pulverización de Pemex ha provocado, entre otras cosas, que tengamos que importar más de la mitad de la gasolina que se consume en el país, y en dólares.
Otras voces han señalado que el retiro del subsidio podría haberse dado de forma paulatina y escalonada de forma que el impacto en el bolsillo de los mexicanos no fuera de la magnitud del que estamos viviendo.
Pero hay una realidad implacable: salvo que el Gobierno federal y la Cámara de diputados den un reversazo a las medidas aprobadas a finales del año pasado, lo cual, de momento, parece imposible, el costo de la gasolina en México será el que marque el mercado internacional, con el agravante de que lo pagaremos en dólares.

Ante esta situación, el doctor en economía e investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo Luis Huesca Reynoso, plantea dos opciones viables en relación al gasolinazo que no implican subsidiar los energéticos.
En entrevista concedida a Primera Plana, el académico propone que la Secretaría de Hacienda devuelva a los mexicanos el equivalente al aumento del costo en el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), así como lo hace con el IVA.
Según Huesca Reynoso es cierto que el impuesto no ha subido respecto del 2016, como afirma el Gobierno federal, pero al aplicar este gravamen a un precio más alto, los ingresos por este concepto están calculados en 280 mil millones de pesos para 2017.
Así las cosas, el doctor en economía considera que esto le permite al Gobierno, al final del ejercicio fiscal, regresarle a aquellos contribuyentes que comprueben vía factura su gasto de gasolina una parte del IEPS, el equivalente al aumento del combustible.
Y agrega que para que efectivamente se aplique lo dicho por Peña Nieto de que pagarán más quienes más ganen, esta devolución parcial del IEPS podría estar condicionada a un tope de ingresos anuales, para que verdaderamente sea la clase media y la clase baja la que obtenga el beneficio fiscal.
La otra propuesta de Luis Huesca tiene que ver con el salario mínimo. El investigador del CIAD considera totalmente viable que mediante un decreto presidencial, el Gobierno aumente el salario mínimo de los mexicanos tomando como base la inflación real, que este año podría llegar a los dos dígitos, y el costo real de la canasta básica.
Esta medida, advierte el investigador, podría darse sólo con el apoyo y la complicidad de la clase empresarial, la cual, con una visión a largo plazo, tendría que estar dispuesta a sacrificar ciertos márgenes de ganancia a cambio de activar el mercado interno y el crecimiento económico.
Sin embargo, Luis Huesca Reynoso cree que la clase empresarial mexicana, de suyo cortoplacista, difícilmente aceptaría un pacto de estas características.