Hoy en el Día Internacional de la Vaquita Marina: Sonora entre la extinción de la vaquita marina y la crisis social de los pescadores

Por Redacción PPD y Patricia López
El 18 de julio se celebra el Día Internacional de la Vaquita Marina, proclamado por el Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA) en su campaña Feroz por la Vida, en el que trata de concienciar sobre la vida silvestre en el planeta.
A pesar de declaratorias oficiales y esfuerzos intermitentes, la tragedia ecológica de la vaquita marina sigue avanzando en el Alto Golfo de California, especialmente en las costas de Sonora, donde la pesca ilegal, la falta de vigilancia efectiva y la crisis social de las comunidades pesqueras forman un círculo vicioso que amenaza con extinguir a la especie y profundizar el conflicto humano.
Desde 2017, el gobierno mexicano declaró una zona de «tolerancia cero» para redes de enmalle —las más letales para la vaquita—, pero la pesca furtiva de totoaba persiste en zonas poco o nada vigiladas, como el Golfo de Santa Clara, una de las regiones más críticas de Sonora.
Aunque la Marina ha instalado bloques con ganchos para romper redes ilegales, estas acciones se ven limitadas por falta de presupuesto, poca coordinación con autoridades civiles y resistencia de algunas comunidades. La pesca ilegal continúa a plena luz del día, mientras las autoridades enfrentan denuncias por ineficiencia o incluso complicidad.
Protestas, violencia y un mar sin ley
El conflicto escaló en marzo pasado cuando pescadores agredieron a personal de Profepa y destruyeron al menos 15 vehículos oficiales. La protesta en el Golfo de Santa Clara dejó claro que la tensión no es solo ambiental, sino profundamente económica y social.
“Nos quitaron todo, ni redes ni permisos. ¿Y luego qué comemos?”, reclamó un pescador de la zona a medios locales. Mientras tanto, la impunidad reina: organizaciones como Greenpeace y el CEMDA han denunciado que en los últimos cinco años solo se han realizado siete detenciones formales por pesca ilegal de totoaba en toda la región.
En marzo de 2025, se decomisaron 72 ejemplares de totoaba muerta y más de 9 mil metros de redes ilegales en costas de Baja California. Siete vaquitas atrapadas fueron liberadas, pero la población sigue estimándose en menos de 10 individuos.
La vaquita marina (Phocoena sinus) es el mamífero marino más amenazado del planeta y endémico del Alto Golfo. Su destino, sin embargo, parece sellado por intereses comerciales, corrupción e indiferencia oficial.
La falta de resultados ha provocado advertencias serias desde el extranjero: Estados Unidos y la Comisión Ambiental del T-MEC han puesto a México bajo observación, con la posibilidad de aplicar sanciones o suspender exportaciones pesqueras si no se garantiza la protección efectiva de la vaquita y el cumplimiento de tratados internacionales.
En contraste, pescadores legales de Sonora denuncian que los fondos federales de apoyo no llegan a los verdaderos afectados. “Mientras los ilegales siguen en el mar, nosotros estamos en tierra, sin ingreso y sin ayuda”, acusó un miembro de una cooperativa pesquera.
¿Por qué se aceleró la extinción de la vaquita marina?
En realidad todo se debe a dos factores, el primero son las malas políticas en cuanto a la pesca en México y la segunda, la cantidad de personas que buscan al buche de totoaba.
El totoaba es un pez de 2 metros de longitud que puede llegar a pesar 100 kilos, pero en china se le atribuye propiedades curativas casi milagrosas.
La creencia está tan arraigada, que a este pez se le conoce como la cocaína del mar y cada pescador puede venderlo en 5000 dólares, eso sin contar que el consumidor puede llegar a pagar hasta 100 mil dólares en el mercado asiático.
La pesca del totoaba se realiza con enormes bancos de redes y esta es la razón principal de los decesos de las vaquitas marinas, quienes quedan atrapadas y terminan pereciendo al no poder salir a la superficie a respirar.
El dilema: especie o subsistencia
La vaquita marina agoniza en un contexto en el que el combate a la pesca ilegal parece más una simulación que una estrategia efectiva, y donde los pescadores, muchos en condiciones de pobreza, sienten que su voz no cuenta.
Salvar a la vaquita requiere más que discursos: exige una estrategia integral, con justicia ambiental, atención real a las comunidades, vigilancia eficiente y cero tolerancia a la impunidad.
De lo contrario, no solo perderemos una especie única, sino también la posibilidad de un modelo de desarrollo pesquero sustentable en el norte de Sonora.