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8 de marzo: un día para reivindicar la equidad de género

Prácticamente 3 de cada 4 mujeres de 25 a 44 años de edad en Sonora desempeñan alguna actividad laboral. En contraparte, en los hogares las mujeres continúan teniendo bajo su responsabilidad la mayor parte de los trabajos de cuidados

Por Gabriela Grijalva Monteverde

Si nos preguntamos qué es lo que necesitan los seres humanos para vivir, seguramente se nos vienen a la mente inmediatamente cosas materiales como por ejemplo agua, alimentos, vestido, vivienda, medios de transporte, etcétera. Es menos común que reparemos en que hay cosas no materiales que son igualmente indispensables para el sostenimiento de la vida como son la seguridad, la comunicación, el afecto y los cuidados (en todas las etapas de la vida, pero particularmente en la infancia, en la enfermedad o la discapacidad, y en la vejez).

Y si nos preguntamos cómo conseguimos las personas aquello que necesitamos para vivir, también es usual pensar inmediatamente en el dinero que se requiere para comprar las cosas en el mercado, y en que para conseguirlo hay que desempeñar alguna actividad laboral remunerada, o en el funcionamiento de una provisión pública, como sería la seguridad. Pero pocas veces se repara en que, por ejemplo, aun cuando se compren con dinero, los alimentos que todos consumimos no se preparan solos, y ni la ropa que vestimos ni la vivienda que habitamos se mantienen limpias y listas para usarse por arte de magia, sino porque alguien se encarga de hacerlo. Igualmente ocurre que los cuidados requeridos en la infancia, la enfermedad y la vejez no se dan en el vacío, sino que alguien los tiene que proveer y buena parte de ellos tiene lugar en el hogar.

Así es que si se piensa bien, nos daremos cuenta que para sostener la vida y el funcionamiento de la sociedad se requiere el trabajo en la esfera pública (el mercado, las empresas y el gobierno) y en la esfera privada (los cuidados en los hogares). Y como ninguno de los dos ámbitos puede existir sin el otro, debemos concluir que el trabajo para el mercado, el gobierno y el de los hogares es igualmente relevante para la vida. Sin embargo, esta idea es todavía poco común, concediéndose generalmente mayor importancia a las actividades para el mercado y en el sector público, e ignorando el valor de las actividades que se realizan en los hogares al grado de ni siquiera llamarlas trabajo.  

En las últimas décadas ha habido importantes cambios con la incursión cada vez mayor de las mujeres en el trabajo extradoméstico, tanto en empresas como en los gobiernos. Por citar solo un dato: este año prácticamente 3 de cada 4 mujeres de 25 a 44 años de edad (esto es, en plena edad reproductiva) en Sonora desempeñan alguna actividad laboral en el sector privado o gubernamental. En contraparte, en los hogares se observan cambios menores, pues en ellos son las mujeres quienes continúan teniendo bajo su responsabilidad la mayor parte de los trabajos de cuidados.

Esta desigual distribución de la responsabilidad en los trabajos necesarios para el desarrollo de la sociedad representa una gran desventaja para las mujeres, quienes no sólo tienen sobre sus hombros una carga de trabajo mayor (sumando el trabajo que hacen para el mercado y para los hogares), sino que con frecuencia deben enfrentar condiciones de desvalorización de su actividad tanto en el hogar como fuera de él.

Es por ello que hoy en día continúa siendo necesario reivindicar que hombres y mujeres compartan equitativamente los espacios en que interactúan, tanto en el ámbito público como en el de los hogares en que conviven: participando por igual de las condiciones de trabajo, responsabilidad y toma de decisiones en todos los espacios.

De eso se trata la equidad de género: ni más, ni menos.

 

*Gabriela Grijalva, rectora del Colegio de Sonora; Doctorado en Ciencias Económicas; Licenciada en Física y Matemáticas; investigadora en áreas de desarrollo, sustentabilidad, y género.