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Editorial: Segundo año ¿Divorcio o Maximato?

Con altos niveles de aprobación, la presidenta Claudia Sheinbaum cierra su primer año de gobierno. De acuerdo con la encuesta de Mitofsky para el periódico el Economista la mandataria nacional tiene el respaldo del 71.6% de la ciudadanía,  que con esto cuando menos han manifestado que aprueban su actual gestión. En comparación con otros presidentes le ha funcionado bien el bono democrático del primer año y la llamada luna de miel sexenal. También han influido los programas del Bienestar, porque entre los que reciben estas ayudas sociales, la calificación de los pensionados es por arriba del 80%. Por obvias razones, como es el caso de las pensiones, su mayor apoyo con un 74% lo tiene de las mujeres y hay otro sector, el de los jóvenes que le da buena calificación. Se nota que las becas pesan y pesan bien.

A esto hay que sumar la enorme concentración de poder que adquirió la presidencia con las reformas al Poder Judicial y la eliminación de los contrapesos políticos. Además de tomar el control de los órganos electorales del país. La suma es aplastante sobre esta acumulación de poder: Tiene mayoría en el Congreso de la Unión, mayoría de gobernadores y congresos locales. Ahora tiene bajo su influencia a jueces, magistrados y ministros de Justicia. Están subyugados los grandes sectores sociales, políticos y económicos. No hay una oposición electoral que represente alguna amenaza y le compita posiciones electorales, salvo casos contados. Sin embargo, hay que reconocer que no tiene el mismo carisma que su antecesor.

Se presentan algunas manchas en el récord, como son las guerras internas de Morena, pero que pueden subsanarse apretando tuercas del partido. Actos de corrupción que vienen a manchar la imagen que pretenden imponer de honestidad. El caso del huachicol fiscal dejó ensuciado el gobierno en su primer año. En contra parte, puede ofrecer muchos mejores resultados en seguridad que el gobierno anterior, aunque todavía haya territorios nacionales que siguen controlados por los grupos criminales.

Los talones de Aquiles, sin embargo, pueden empañar la imagen de gobierno y hacer que se pierda la aprobación de la sociedad. Tal es el caso de la salud, que sigue siendo sonoro fracaso, sobre todo en el abasto de medicamentos. Hay hospitales, cierto, pero sin equipamientos reales y medicamentos. Aquí se han dado fallas rotundas como la megafarmacia, donde se gastaron miles de millones que han terminado en la basura. Otra falla que podría volverse una bomba de tiempo que puede explotar en los próximos años, es la economía. Se atienden los programas sociales, pero a que costo, de un severo endeudamiento, porque la economía no crece. Por suerte está en un nivel mínimo que impide caer en recesión, pero la amenaza sigue latente. Una mala racha económica y nos hundimos, y en palacio nacional lo saben. No olvidar que estamos aún bajo la amenaza de los aranceles de Donald Trump. Por suerte no caímos en recesión, pero el riesgo sigue en pie.  Además, con las reformas al Poder Judicial se ha generado un ambiente de incertidumbre para los inversionistas, sobre todos los extranjeros.

El tercer gran obstáculo sin duda que es la inseguridad y ahora sumada a la corrupción con el asunto del huachicol fiscal. Más sectores inmiscuidos en la corrupción, como pasó ahora con la Marina que había quedado al margen de situaciones ilícitas, pero lamentablemente no resistió en canto de las sirenas. A pesar del gran trabajo de Omar García Harfuch al frente de la Secretaría de Seguridad Pública, amplios territorios están bajo el poder de los grupos criminales. Aunque el gobierno lo niegue, en realidad no es una lucha contra grupos criminales, sino ya en algunos casos es una verdadera guerra civil que pone en jaque al gobierno. Estos grupos criminales cuentan con el apoyo de comunidades enteras, como si fuera movimiento guerrillero. Y la cuarta amenaza la representa Donald Trump y sus ocurrencias. Con una sola frase puede ponernos en crisis y eso lo saben en palacio.  Por lo pronto hay tiempo de espera.

Sin embargo, el balance de este primer año de gobierno de la presidenta Sheinbaum es positivo, sobre todo porque mantiene el apoyo de los sectores sociales y una raquítica oposición que no representa dificultades en ningún frente. Su peor adversario es su misma gente. Las guerras de desgaste más fuerte no vienen de fuera, sino del interior de su partido y gobierno. Por lo que la solución la tiene al alcance de su mano, solo que tiene que luchar contra la realidad y las apariencias.  La realidad, es el enorme control que del gobierno y del país tiene todavía el expresidente Andrés Manuel López Obrador, y las apariencias, por lo mismo, es que sigue mandando desde Palenque.

A pesar de su liderazgo, en realidad son pocos los que creen que la presidenta Sheinbaum tiene el control y manda en el país. La prueba es las situaciones incómodas que tiene que aguantar, pero sobre todo defender, como las acusaciones de corrupción y delincuencia del senador Adán Augusto López, un personaje que se nota goza de impunidad y protección que no viene de palacio nacional. Esto se pudo observar recientemente cuando estaba exponiendo en el Senado el secretario de Hacienda, y el senador veía en su Tablet un juego de futbol. Tener que aguantar personajes intocables que cínicamente hacen alarde de nuevas riquezas como el caso de Fernández Noroña.

Esto genera la percepción de que la presidenta no ha podido tomar y por lo mismo ejercer plenamente el poder presidencial. Da la sensación de que vive bajo el control del expresidente, a quien le debe no solo lealtad sino sumisión. Claro, este es el primer año, tiempo en que Lázaro Cárdenas tampoco enfrentó el Maximato de Plutarco Elías Calles, pero preparó el terreno para romper en el segundo año de gobierno con una limpia de callistas en el gabinete.

Ahora, es el dilema que vive la presidenta Sheinbaum para su segundo año de gobierno. ¿Divorcio o Maximato? Esto lo veremos el próximo domingo en el discurso que ofrezca en el Zócalo, donde habrá evento masivo para festejar este primer año. Ahí se verá si envía señales de emancipación o sujeción. Porque es importante que no olvide que forma es fondo, y en México quien debe mandar es el presidente y no el que vive enfrente.