Protegerse y sentirse bien en invierno

En invierno el organismo precisa de más alimentos yang, que son los que permiten almacenar energía que el cuerpo necesita
Por Marina Brauer
El invierno puede asociarse con frío, escasez, tristeza y decaimiento especialmente las personas mayores o las que desafortunadamente han tenido pérdidas familiares cercanas a las fiestas decembrinas porque ya no estarán presentes físicamente pero siempre estarán espiritualmente en nuestra vida y pensamientos porque formaron parte de nuestras vidas.
Disfrutar de un invierno saludable con alegría es posible pero también se puede tener con abrigo, lucidez, cariño serenidad y una oportunidad para regenerarse.
Invierno vienen del latín hibernum. Se trata de un periodo de latencia y regeneración, en el que tanto la naturaleza como los seres vivos se interiorizan. Disminuye la actividad vital: muchos animales hibernan y las plantas concentran energía en sus raíces. Es época para el descanso y reflexión, para que la naturaleza se desprenda de lo accesorio.
Un tiempo de reestructuración interior previo al resurgir de la primavera. En estos meses de días cortos, noches largas y temperaturas bajas, impera la energía yin, que se asocia con el frío, la quietud, lo femenino y el agua. Los días son más oscuros y se acentúan las sensaciones de vacío y profundidad. Ante este panorama conviene reforzarse tanto física como interiormente.
Al igual que ocurre en el animal, de manera natural el invierno invita a los seres a recogerse y a pasar más tiempo en casa. Ofrece momentos excelentes para relacionarse con las personas queridas, para dedicarles tiempo y afecto. Cultivar las relaciones humanas enriquece y aumenta nuestra energía. En las culturas agrarias ancestrales, el invierno es época para reunirse con la familia, junto al fuego para degustar platos nutritivos con la comida atesorada en los meses precedentes. Si se derrocha energía durante la estación, va en contra del ciclo que la naturaleza pauta, es posible que se sientan descompensaciones y desórdenes físicos o emocionales, como tristeza, decaimiento. Sin embargo, si se es capaz de vislumbrar oportunidades que brinda el invierno pueden vivirse meses de plenitud y alegría. Con las sencillas propuestas a continuación.
Frente al frío invernal, el cuerpo humano precisa de una mayor reserva de energía. Esto no quiere decir que se deba ingerir más cantidad de alimentos y desequilibrar la dieta, pero sí puede ser útil modificar la naturaleza de los alimentos por los que se opta.
La falta de luz solar es muy frecuentemente causa de desánimo, apatía, cansancio e incluso depresión. La ciencia ha demostrado que la luz natural afecta a múltiples procesos biológicos humanos sobre todo al sistema endocrino responsable de la producción y regeneración hormonal e influye directamente en el estado físico y anímico. La luz también tiene un impacto en los neurotransmisores cerebrales y en los sistemas nervioso e inmunológico. Llega incluso a modificar la atención, el humor, el comportamiento y el rendimiento laboral.
Los seres humanos precisamos de una luz con intensidad de entre 800 a 1,000 lux para que la glándula pineal pueda inhibir la secreción de melatonina la hormona del sueño y a su vez segregar serotonina y dopamina las hormonas del buen humor y de la actividad.
En invierno el organismo precisa de más alimentos yang, que son los que permiten almacenar energía que el cuerpo necesita. Los cereales integrales como la avena, el arroz, o las legumbres aportan hidratos de carbono complejos que aumentan este tipo de energía.
También es importante recordar que los alimentos de temporada y producción local ofrecen muchas ventajas. Al haber menos manipulaciones y llegar frescos al mercado conservan mejor sus vitaminas y minerales. Estos nutrientes son necesarios, pero a veces pueden escasear en la dieta de invierno porque se tiende a consumir menos verduras y frutas crudas. Verduras como la acelga, espinacas, la cebolla, puerro, la alcachofa, las coles y las calabazas abundan es esta época junto a frutas como las naranjas, mandarinas, kiwi y uvas aportan nutrientes y sustancias antioxidantes que contribuyen a mantener el sistema inmunológico. Otros alimentos nutritivos adecuados para esta época del año son las oleaginosas: semillas de ajonjolí, calabaza. nueces, almendras, que proporcionan al organismo abundante energía, o la soya porque resulta remineralizante, contribuye a alcalinizar la sangre y tonifica el riñón junto con la vejiga, uno de los órganos a los que se debe prestar más atención en esta época según la medicina tradicional china.
A fin de mantener en buena forma el estado de ánimo es aconsejable asimismo moderar los alimentos refinados e incluir platos diferentes de vegetales de raíz como las zanahorias, el hinojo, el betabel en caldos con pollo, pescado o hueso al que es importante añadirle el jugo de un limón, para aprovechar el calcio de los huesos. De acuerdo a la medicina china lo salado es el que se asocia al invierno es preferible tomarlo en los alimentos que lo contienen en forma natural como las algas el pescado, al igual que las legumbres y verduras de raíz, la sal en dosis moderada es beneficiosa para los riñones y tonifica el ánimo pero en exceso puede producir agresividad, retención de líquidos y enlentecer el metabolismo.
Cuando hace frío es preferible tratar con los alimentos con cocciones lentas largas y acuosas, en forma de sopas, guisados u horneados, puesto que aportan calor al organismo y desnaturalizan poco los alimentos. Añadiendo condimentos y plantas aromáticas como ajo, jengibre, pimienta negra, clavo, cebollas moradas que aumentan la sensación de calor en el cuerpo.
Es importante incluir el limón ya que es alimento escaso en carbohidratos (8%), proteínas (0,9%) y sobre todo, en grasas (0,5%)-, pero su valor terapéutico es muy extenso. La razón es su riqueza en vitaminas minerales y fitocomponentes varios. Abundan los minerales como magnesio, cobre, yodo, hierro, calcio, fósforo, potasio, azufre y cinc. Contiene un porcentaje del grupo B, pero lo más destacable es su riqueza en vitamina C, 100 g de limón contienen unos 55 mg de ácido ascórbico, por lo que una pieza mediana cubre las necesidades diarias de vitamina C (60 mg).
Lo más interesante del limón es su alto contenido en ácidos orgánicos: cítrico, málico, fórmico, acético, y posee también terpenos, unas sustancias que le confieren su típico aroma y le atribuyen cualidades anticancerígenas. Se puede tomar el jugo diluido así no perderá sus propiedades y se tolera mejor. También se puede utilizar saludablemente para aderezar las ensaladas incluso los platos con legumbres y verduras.
Es muy recomendable en la mayoría de enfermedades infecciosas, sean virus, o bacterianas, tomar jugo de limón diluido es una buena idea porque aumenta las defensas (activación de los glóbulos blancos), mejora la fiebre y ayuda a eliminar toxinas. Su riqueza en flavonoides y vitamina C también lo hace muy útil como remedio preventivo, al estimular el sistema inmunológico. Es muy útil en resfriados, gripe y bronquios. También en faringitis, amigdalitis, se puede agregar miel de abeja si no es intolerante al polen, en los pacientes diabéticos es mejor la de agave.
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