El ene-amigo López acota a Claudia Sheinbaum

De haber sensatez, sensibilidad política, y un enfoque realista y positivo de la problemática nacional, Claudia se encontrará con un bono de lealtad que no espera
Por Manuel Gutiérrez
La transición no es tersa, suave, ordenada y adecuada a lo planeado por Claudia Sheinbaum, que se ve empujada por el amigo-enemigo que la favoreció pero que ahora le cobra el favor, pretendiendo sujetar el próximo sexenio a su antojo, en un momento delicado para este México en que la magia es algo cotidiano, y lo imprevisto, la regla común siempre estar en vilo.
Prepárense, porque viene un choque de trenes.
El nuevo poder, aún no consolidado, tal vez todavía sometido a ser comparsa del presidente, aceptando sus disposiciones de fin de sexenio en que se contemplan las reformas frontalmente anti-democráticas de desaparecer poderes, de extinguir el Poder Judicial por una farsa de elección abierta, entre otras cosas a la par sujetando la próxima política económica a sustentar el barril sin fondo, llamado Pemex y la CFE, mediante candados que impidan su privatización, la inversión ajena y condenando al país a sufragar la “soberanía” que nos lleva a la ruina.
Claro que estos conceptos no entran en el panorama de los votantes que esperan sus pensiones a tiempo y punto. Y más dinero. Pero el problema para que la vaca dé leche, debe ser saludable, bien alimentada, y se encuentra en huesos visibles y filosos, como esqueleto, aquejada de un déficit fiscal, y con deudas millonarias y así famélica y seca, no le sacas una gota de leche.
Todo este reto complica el inicio de un nuevo sexenio y el anhelo de unidad de los mexicanos que comprende Claudia. También comenzó con un acto de sensatez, al pretender con moderación revisar su proyecto de México al nombrar a Juan Ramón de la Fuente, moderado e intelectual aprobado por toda la sociedad, ex rector de la UNAM.
Incluso ya sintió la reacción de los mercados a la concentración de poder que recibe, como la oferta de trasnacionales en apoyar su gobierno de Claudia, a cambio de estado de derecho y seguridad patrimonial, pan comido, para generar empleos, riqueza, impuestos, y desarrollo.
Si no se consolida Claudia, será títere por el resto de su período, y para ello no ha aguantado pacientemente el momento que ya llegó para ser el destino de México. Lázaro se tardó dos años en sacudirse a Plutarco, pero lo exilió con todo y su fortuna, para forjar una dinastía millonaria, pero sin poder político directo, pese a ser padre del PNR hoy PRI.
Echeverría culpable de la orden de Tlatelolco, fue ungido y aguantó, pero al primer día se volvió en contra Díaz Ordaz, que con huevos asumió la culpa histórica. Y luego vino el primer gran intento de populismo-socialismo, que seguiría con la desviación de López Portillo, que quiso al final de sexenio transformar el país, pero se contuvo, cuando vio que no podría pasar inadvertido en la jugada.
Claudia no contaba con la astucia del Tlatoani, que quiere definir los próximos seis años y asegurarse su influencia, ponerle candados, seguir en lo cerquita, próximo, arrimarle incondicionales del saliente, para atar la próxima perspectiva sexenal, cercarla con incondicionales radicales, con lopistas a ultranza, para que no se desvíe en un socialismo bananero, cuando lo que deberían aspirar es al socialismo democrático que vive Europa, como actualmente España, en que nadie siente inseguridad de un régimen totalitario.
La división se asoma a las filas de Morena, entre los favorables a la modernidad, a la pluralidad, a la apertura y la democracia, con Claudia. Y a ella la miran ahora los de clase media.
Y los que miran a un pasado centralizado, de poder absoluto y confrontando contra 40 millones de mexicanos que no formaron parte del séquito elector, sector secta, radicalizado, fanatizado y pobremente tolerante. Los enemigos de este régimen no los creó la derecha, ni el liberalismo, los unificó y exasperó López. La meta equivocada está en ser un país injusto y paupérrimo como Cuba o Venezuela, con deidades gobernándolo eternamente, como en Nicaragua, todo en nombre del pueblo, que padece opresión y hambre.
Es tan seria la coyuntura, sin necesidad de dramas, por la presión que metió el presidente en sus últimos días, asegurándose que el segundo piso de la transformación sea idéntico a sus ideas, no a las de Claudia, que esboza que será la 4T pero con su sello.
Hagamos apuestas, pero algo es claro, López no dejará de intervenir, como lo hizo en toda la etapa electoral su necesidad de la droga del poder, del mando, de sentirse indispensable, no le permite otra obsesión.
El sello de la nación, es único por cierto y lo debe tener el presidente que lo pone en custodia del Canciller. Como el bastón de mando, figura que se añadió en este sexenio como parte simbólica y folklórica, pero la banda presidencial, la silla, y el poder total que lo tiene ahora Claudia, no tiene parangón, ni antecedente alguno, es superior en indicadores a los que tuvo López, tal vez Venustiano Carranza, sea comparable en poder a lo que el pueblo por pensiones hizo por Claudia.
Mujer, primera presidente, de origen judío, con doctorado en Berkeley, pero hasta ahora sin capacidad de mostrar decisiones grandes por cuenta propia. Hoy la clase media, espera de ella su aproximación, su inclusión, la visión amplia de un México de todos. Inesperado apoyo resulta ahora que afrontará su mayor riesgo: Los radicales y los obsesos del poder de Morena y el padrino que no quiere dejarla sola.
Probablemente el apoyo total a su gestión venga de donde era la anterior oposición, por una simple razón, todo lo demás lo tiene copado López.
De haber sensatez, sensibilidad política, y un enfoque realista y positivo de la problemática nacional, Claudia se encontrará con un bono de lealtad que no espera, con un apoyo huérfano, que busca señales de reconciliación, de advenimiento, de democracia. La oposición sigue latiendo, pero de momento quedó sin un liderazgo visible, sin una Xóchitl con certeza. La fusión propuesta de Fuerza del Corazón con Movimiento Ciudadano, al sumar cifras, si hubiera operado un triunfo opositor, pero Dante Delgado fue el gran cómplice de entregar todo a Morena, entre otros factores si era una medida positiva y de verdadera oposición.
No es el final para Xóchitl, pero tampoco será la misma perspectiva de ser la líder de la oposición que se hizo aglutinando intereses partidistas. Pueda ser que intente hacer campaña sexenal para la próxima, dado que finalmente era buena candidata que convenció a la clase media, menor en número a los desamparados.
Los partidos buscarán a qué árbol con sombra, arrimarse, y hasta tener claridad todo es prematuro. Los líderes partidistas no representan opciones confiables en este momento, pero están en un proceso de supervivencia y de avances cortos, de revisiones y especulación ante la barrida sufrida.
Movimiento Ciudadano, fue la fuerza discordante del proceso, y seguirá siendo un guiñol de la presidencia, la actual o la próxima. Obtuvo su recompensa en el reconocimiento sacrificando la protesta de sus candidatos en el estado de Jalisco y omitiendo atención a las denuncias de incidentes electorales que fueron abundantes y demasiado frecuentes, una operación muy sucia, muy burda, que terminó apelando al reconocimiento del poder presidencial actual.
Y eso lo entendieron los mercados, pero al presidente que se va, —dice— poco le interesan las cotizaciones, dice que prefiere la justicia como él la entiende.
Tal la palabra indicada sea venganza, contra la Suprema Corte, contra el Poder Judicial, contra el INE que dos veces le legítimo su triunfo, pero el rencor es la máxima de un presidente que quiere dejar todo fijado, amarrado y sin otro rumbo, que el deseado: La confrontación, acrecentada, porque no puede hacer campaña sin enemigos reales o ficticios. Debe fabricarlos para ser creíble su narrativa.
Mucho dependerá de Claudia, ella aceptó un país con serios problemas y un manejo desastroso en el tramo final. Si en campaña no lo admitió, ahora en el ejercicio próximo tendrá que tener resoluciones a los asuntos que antes negaba por obediencia que existen y demandan solución.
Puede lograr algo más que el carro completo, porque se conjuntan oportunidades que de aprovecharse pueden generar progreso, equidad y satisfacer los objetivos sociales que busca. Puede tenerlo todo, porque no hay rival alguno, a no ser que lo fabrique ella misma, que puede atraer a todo México luego de las elecciones.