Cuando las absoluciones, condenan

Pío y los acordeones
Por Manuel Gutiérrez
Victoria legal sin lugar a dudas, victoria del poder absoluto: Las absoluciones oficiales otorgadas por el Poder Judicial, consumaron un acontecimiento paradójico: Los absueltos, aunque inmunes, si fueron condenados, en el caso de Pío López Obrador, y en el segundo caso, la negación de anulación de la reforma judicial, ante 3,800 acordeones, que fue referida al criterio de la jueza, en lugar de las pruebas. El INE Taddei, salió muy raspado de ese proceso de victoria, con mancha.
Por partes, Carlos Loret divulgó por medio de Latinus, el video de Pío López Obrador recibiendo dinero de David León, y declarando que era para el entonces presidente Andrés Manuel. Cuando el asunto se hizo público y un caso de ese tamaño hubiera bastado para una interdicción del presidente, en otro tipo de democracia, aquí, se resumió a la defensa verbal de Andrés Manuel en la mañanera.
En su afán de explicar ese molesto pero jugoso incidente, declaró que eran “donativos para la campaña” lo que necesariamente involucró al INE, dado que en su defensa, Andrés metió la materia electoral en el asunto de la corrupción. Era un delito electoral confeso.
El INE y su Tribunal Superior Electoral, sin embargo, solamente obligaron a comparecer y declarar a uno, al querellante, al que denunció: Carlos Loret fue sentado en el banquillo de los acusados, en tanto los presuntos culpables nunca fueron molestados, paradojas de la injusticia mexicana.
El remate de todo ese sainete judicial y de poder los dio el fallo absolutorio, pese a la evidencia pero hay que señalar que el video en el derecho mexicano no se considera una prueba plena, una evidencia absoluta. Es decir, TODOS vimos el delito, todos vimos la materia del mismo y conocimos el desenlace del proceso.
De la misma manera, aplica el asunto para la resolución de Mónica Soto y los dos nefastos Felipes, uno de ellos Felipe Mata Pizaña y el otro Felipe Fuentes Barrera, que destruyeron el proyecto de sentencia del magistrado Reyes Rodríguez, y en forma prepotente, negaron la realidad de la evidencia, el cuerpo del delito, sin establecer con conceptos jurídicos las relaciones, consecuencias y efectos reales del mismo. Simplemente deseaban que los acordeones hablaran por sí mismos, que dieran una declaración de culpabilidad.
Ciertamente la analogía no es un camino jurídico, más en las invocaciones de jurisprudencia. Pero el delito fue reconocido por la sociedad. Un poder absoluto sobre Mónica y los Felipes, imperó y despojo de la soberanía necesaria para conocer el asunto, eran piezas obedientes del mandato ejecutivo, que exigió desde antes que se realizara esa sesión que no se tumbara la reforma judicial.
El pueblo, no todo pero el informado, el pensante, observó el hecho y su paradigma. Es un ejemplo de sometimiento de un poder a otro. Un caso de abyección. De nada valieron los abundantes diplomas, los títulos causa de satisfacción de sus universidades privadas y públicas que los formaron como joyas de talento.
Verdaderas fieras del derecho constitucional, majestades del derecho con toda clase de títulos maestrías y doctorados.
Y las universidades de las que surgieron: La Universidad Autónoma de Guadalajara, la Panamericana, la Iberoamericana, la UNAM, la crema de la crema. Egresados nimbados de altos niveles de ciencia, se hundieron ante la realidad política del mandato superior y de doblegarse ante el sueldo, los premios, el poder y el cargo, por encima de la dignidad y la Patria, esos conceptos no dejan dinero.
Cumplieron la consigna y sobrepusieron para sentencia el criterio del juzgador sobre la existencia misma de las pruebas, rechazaron proyectos opuestos al sentido por que aparecieron sus nombres en los mismos acordeones.
El acto final vino de la presidente Sheinbaum que como poder que no juzga, se limitó a reconocer el buen trabajo de sus lacayos. Con ello cerró el círculo, perfectamente legal, pero no en el campo de la ética, de la ontología jurídica, fue un fracaso de los valores que sustenta el derecho y que llenan de honor a los que los sostienen, enseñan y divulgan.
Los fallos fueron absolutorios, como en toda dictadura en que los jueces son comparsas.
Pero no ante muchos mexicanos que estudiaron o que tienen capacidad de analizar el caso. Las pruebas fueron ignoradas, actuó como comparsa del gobierno y su instrumentación legal, fue para preocupada por cumplir la orden que, por ser como Norma Piña, la última verdadera exponente del Poder Judicial, pese al sitio y el asedio sufridos, pero no todos tienen su tamaño.
No hubo dignidad, ni heroísmo, ni alguna solución talentosa, ni siquiera lo pensaron.
La posición se sufraga por el poder, que le escribe en los acordeones, que te ratifica. Ya en el cargo, tienen que satisfacer el encargo del amo en turno: Hacer malabarismos juristas para que suene como un fallo real, de un caso real, pero es parte de la misma farsa por la que fueron elegidos. El Magistrado Reyes Rodríguez, tuvo la dignidad de decirle a Mónica Soto, “…los acordeones, en lo que seguramente viene su nombre y por ello fue elegida” y como respuesta fue amenazado de desacato.
Claudia Sheinbaum se apegó al libreto y celebró la victoria. Pero esta tuvo un costo: Fue una enseñanza que el mal proceder paga, y gana. Que actuar contra los valores por fines políticos es el pragmatismo, que los de Morena vieron que tienen impunidad y que podrán así hacer otros procesos. Fue la ruina de la postura de superioridad moral, del discurso fariseo que pregona Morena de ser diferente, es peor. De que en adelante el que tenga más saliva, comerá más pinole.
Al margen del aprendizaje, queda un precedente para todos. Entramos a una era oscura en que el derecho, la probanza, los testimonios, no son nada ante el criterio errado de un juzgador sometido. Estamos en la era del poder total que puede hacer lo quiere, incluso violar la ley y seguir siendo impune, que el organismo ciudadano como tal fue, es ya solamente una farsa apegada al poder.
Todos aprendimos. La esperanza en las capacidades del Tribunal Superior Electoral, quedan para mejor tiempos, en que no tengan que obedecer consignas. Su preparación de esmero, y su capacidad que si la tienen, carece de valor para responder a otros niveles, quizá cuando el poder central no sea como ahora, sofocante, omnipresente, una aplanadora.
Ese es el máximo desafió que se puede pretender enseñar: La integridad y la probidad, ante la amenaza, la coacción, o la seducción por la riqueza y por sumarse ser parte de la maquinaria del mal.
Es cosa de un ideal, de una dignidad humana superior, son peritos en derecho sin duda, pero su ética se arrastró, tal vez en el futuro puedan discernir de otra manera.
Pero el rasgo de la soberbia se asoma. Ya son parte del poder. Todo lo absorbió el poder, poder legislativo, poder judicial, gran parte de prensa vendida y comprada, partidos, gente, todo es parte de la esfera morenista. Perdimos una libertad, la justicia, y los jueces, perdimos la legislación, los organismos autónomos para tener elecciones, tener controles transparencia, regulaciones, perdimos todo. Entonces, es natural que los del TSEF hayan considerado que no hay otra disyuntiva, y ahora se muestran también prepotentes, desafiantes, porque lo tienen todo.
Siempre hay otro camino para no incurrir en un abuso, exceso, o error del estado, pero cuesta demasiado y cumplirla satisface, pero necesitan estar encima del bien y del mal y de las pasiones humanas o mejor dicho, de sus debilidades, les recomendaron vivir con dignidad y a preferir el decoro, y usar su ciencia para el bien, pero optaron por el poder.
Fue una victoria pobre que enseño el cobre en México, no el oro, y que entonces la trampa se ratifica y la historia no los va a absolver, pasarán como siervos del mal, por 30 monedas de plata, fue el más célebre traidor, ahora son posiciones, poder, y la solidaridad de la mafia del poder.