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Al perro más flaco se le suben todas las pulgas

Por Feliciano J. Espriella /

En México no podemos hablar de democracia mientras no se acorte sustancialmente la enorme brecha de la desigualdad

Seis niños muertos en menos de 24 horas es un asunto que debe a los sonorenses no sólo conmovernos, sino indignarnos e invitarnos a la acción.

No es posible que sigan ocurriendo tragedias como las suscitadas el pasado 10 de mayo y no se obliguen gobernantes y sociedad civil a tomar acciones efectivas para combatir a fondo las causas que mantienen altos índices de marginación y pobreza extrema en enormes núcleos de la población.

No, no fue el descuido o la negligencia los factores que provocaron esta doble tragedia, sino la necesidad de sobrevivir de millones de compatriotas en condiciones que literalmente podemos calificar de infrahumanas. Y tan infrahumanas son, que seguido, muy seguido, se manifiestan sus efectos con sucesos como los de esta semana

Me parece que sería oficioso cuestionar por qué siempre estas desgracias les suceden a los desposeídos. A los más necesitados. A los más pobres. A los que nadie ve y a los que nadie escucha

Les suceden precisamente por eso, por ser pobres, por carecer de recursos para una vivienda no sólo digna, sino segura. Porque mientras haya madres que tengan que dejar hijos en sus casas con altos índices de inseguridad para salir en busca de alimentos, seguiremos viendo y lamentándonos por hechos de los que luego nos horrorizamos, aunque en muy poco tiempo lo olvidamos y regresamos a nuestra zona de confort para recordarlo de nuevo cuando vuelva a suceder.

Porque mientras haya millones de familias mexicanas que no tengan más opción que acomodarse en lugares insalubres y peligrosos, las tragedias seguirán ocurriendo.

Bien lo dice el dicho popular: “al perro más flaco se le suben todas las pulgas”.

No podemos presumir de democracia con tanto mexicano desventurado

La democracia es más, mucho más, que las farsas que vemos periódicamente en tiempos de elecciones. En México no podemos hablar de democracia mientras no se acorte sustancialmente la enorme brecha de la desigualdad.

No es de ninguna manera un país democrático aquel en el que el uno por ciento de las familias recibe más de la mitad de la totalidad de los ingresos.

No es demócrata un país en el que más del treinta por ciento de sus moradores amanece cada día sin saber qué es lo que van a comer, o si van a comer.

No es una nación democrática aquella en la que una gran cantidad de sus gobernantes, cuya responsabilidad principal es procurar el bienestar de sus gobernados, perciba en un solo día, vía las aportaciones de toda la población, una cantidad superior a la que millones de sus coterráneos recibirán por todo un año de esfuerzos.

Paradójicamente, en esa situación se encuentran precisamente nuestros guardianes de la democracia, los consejeros del INE, como también muchos de sus pares en los consejos estatales, así como los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Es de sobra conocido que tenemos la democracia más cara del mundo y una de las más ineficientes. Gobernantes van y vienen de unos y otros partidos políticos y la vergonzante situación de ser uno de los pueblos con mayor marginación en el planeta sigue igual, o quizás peor que hace cincuenta o cien años.

Laceran y lastiman las condiciones en las que viven varios millones de mexicanos, en tanto unos cuantos miles, o cuando mucho decenas de miles, que han convertido el servicio público en un auténtico botín, evidentemente nadan en la opulencia.

Y aún peor, con el mayor de los cinismos, exhiben sus riquezas claramente mal habidas. El México de los oprimidos es muy distinto al México de los favorecidos’. Es por ello que se encuentran empantanadas las leyes anti corrupción. Y cuando finalmente las concluyan, seguramente estarán redactadas tan ‘a modo’, que servirán como tantas otras hechas en el pasado, para maldita la cosa.

¿Qué clase de país hemos construido cuando un ‘mitote’ (que no fue otra cosa) como el cateo al rancho del tristemente célebre, Guillermo Padrés, mereció la atención y espacios en varios de los más importantes medios de comunicación nacionales, en tanto las tragedias del 10 de mayo fueron ignoradas?

Me parece que eso nos pinta de cuerpo entero.

Gilberto Robles Bustamante, propietario de Abarrey, estará con Los Madrugadores

El propietario de la cadena de autoservicios Abarrey, Gilberto Robles Bustamante, será el invitado de honor del Grupo de los Madrugadores.

En pocos años este empresario ha logrado poner en operación en Hermosillo 56 establecimientos, en el esquema de tiendas de conveniencia. Prácticamente tiene presencia en todos los rincones de la ciudad. Será muy interesante escuchar cómo ha logrado un éxito tan impresionante en un área de negocios competida y bastante difícil.

La reunión desayuno iniciará en punto de las 7:30 de la mañana, en el mismo lugar en el que tienen varios años reuniéndose.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.