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Adidas y la controversia cultural: ¿Innovación o apropiación?

Por Ileana Bernal de la R.

La reciente controversia entre el gigante deportivo Adidas y comunidades artesanas de Oaxaca ha abierto un nuevo capítulo en el debate global sobre la apropiación cultural y los derechos colectivos sobre el diseño tradicional. Lo que parecía una colaboración inspirada, terminó generando indignación nacional, respuestas gubernamentales y, finalmente, una postura oficial de la empresa.

El centro de la polémica es un nuevo modelo de sandalias llamado “Oaxaca Slip‑On”, lanzado por Adidas como parte de su línea de calzado veraniego 2025, con el diseñador Willy Chavarría.

Aunque la compañía no hizo referencia directa al origen del diseño en su campaña publicitaria, expertos, activistas y representantes culturales notaron de inmediato su parecido con el huarache tradicional zapoteco originario del municipio de Villa Hidalgo Yalálag, en la Sierra Norte de Oaxaca.

El patrón trenzado, la estructura del calzado y hasta el nombre mismo del modelo despertaron sospechas. Más que inspiración, se trataba, según el reclamo oficial del gobierno, de una reproducción no autorizada de un bien cultural comunitario.

La presidenta Claudia Sheinbaum tomó postura de forma inmediata. En un mensaje breve pero firme, señaló que se trataba de una violación al patrimonio de los pueblos originarios y aseguró que su gobierno promoverá medidas más estrictas para proteger los saberes colectivos.

Además, instruyó a la Secretaría de Cultura y al Indautor a iniciar los procedimientos legales correspondientes.

“No es posible que una gran empresa lucre con el trabajo de generaciones sin reconocimiento ni compensación,” afirmó Sheinbaum.

Adidas responde

La respuesta de Adidas no tardó en llegar. A través de una carta dirigida al gobierno de Oaxaca, la empresa reconoció que el diseño está basado en tradiciones artesanales mexicanas, y expresó su disposición para “establecer un diálogo directo con las autoridades y representantes comunitarios”.

Además, planteó la posibilidad de colaborar en un esquema de reparación cultural y económica, lo que algunos han interpretado como una señal de disposición a reconocer el daño.

Fuentes cercanas al proceso indicaron que Adidas ha suspendido temporalmente la distribución del modelo mientras se realiza una revisión interna.

Aunque casos como este no son nuevos en México, la diferencia radica en el contexto actual: desde 2022, el país reconoce la propiedad intelectual colectiva de los pueblos indígenas como parte de su marco constitucional. Esto significa que, a diferencia del pasado, los diseños no requieren registro individual para ser protegidos legalmente. Cualquier uso comercial de estos elementos debe contar con consentimiento previo, informado y explícito por parte de las comunidades.

El caso Adidas podría convertirse en un precedente internacional si se logra establecer una compensación concreta y una forma de colaboración respetuosa, sentando las bases para un nuevo modelo de relación entre marcas globales y culturas originarias.

Las voces que importan: artesanas y comunidad

Integrantes del colectivo artesanal de Yalálag, aunque sorprendidas por la magnitud del escándalo, han declarado sentirse escuchadas por primera vez a nivel nacional e internacional.

Este enfoque resume la postura de muchas comunidades indígenas que no se oponen a compartir su herencia cultural, pero exigen respeto, visibilidad y beneficio justo.

El caso Oaxaca Slip‑On va más allá de una disputa comercial. Es un reflejo de tensiones profundas entre el mercado global y las culturas ancestrales.

¿Puede existir una colaboración real sin apropiación? ¿Es posible que marcas como Adidas dejen de ver en lo indígena un recurso estético y comiencen a tratarlo como lo que es: una forma viva de conocimiento y creación colectiva?

Las respuestas aún están en proceso. Lo que sí es claro, es que las comunidades han decidido alzar la voz, y esta vez, el mundo las está escuchando.