
Estamos en el punto álgido de nuestra historia. En estos momentos los partidos políticos mexicanos, deben de enfriar sus ansias locas de dominio y poder tiránico, y demostrarle al mundo que somos un país civilizado
Por Enrique “Kiki” Vega Galindo
En una elevada Meseta de México, en presencia de las montañas gigantescas que la coronan, no se puede forjar más que un sueño tan colosal como ellas, que no tiene tal vez su solidez; pero el profeta se engaña, al menos está convencido de lo que dice: “…Considero muy probable que la fuerza de los acontecimientos dará lugar a un desplazamiento del centro de la civilización y le transportara, al cabo de un número mayor o menor de siglos, bajo los trópicos, entre las dos Américas y los dos Océanos, verdadero punto medio del mundo del porvenir…”.
Echemos una ojeada sobre el viejo continente. Vemos primero en el Oriente grandes imperios, aislados por su situación no menos por el carácter de los pueblos que los habita. Egipto estaba aprisionado en el Valle del Nilo, entre dos desiertos, como entre dos murallas infranqueables; en mar hubiera podido ser una puerta, pero los egipcios sentían horror por el mar.
La India está separada del Occidente, al sur por el desierto, al norte por las montañas de Afganistán; apenas entrevista por los antiguos, fue por decir así descubierta por Vasco de Gama y no ha podido ser jamás para el mundo antiguo un centro, ya que era un polo.
Más lejana, más perdida de los confines del Oriente, a pesar de que en su ignorancia en la geografía es llamada: Imperio del Medio, la China podía aún menos desempeñar ese papel.
El único imperio central que se haya formado en el Oriente es el que fue sucesivamente asirio, babilonio, y persa; pero este Imperio no salió de Asia. Cuando quiso salir, encontró un Maratón, un puñado de griegos que los rechazaron, y, algunos siglos después un joven que salió de Macedonia, vino a destruirlos. Grecia fue el centro de un mundo restringido que sus límites, no se alejan mucho de las costas del Mediterráneo, sembradas de sus colonias.
Los Romanos se convirtieron a su vez en el centro de este pequeño mundo Mediterráneo que se extendía a su alrededor; después, poco a poco, sojuzgaron a sus ejércitos y gobernaron con sus leyes todo lo que se conocía de la tierra. El Capitolio, aunque situado en un extremo del mundo civilizado, fue por la conquista el centro político y soberano; después, la invasión de los bárbaros germanos deshizo lo que había construido la invasión romana, y, durante mucho tiempo, no hubo nada que pareciera a un centro político en el mundo.
Hubo un centro religioso, que, heredando la universalidad romana y transformando una dominación guerrera en una dominación moral, gobernó Europa desde las orillas del Tíber. Por segunda vez se vio extenderse por los pueblos del mediodía y del Norte, desde las costas del Mediterráneo hasta los límites septentrionales de Europa, una misma Autoridad. La Religión, menos que ninguna otra fuerza, necesita, para ser un centro de acción, ser un centro geográfico. Pero aun aquí se hizo sentir la necesidad de una posición central: el mundo griego y el mundo eslavo de Oriente resistieron a la Roma Cristiana, y, en el Siglo XIII, se les escapó casi por entero el Norte de Europa.
El Imperio que Carlomagno trató de levantar y que pasó pronto de Francia a Alemania, aspiró siempre a ser el centro de Europa sin conseguirlo jamás. A pesar de su posición geográfica. Alemania no podía ser un centro por la sencilla razón que ella misma no tiene un centro.
En los tiempos modernos varios estados europeos han enarbolado convertirse en el centro del mundo por medio de la conquista bélica. Ninguno la ha conseguido, ni ha permanecido estable. Las tres tentativas principales de esta índole fueron las de Carlos V, Luis XIV y Napoleón. Que provocaron la situación actual en la que se encuentra Europa.
En la actualidad Rusia hace quizás un sueño más vasto. Mejor situada para convertirse en el centro del mundo, pues toca al Occidente, y al Oriente, al Norte y al Mediodía, al Báltico y al Mar Negro, que es una prolongación del Mediterráneo, a Turquía y Alemania. Rusia no conseguirá jamás ser el centro del mundo europeo porque esta menos civilizada que el resto de Europa, y nada puede prevalecer contra el ascendiente de una civilización superior. No existe pues ninguna probabilidad de que se forme un centro del mundo moderno con el poderío de las armas. Es extremadamente poderoso la igualdad de la cultura cristiana y no-cristiana que han logrado dominar el mundo, a los cuales no les afecta ser atacado por una inferioridad moral y social que permite que se les tema.
Pero en este momento crucial de la Historia Universal, resurge de las entrañas del pasado una nueva fuente de poderío: El Comercio. El problema se centra en lo siguiente: ¿Dónde estará el centro comercial del mundo?, y por consiguiente: ¿Dónde estará el centro de la civilización moderna? Se presenta otro problema: La Tierra. Antes solo se conocía una parte. Hoy se conoce todo. Desde la época de Las Cruzadas empezó a extenderse este conocimiento. Llegaron hasta las Cumbres del Himalaya, a las Islas, y los Continentes. Europa ha recibido poblaciones enteras de la Islas del Mar Egeo, las costas de Asia, y de Libia. El teatro de la actividad humana se ha centrado en el Mediterráneo, el mar de los antiguos desde donde salieron a conquistar los Océanos. Las posesión y domino de los Océanos equivale al control de los cuatro puntos cardinales. Pero para llegar a ser el centro comercial de la tierra lo más importante es la situación geográfica. Que influye tanto como las creencias religiosas.
Desde aquí se puede controlar: África, Asia y Europa. Venecia, Génova y Pisa. El Mar de Toscana. El Báltico. Portugal y España. Francia, Holanda e Inglaterra. El Estrecho de Ormuz. La desembocadura del Mar Rojo. El Océano Índico. Los Estados Unidos. Oregón y California. La América Septentrional. Panamá y la China. El Ecuador hasta la magnífica parada de Río de Janeiro.
Desde la llanuras, a las selvas tropicales, desde las alturas hasta el clima templado, donde se pueden sembrar y cultivar los vegetales europeos, y las tierras que producen oro y plata en México. Pero para conseguir este dominio geográfico y este despunte comercial y económico es importante que en ese extremo de la geografía terrenal, se desarrolle una nueva civilización, donde fluyan los idiomas, la libertad moderna de la expresión. Un lugar terrenal donde no se destruyan las ideas con el uso de las armas y la violencia. Para que allí los inversionistas extranjeros y nacionales puedan asegurar sus patrimonios.
México tiene en sus manos esa gran oportunidad justo en este momento en que se presentan una serie de discordias y conflictos políticos, tanto en Europa, África, Asia, los Estados Unidos, Centro y Sud-América. Estamos en el punto álgido de nuestra historia. En estos momentos los partidos políticos mexicanos, deben de enfriar sus ansias locas de dominio y poder tiránico, y demostrarle al mundo, que somos un país civilizado, capaz de recibir con los brazos abiertos a los inversionistas, porque si seguimos por el mismo camino, las aves golondrinas viajaran a otros países.
México es una nación que posee todos los recursos naturales y humanos para salir adelante y tratar de formar parte de las grandes potencias económicas. Si lo desaprovechan nuestros dirigentes políticos, también los empresarios mexicanos van a empezar a peregrinar lenta y pausadamente al Viejo Continente, principalmente a Londres y París. Que están siendo señaladas por el dedo de la historia, para que en ellas impere: la Libertad Moderna. El nuevo centro de la humanidad, donde la religión jugará un papel muy importante para el futuro del planeta tierra.
*El Autor es Sociólogo, Historiador, Escritor e investigador.
Protegido por Derechos de Autor. All Rights Reserved.