Tormentas opacan el primer Grito de Peña
El presidente Enrique Peña Nieto prefirió atender la contingencia generada por el huracán «Ingrid» y la tormenta tropical «Manuel», que celebrar los festejos patrios con los invitados que lo acompañaron en Palacio Nacional para la ceremonia del Grito de Independencia.
Eran siete minutos después de la medianoche cuando el mandatario bajó al Patio de Honor de este recinto. Llegó, saludó a algunos de los invitados, subió a un pequeño templete, tomó el micrófono, agradeció a todos por su presencia y explicó que él y su gabinete no podrían continuar con los festejos, pues tenían que coordinar las acciones para atender a los afectados por estas tormentas.
Tras el breve mensaje, se despidió de mano de algunos invitados, habló unos momentos con algunos de sus secretarios y abandonó el recinto. Eran las 12:18. Peña estuvo sólo 660 segundos en el Patio de Honor, menos de un segundo por cada uno de los 760 invitados que lo acompañaban en los festejos de su primer Grito de Independencia como presidente de la República.
Seguramente, el mandatario prefirió despertar el 16 de septiembre escuchando a sus detractores poner en duda su preocupación por las damnificados por las lluvias, que oírlos acusándolo de que él departía en una fiesta mientras medio México enfrentaba una noche de emergencia… Las dos tormentas referidas habían dejado a su paso, hasta ese momento, 22 muertos.
Afuera, en un Zócalo ya sin maestros de la CNTE y “blindado” por fuerzas policiales y militares, la plaza central lucía llena, al menos en las imágenes transmitidas por cadena nacional; con cientos de asistentes que vestían impermeables y otros accesorios “misteriosamente similares”…
Para el aguacero que caía en el Primer Cuadro de la capital mexicana, eran demasiadas las sonrisas que se veían en las tomas difundidas por el Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales (Cepropie) del Gobierno de la República.
El frío que enfrentaban los asistentes a la plancha del Zócalo, tuvo su réplica al interior de Palacio Nacional. Los invitados por el Ejecutivo federal eran diplomáticos, altos mandos del gabinete presidencial (y sus familiares), las cabezas del Congreso de la Unión y del Poder Judicial y trabajadores de diversos medios de comunicación.
“Bastante deslucido”, se le escuchó decir sobre el evento a uno de los pocos políticos no priistas presentes, y así calificó al festejo incluso antes de que el presidente anunciara que no se quedaría a cenar.
No estuvo en Palacio Nacional, Manlio Fabio Beltrones, coordinador de los diputados del PRI y quien hace poco se manifestó en contra del IVA a la educación privada sugerido en la propuesta de reforma hacendaria presentada por Peña Nieto. Tampoco estuvo Emilio Gamboa Patrón, líder de la bancada del PRI en el Senado.
No estuvieron los presidentes del PAN y el PRD, sus aliados en el Pacto por México; no estuvo tampoco el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera; tampoco hubo una numerosa presencia de empresarios o de personajes del mundo de la farándula.
Quienes sí estuvieron en Palacio, fueron los miembros de la familia presidencial, casi todos los miembros del gabinete, el presidente del PRI, el de Nueva Alianza, los coordinadores del Partido Verde en ambas Cámaras del Congreso, algunos líderes religiosos como el cardenal católico Norberto Rivera o el arzobispo de la Iglesia Ortodoxa Antonio Chedraoui.
De los secretarios del gabinete no se vio a Miguel Ángel Osorio Chong de Gobernación, ni a Rosario Robles de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), quienes o no estuvieron en los festejos o tuvieron que abandonarlos para atender la reacción gubernamental ante la crisis por «Ingrid» y «Manuel».
Después de la 1:00 AM, la titular de la Sedesol anunciaba a través de su cuenta de Twitter que viajaría a Guerrero para coordinar la atención a los damnificados, en esta entidad en la que al menos 14 personas han muerto por las lluevias.
Por esa misma hora, el gobernador de Puebla informaba también vía Twitter, que estaba con su esposa “disfrutando” del concierto que dieron en la capital de ese estado Mijares y Emmanuel; mientras a 132 kilómetros de distancia, en el municipio de Tlatlauquitepec, Puebla, tres personas habían perdido la vida como consecuencia de los derrumbes ocasionados por la tormenta.
En el Distrito Federal, el Gobierno Federal había tomado medidas para que el primer Grito de Independencia del sexenio fuera una noche de celebración, que no la pusiera en riesgo la protesta magisterial de la CNTE en el Zócalo… Eso lo había conseguido. Lo que no pudo prevenir la administración de Peña Nieto es que dos tormentas serían las que iban a nublar éstos, sus primeros festejos patrios.
ADNPOLITICO