Recorrido histórico por la zona de tolerancia de Hermosillo

Escogieron como primer lugar para ofrecer sus servicios el Parque Madero; vestidas de seda, tacones altos y corsé que mostraban sus voluptuosos senos, capaces de derretir a los ingratos cheros que venían de los pueblos a la capital
Por Enrique “Kiki” Vega Galindo
Por el año de 1911 en un mes de mayo la gente embravecida de Hermosillo que odiaban el régimen porfirista y la dictadura de Izábal, Torres y Corral, empezaron a destruir todo aquello donde apareciera el nombre de algunos de estos personajes.
Este memorable día destruyeron un letrero ubicado en la parte superior de un hermoso arco que decía: “Parque Ramón Corral”. En su lugar pusieron unas grandes letras metálicas de color dorado que decían: “Parque Francisco I. Madero”.
En 1920 el gobernador interino Don Flavio Bórquez, levantó los cimientos de lo que sería la Escuela Normal del Estado, en los terrenos donde se ubicaba la Casa del Pueblo, que la gente revolucionaria también destruyó en el año de 1934, porque allí se reunían las familias porfiristas para hacer sus eventos y fiestas sociales y reuniones políticas.
Para el año de 1940 un día 31 de Marzo, aprovechando los cimientos de esta antigua construcción levantaron “El Estadio del Casino del Pueblo”. Se invitaron para su magna inauguración a los equipos de “Los Piratas” de la Liga Nacional y “Los Atléticos” de la Liga Americana. Por primera vez a nivel nacional se hacía posible la presencia de estas novenas gracias a la voluntad y decisión de un grupo de hermosillenses que se encargarían de organizar la Liga Profesional de Béisbol de la Costa del Pacífico, y ellos fueron Manuel Puebla, Ignacio Soto, Manuel Lucero, Alfonso Hoeffer, Ely Martínez, Felipe Seldner, Abelardo Sobarzo, Alfonso García, Rafael Treviño y Ramón Corral Jr.
Lanzó la primera bola inaugural el gobernador del Estado el General Don Anselmo Macías Valenzuela. Por Los Atléticos tiró Cornelius “Connie” Mack, y por Los Piratas Mace Brown. Entrada general: libre. No se cobró a ninguna persona. Unos meses más tarde —para ser exactos en el año de 1941—, las mariposillas de la vida galante empezaron a deambular entre medio de los hermosos y frondosos árboles de La Alameda del Parque Madero, ofreciendo sus encantos y servicios femeniles al mejor postor.

Vestidas de seda, adornadas con encajes multicolores, medias, tacones altos, con corpiño y corsé que mostraban sus voluptuosos senos, capaces de derretir y encender el fuego de los ingratos bronco-cheros que venían de los pueblos a visitar la capital, forajidos deseosos de una emocionante aventura, con una casquivana. Este grupo de mujeres denominadas por las señoras del buen ver y mejor vivir como “Pirujas del Arrabal”. Las prostitutas escogieron como primer lugar para ofrecer sus servicios el Parque Madero. Este era el punto de reunión de las mujeres de mala nota.
Las primeras prostitutas que llegaron al Nuevo Mundo, a Mexicaltzingo principalmente al Valle de México a la tierra del Anáhuac, por allá en el año de 1529, un 22 de diciembre. Fueron traídas por el Capitán don Diego Beltrán de Guzmán quien venía en busca de oro, realizó un viaje en el cual venía acompañándolo Don Fray Juan de Zumárraga. Diez años después de la llegada de Hernán Cortés.
Diego Beltrán de Guzmán traía un encargo especial para el Virrey de México Don Diego de Mendoza quien él había pedido le trajera: “…40 mariconcitos de castilla para que le hicieran feliz y le alegraran la vida —decía— que los maricones son muy buenos compañeros, canta, bailan, lavan ropa, buenos mozos en la limpieza, y excelentes cocineros…”. Las prostitutas españolas fueron quienes pusieron su primer cabaret en la Ciudad de México, de allí se fueron a Guadalajara y posteriormente abrieron otro en Culiacán, Sinaloa.
Por el año de 1783 se instaló el Primer Mercado Parían o Tianguis Comercial de la Villa del Pitic. Lugar donde las prostitutas traficaban con sus cuerpos alrededor del tianguis conocido como “El Coliseo”. En 1832, se construyó el “Nuevo Parían” (hoy Mercado Municipal de Hermosillo), y allí las felices mujeres de la vida galante instalaron su planta de trabajo.
En 1860, debido a las quejas de las mujeres de la alta sociedad, y de buenos principios morales, católicas y apostólicas, pusieron su grito en el cielo ante tantas faltas a la moral y el buen comportamiento, además de la corrupción de los chotas o cuicos que cobraban a las pirujas piso y protección. Moviéndolas a un lugar conocido como “La Muralla”, donde se hizo “legal” la juerga, el vicio, los juegos de azahar, y la prostitución.
En 1874, se le bautizó como la Zona de Tolerancia y se cambió a la Calle Chihuahua, quedando prohibida la entrada al Jardín del Edén a los hombres menores de 25 años. El 24 de mayo de 1876, las mujeres de la vida clandestina se reunían en la Calle del Carmen. En el año de 1897, se promulgó el “Reglamento de la Prostitución” que obligaba a las mujeres del gremio a pasar hacerse la visita sanitaria en el Hospital Municipal (Jardín de Niños E. Amante), pasando la zona de tolerancia a instalarse por las Calles Garmendia y Jesús García. Allí se instalaron los primeros salones o cabarets que fueron La Coni, La Cayetana, y La Tula, posteriormente se le agregaron otros que fueron La Pirueta, El Guajiro y la Manigua.
Con el tiempo la zona de tolerancia se amplió y abarcó las Calles Jalisco, Colima, Yáñez y Garmendia. Para el año de 1912, con el fervor revolucionario la zona de tolerancia llegó a su punto álgido, dando alegría y felicidad a los soldados que querían despedirse antes de ir a la guerra. Y decían: “…Vámonos a tronar el cañón a Bachimba…”, al cual se le incorporaron nuevos tugurios que fueron La Magui Sánchez, La Anita y La Trine. Eran lugares donde reinaba el colorido folclórico, la música, rolaban dólares, alazanas de oro, mariguana, cocaína, heroína, ladillas, chancros y purgaciones.
Para 1931, los soldados de levita y de la gleba, así como los arrimados, armados con rifles y pistolas eran los principales clientes de estos antros de vicio, que estaban abiertos las 24 horas, abarrotados de clientes borrachos y mujeres desnudas. Lo que ocasionó o motivo que se les incorporaran al negocio de la carne humana nuevos congales que fueron El Patio, El Trancazo, El X, La Esther López, y La Cayetana. El Trancazo a través de los años siempre fue el más popular y concurrido, fue propiedad de Prudencio Morales, quien junto con su amigo, compañero y compadre quien era el gerente de la Cervecería Carta Blanca, Señor Alberto Murua, hicieron su agosto y se forraron de dinero vendiendo miles de cartones de cerveza por mes.
En el año de 1947, la zona de Tolerancia fue cambiada a la periferia de la ciudad, con rumbos hacia el noroeste, entre las Calles 12 de Octubre, Nogales y América. El congal más famoso, popular, visitado y concurrido fue “El Palacio de Cristal”.
En el año de 1955, de nueva cuenta la Zona de Tolerancia fue cambiada y ubicada entre las Calles Los Laureles, Las Flores y Del Olmo. A los nuevos dueños se les exigió en primer lugar, nuevas construcciones, modernas, funcionales e higiénicas. Allí se instalaron El Trancazo, El Tokio, El Patio, El Lucila, El Armidas, Río de Janeiro, La Burrita, El Candilejas, El Berthas, La Rumba, El Ruletero, El Tenampa, Bar Mary’s, El Janitzio, y El París.
En el año de 1987 el entonces alcalde Municipal de Hermosillo, Temo Balderrama, clausuró definitivamente la Zona de Tolerancia, hecho inaudito, que provocó una desbandada de mujeres prostitutas liberales, que ya sin ningún control sanitario ejercían la prostitución donde más les complaciera. La ciudad se inundó de discotecas, cabarets, table dance, salas de masajes, cantinas, tugurios, cafés, loncherías, taquerías y restaurantes, donde las mujeres ofrecían sus servicios, pero además se generó entre la juventud el alcoholismo desmedido, la drogadicción, y la exposición a enfermedades venéreas, como la sífilis, gonorrea, y el SIDA, además de la tuberculosis.
Hasta la fecha la prostitución y el alcoholismo son negocios que a los gobiernos, federales, estatales y municipales, les deja pingues ganancias, de allí el hecho de no controlarlo ni aplicar ningún reglamento, ya que los funcionarios de gobierno, inspectores de reglamentos y bebidas alcohólicas, como también el gremio policiaco reciben una buena tajada vía la mochada o mordida por dejarlos trabajar sin molestarlos. Hasta el momento el control del negocio se les ha ido de las manos porque es un pulpo en manos de los lenones y traficantes de blancas, así como de los polleros o coyotes, y los narcotraficantes. Antes la Zona de Tolerancia estaba enmarcada a un territorio, hoy hay prostitutas y homosexuales regados por todos lados, en todas las ciudades del país, es decir a nivel nacional.
*El Autor es Sociólogo, Historiador, Escritor e investigador.
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