¿Quizás lo que ocurrió el 2 de octubre se olvidó?

El abogado y analista político Luis Pazos vivió en carne propia la matanza del 68 y cuenta su versión
Por Antonio López Moreno/ Ehui.com
Al enunciar la frase “2 de octubre no se olvida”, miles de jóvenes recuerdan con nostalgia la muerte de estudiantes en la plaza de las tres culturas en 1968; sin embargo existe una hipótesis que sugiere que la verdadera historia no haya sido contada con exactitud, y que quizás, lo que ocurrió verdaderamente el 2 de octubre ya se haya olvidado.
Luis Alberto Pazos de la Torre, un abogado, analista político y ex funcionario público, escribió una monografía para el Centro de Investigaciones Sobre la Libre Empresa A.C. titulada “Tlatelolco 68, 50 años de mitos”, en donde se describen como autores intelectuales y materiales de la tragedia a las fuerzas comunistas y no al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz y a su ejército.
El también escritor de varios libros y artículos sobre ciencias políticas, intenta brindar al lector mediante esta monografía otra versión sobre la historia, sin conceder tampoco la razón completa al ex presidente de México.
“Hay quienes culpan al presidente de la república Gustavo Díaz Ordaz y al Secretario de Gobernación en turno, Luis Echeverría; otros al ejército o grupos políticos que buscaban impedir la candidatura del Secretario de Gobernación. Sería pretencioso afirmar que tengo la versión definitiva, pero sí una hipótesis que parte de hechos comprobados”, inicia así la lectura sobre Tlatelolco.
En ese entonces, recuerda Luis Pazos, él era presidente de la sociedad de alumnos en la Escuela Libre de Derecho, y narra que en esas fechas fueron notificados sobre una invitación a participar en agitaciones junto a estudiantes del Politécnico y el Consejo Nacional de Huelga. Asegura que rechazaron tajantemente la invitación.

Desde inicios del movimiento, el autor señala que siempre desconfió del mismo pues observaba propaganda comunista en las marchas, a cuyos líderes —todos ellos estudiantes— les conocía un importante manejo de dinero en efectivo.
No obstante, ese movimiento fue perdiendo fuerza, dice el autor, así que los grupos comunistas enfocaron sus esfuerzos en boicotear las Olimpiadas de ese año, para llamar la atención de la prensa internacional.
Un día antes del hecho histórico, Luis Pazos cuenta que recibió la visita de un amigo suyo quien le advirtió que no acudiera a Tlatelolco, pues algo malo estaba por suceder.
“Habrá enfrentamientos, no sé exactamente lo que pasará, ni te puedo decir más, pero no te acerques”, fue la advertencia de este joven que participaba activamente en el movimiento estudiantil.
¿Qué pasó en Tlatelolco?
A diferencia de otras versiones en donde indican que la manifestación fue censurada y reprimida, Luis Pazos de la Torre explica que la misma se llevó en su totalidad; y en ese orden de ideas, precisa que el entonces general del ejército José Hernández Toledo, reportó en su parte policiaco que la manifestación concluyó sin novedad.
Pero para sorpresa del mismo ejército, cuenta el escritor, al momento de que el general se disponía a desalojar la plaza con un megáfono, invitando a los estudiantes a dejar la zona, desde las alturas comenzaron a descender ráfagas de metralla hacia los soldados y estudiantes. Uno de los primeros heridos fue el general.
La monografía de Pazos de la Torre, publica una imagen en donde puede apreciarse que los integrantes del ejército disparaban hacia arriba, hacia donde estaban los francotiradores y desde donde llegaban las primeras ráfagas de balas, y no hacia los estudiantes, como algunas versiones acusan.
Curiosamente, los oradores y líderes del movimiento comunista, abandonaron la plaza antes de que comenzara la lluvia de balas; y uno de los que abandonó a tiempo la zona, fue el amigo de Luis Pazos, quien como se describe anteriormente, estaba enterado de que algo malo iba suceder.

Un diario de la época de nombre “Novedades”, publicó en la portada de su edición del 3 de octubre del 68 “Balacera entre francotiradores y el ejército en ciudad Tlatelolco”, lo que también motivó a Luis Pazos a desconfiar de las versiones que culpaban al ejército y al gobierno federal del atentado.
Así, el autor enfatiza en que su amigo, miembro del movimiento y simpatizante de la ola comunista de aquel entonces, le confesó: “los sacrificaron —refiriéndose a los estudiantes muertos—, no creí que fueran tan cabrones, fueron ellos mismos, pero querían que el desmadre llegara hasta las Olimpiadas”.
Posterior, cuenta en Tlatelolco 68, 50 años de mitos, pocos días después del 2 de octubre, un grupo de estudiantes le solicitó que suspendieran clases en la Escuela Libre de Derecho a manera de reclamo por la muerte de estudiantes. Él les respondió: “Si me dan el nombre de un líder importante del Consejo Nacional de Huelga que haya muerto en Tlatelolco, cierro la escuela”. No hubo contestación, asegura.