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La justicia que llega tarde

Sandra Lucía Téllez, una de las dueñas de la Guardería ABC, fue detenida en Arizona por la Interpol; la herida tras la tragedia infantil, aún sigue abierta

 

Por Alberto Moreno / Sin Corbatas

 La noticia reventó en los medios como una bomba que muchos creían silenciada: Sandra Lucía Téllez Nieves, una de las socias propietarias de la Guardería ABC, fue detenida esta semana en Arizona, tras años prófuga y con una ficha roja de Interpol sobre sus espaldas.

Han pasado dieciséis años desde aquel fatídico 5 de junio de 2009, cuando el fuego devoró en minutos la vida de 49 niños y niñas, y marcó para siempre el alma de Hermosillo. Y no, no fue un accidente. Fue una tragedia fabricada por la negligencia, la corrupción y la impunidad.

Hoy, la detención de Téllez Nieves no representa aún justicia. Es apenas una señal de que el tiempo no borra la verdad, pero tampoco la garantiza.

 

 

¿Dónde están los demás?

 Que no se nos olvide: la Guardería ABC no era una casa improvisada. Era una estancia infantil subrogada por el IMSS, con nombre, número de contrato, y la firma de varios funcionarios federales y estatales que aprobaron su operación pese a sus graves deficiencias: un solo acceso, sin rutas de evacuación, sin sistemas contra incendios, con paredes improvisadas de tabla roca… y a escasos metros de una bodega gubernamental repleta de documentos oficiales.

¿Quién firmó los permisos? ¿Quién inspeccionó y autorizó? ¿Quién hizo como que no veía?

¿Por qué nadie más está tras las rejas?

 

El silencio institucional: la verdadera condena

Detener a Téllez Nieves es apenas un símbolo tardío, y, si somos francos, una cortina de humo si no se actúa de inmediato contra los demás responsables:

Funcionarios del IMSS que validaron instalaciones ilegales.

Autoridades de Protección Civil que omitieron clausuras.

Gobernantes estatales que encubrieron responsabilidades.

Ministerios Públicos que archivaron pruebas.

Y una justicia federal que permitió la reducción de sentencias escandalosas: de más de 28 años a apenas 5.

¿Qué mensaje envía eso a las familias que siguen dejando flores cada 5 de junio? ¿Qué entiende México por justicia?

 

¿Justicia real o espectáculo momentáneo?

El verdadero juicio no es solo el que se le debe a una mujer detenida en Arizona. El verdadero juicio es al Estado mexicano, por su incapacidad —o su falta de voluntad— de castigar a los responsables de la muerte de 49 inocentes.

Porque mientras la sociedad mexicana era testigo de funerales masivos, de familias quebradas y de niños que sobrevivieron con quemaduras de por vida, el aparato político operaba para proteger a los suyos.

Algunos hoy están retirados. Otros, muertos. Otros tantos, cómodamente en el anonimato. Y las familias… ellas siguen esperando. No por venganza. Por justicia, verdad y memoria.

 

¿Y ahora qué?

La extradición de Sandra Téllez Nieves debe concretarse sin demoras, sin tecnicismos, sin privilegios. Tiene que responder ante las víctimas. Pero si el gobierno de México se conforma con eso, el caso seguirá inconcluso.

La justicia no se construye con trofeos, sino con procesos justos, integrales, y con valentía institucional para escarbar hasta el fondo. Esto incluye reabrir investigaciones, procesar a exfuncionarios, castigar a quienes encubrieron y construir una reparación real.

La tragedia de la Guardería ABC no prescribe moralmente. No puede ser simplemente un episodio triste. Es un espejo de un sistema podrido que, si no se transforma, volverá a cobrar vidas inocentes en nombre del dinero, el compadrazgo o la omisión criminal.

 

El país de los nunca culpables

México ha sido durante décadas el país donde nunca nadie es culpable. Donde los casos emblemáticos se diluyen con el tiempo, y donde las víctimas son olvidadas en cuanto las cámaras se apagan.

Hoy, tenemos una oportunidad: convertir este arresto en un parteaguas. No por presión mediática, sino por dignidad nacional. Porque la justicia que no llega a tiempo, no es justicia. Es una afrenta. Es traición.

Que nadie lo olvide. Que nadie se atreva a justificar. Y que nadie vuelva a decir que “no se pudo hacer más”. Porque sí se pudo. Y no se hizo.