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Aquellos “años felices” de la Dictadura perfecta 1960/70

Escritor Mario Vargas Llosa y el expresidente López Obrador.
Escritor Mario Vargas Llosa y el expresidente López Obrador.

Por Manuel Gutiérrez

Cuando escuchas a Gladis Knight cantar The way we were, sabes que su letra te define la nostalgia y remembranzas de cosas que marcaron años que tal vez por tu juventud, pudieron ser agridulces, o maravillosos pero ese ánimo es el necesario para pensar que el esos años el cielo era más azul, el pasto más verde y el agua de la llave más fresca.

En 1960 se perfeccionó el sistema político mexicano que Mario Vargas Llosa, reconoció con el PRI como partido todopoderoso de entonces, como la “dictadura perfecta” en cuanto a que era perfecto su control social.

Un partido que aglutinaba a todos los sectores, popular, obrero, campesino, (militar) con control en las universidades oficiales, así como un frente general contra los organismos de la IP que eran a vez solidarios: Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (Hoy también de Mujeres, por la Teresa Aramburu Zavala) el poderoso grupo Coparmex, el grupo industrial del Norte, y el Grupo Monterrey menos alineados de lo que uno supondría, dado el poder del partido oficial.

El presidente ordenaba todo. A un conjunto de gobernadores que eran seleccionados en un proceso interno por el mismo partido a legisladores federales y estatales, afines a ejecutivo estatal o federal, en tanto que los medios eran controlados mediante el suministro de papel, porque eran periódicos lo más importante en comunicación de entonces, y PIPSA no entregaba papel a las imprentas que se pasaban de la raya y morías sin poder publicar nada.

Los principales eran Jueves de Excélsior, Excélsior, Novedades, Gente, y la llegada de la primera era del Heraldo de México, Impacto, y Siempre Presencia de México, que marcaron pautas diferentes de periodismo, formatos atractivos y colores.

En Jalisco era el inconmovible Informador, y el Occidental de OEMSA, pero todos los medios tenían su visita de Gobernación que marcaba líneas o llegaba con el sobre con dinero para sostener al medio.

La Fiscalía Federal de entonces estaba destinada a combatir la subversión, como se le llamaba a los inconformes izquierdistas partidarios del foquismo, de los 60 con el asalto frustrado al Cuartel de Madera, pero se hizo una leyenda para desarrollar luego guerrillas por todo el país porque el Partido Comunista Mexicano estaba prohibido por las ley, luego todo lo que hiciera era ilegal, su camino era el clandestinaje y la lucha entre los ferrocarrileros, electricistas, médicos, y el grupo al que permeara, así como tener el control de los sindicatos de las universidades públicas, en los cuales medraron muchos que llegaron a la 4T como Irma Eréndira V, o la misma María Luisa Alcalde, que es de esa sepa.

Tiempos cerrados pero se toleraba, se buscaba el diálogo, sobre todo con la izquierda de la época, que luego nos daría el desaparecido hoy PRD, ruta del camino del caudillo López al poder. Pero dentro del PRI, con Carlos Madrazo, se daban los mejores encontronazos entre candidatos, tapados, aspirantes, soñadores por las sucesiones gubernamentales, que llegaron a crear corrientes “renovadoras” o “reformistas” pero sin salirse del tricolor de la época pero mercando caminos de izquierda o centro.

Los choques de poder eran grandes y Segob era el árbitro que no permitía que las cosas llegaran demasiado lejos. Un político era exhibido ya por la prensa, por acusaciones de sus malos manejos por su agrupación, sindicato, grupo deportivo, caía en desgracia y era un ejemplo moralizante, en que el propio presidente lo entregaba a la acción de la justicia, o le retiraba el total apoyo.

En la 4T podrías desviar todos los fondos como Ana Guevara, pero esta terminaba siendo justificada por ser atacada por los conservadores (nadadores, clavadistas, atletas diversos) que acusaban la desviación de recursos para el deporte. En lugar de un auto de fe, con hoguera, y proceso completo, el presidente López impuso resguardar al señalado, protegiéndolo contra viento y marea, sin importar las violaciones a la ley cometidas, como el gobernador anterior de Veracruz, Cuitláhuac García, un verdadero déspota pero muy leal a la 4T e igual que Delfina Gómez, empalagosa abyecta y servil, en entronizar al señor que se supone se va, con cantos, lágrimas y discursos célebres por rastreros.

El partidazo no era cuna de la moralidad, pero cuidaba las formas. Y eventualmente tenía chivos expiatorios de políticos que hartaban a un estado o municipio, y cuyos excesos eran corregidos o de menos separados del cargo.

Incluso había un formato de ser señalados en ciertas columnas políticas, en que se referenciaban los atropellos, lo que de leerse bien, significaba que el señalado mejor renunciara en santa paz, para dejarlo hacer la graciosa huida o pasar a un puesto menor donde pasara desapercibido.

Que tiempos con el litro de Mexolina a peso, con una constante que duró hasta 1973 en que comenzaron los vaivenes. Hoy 27 pesos en la 4T.

Que tiempos de gansitos a 80 centavos, con un figura de Disney incluida, sin ponerles etiquetas, un pastel Marinela se vendía en abonos para el día de las madres en los abarrotes o escuelas, y uno iba pagando hasta liberarlo por 20 enormes pesos, era un pastel colorido y sabroso.

La gelatina Royal, era el furor de muchos niños, porque costaba casi 3 pesos el sobre, pero tenía adentro un avión a escala de plástico de la segunda guerra o contemporáneo. Que decir de los modelos Revell Lodela, para armar, que fomentaban destrezas y conocimientos en los niños, que descubrían “Mecánica Popular” e incluso empezaban las revistas de carro, existía Meta, en color sepia de aventuras del deporte motor, pero cuando Automundo hizo el primer test del Mustang Match One, llegó un descubrimiento de ciencia que marcaría el rumbo de la sabiduría y cultura automotriz de la época. Era marcada por el bien escribir de Selecciones del Readers Digest.

Época en que los ídolos deportivos eran Pedro Rodríguez, apoyado por López Mateos, o Efrén “Alacrán” Torres, favorito de Díaz Ordaz. Pedro en los Prototipos y F-1, era alentado y muchos muchos toreros, que incluso en desgracia recibían nombramientos de asesores hasta del presidente y tenían el gusto de acercarse, saludarlo y hacer algún pronóstico taurino previo al cartel del domingo y por ello tenían su cheque.

No teníamos democracia, en el tiempo de JLP el candidato presidencial único de entonces, era nada más apoyado por otros partidos paleros, que siempre han existido y comercian bien sus alianzas, entonces el lema era “convencer para vencer”.

La censura no llegaba a los extremos de auto-purgas como las que hoy hace Televisa de las voces disidentes de la 4T, a las que expulsa. Pero estaban dos gigantes, uno era Jacobo Zabludowski, con su noticiero 24 Horas que era el referente luego de la caída de Carlos de Negri, por Echeverría y el poder máximo de la comunicación.

Otro era en la farándula Raúl Velasco, y la niñez tenía a Cachirulo con cuentos más tontos que un niño pudiera tragar, pero ya comenzaban las catafixias con Chabelo que sería el señor de las mañanas del domingo.

Las autopistas era la novedad, junto a los juegos olímpicos, con arte, escultura, y todo un esfuerzo edificador nacional y simbólico y mucho transporte en autobús.

La Hora Nacional el domingo era el referente máximo de comprender lo que hacía el gobierno, sin hacer mañaneras exhaustivas. Las radionovelas triunfaban por todo lo alto, con Chucho el Roto, y una duración como de 20 años al aire con Manuel López Ochoa —ya nos ocupamos de él en otra entrega— los artistas sí cantaban y José José llegaba a ganar sin corona el festival OTI, Serrat ya andaba con sus piezas de Miguel Hernández, y el Che Guevara, era visto como un poster equiparable a los Doors, con sus dos anfetaminas.

La izquierda hablaba del paraíso cubano y ruso, con publicaciones idílicas de ambos países, en el caso de la isla, Verde Olivo.

El comunismo era un debate de aspiraciones de justicia, en muchos casos se consideraba que sus defectos consustanciales al sistema, como la dictadura era temporal, para contener los enemigos, pero que vendría el nuevo paraíso rojo a la tierra. Vivíamos dentro de una burbuja, pero con un buen IMSS y buena educación pública, sin polémicas hasta Echeverría.

Los marcianos, los sputniks, la guerra fría, la bomba H, y un propósito antinuclear de México dieron gloria a la imagen exterior del país, que era de respetabilidad y no injerencia en los contextos de cada pueblo. En eso hubo éxitos.

Las casas tenían consolas, y se compraban discos negros de acetato, álbumes de selecciones, desde los Panchos, Eddie Gorme, Tríos o duetos celebres, y hasta Agustín Lara. Ya llegaban los Beatles y Elvis. Las diosas del cine y las figuras de la pantalla eran desde Jorge Negrete, Pedro Infante, Cantinflas, Tin Tan, Resortes, Luis Aguilar y Antonio y una cauda estelar que competía con el cine dorado de Hollywood, con sus Diez Mandamientos de Cecil B. DeMille, Ben Hur, y otras cintas que hicieron historia y que eran vistas como costumbre cuaresmal.

La Semana Santa era la vacación nacional, porque no se usaban los puentes, por cualquier motivo ni eran vistos como una manera de alentar al turismo. Se trabajaba todo el maldito año 7 días a la semana, uno de descanso y solo en la Santa los trabajadores podían disponer de una semana para viajar. Y un trabajador que ganara 50 pesos diarios, era un magnate.

El avión era visto como una rareza, pero Mexicana y Aeromexico, la primera con Boeing 727 y la segunda como Douglas McDonell, abastecieron de rutas sostenibles al México de entonces, en un boom de carreteras, y automotores, a costa del ferrocarril mexicano que pasó a ser una simple carga presupuestal y terminaron privatizándolo.

Ahora el camino es diferente, pero los nuevos trenes no se distinguen por su densidad de usuarios, ni su planeación, serán subsidiados por el gobierno actual, como en aquellos años maravillosos parece que se retomaran justificadamente en el próximo sexenio, si la gerente no recibe otras instrucciones.

Mientras tanto podías leer Roy Rogers, Tarzán, Disney, Gene Autry, y otros vaqueros del norte, y José G Cruz, nos proponía la fotonovela del Charrito de Oro, y otros productos de la línea. Había una serie llamada Tawa, que no entendí, pero el colmo fue cuando llegamos Hermelinda Linda, la Bruja y de paso a Rolando Furioso y Pitoloco, aderezados con personajes de Hanna Barbera, que crearon Picapiedras, Supersónicos, y muchas series de culto. Apenas arrancaba Marvel, y DC triunfaba con Super y Batman.

Series como Star Treak, Viaje al Fondo del Mar, Perdidos en el Espacio, más la lucha libre, el boxeo y hasta los toros, eran el fondo de la televisión, que ponía a Silvia y Enrique, musical y romántico, pero no faltaba Viruta y Capulina, pero el segundo se quedó con la lana y los derechos, manteniendo en el gusto del México de entonces.

Se vivía una democracia aparente, un bienestar aceptable, trabajos formales, seguridad, respeto a la vida, vergüenza y valores personales en los tratos, y un marcada preferencia por la formalidad en el vestir, usando brillantina Glostora en el cabello, y haciendo de la afeitada, un recursos de Gillette, vital para conquistar una dama e-Isela. (Siempre había querido poner ese chiste malo, ya lo hice).

Las cosas no tenían nombre. Chocomilk, era sinónimo de malteada de chocolate, hemostyl era un jarabe vitaminado para que crecieras, viendo a Evita la niña del canal 4. Kleenex era pañuelo desechable, Nescafé, soluble instantáneo. Ya aceptábamos el Bimbo, y el Hot Dog.

No existían los controles remotos. Los teléfonos —de ahí su fortuna— eran un monopolio de Telmex, de Carlos Slim, había que esperar hasta dos meses para que lo instalaran, ya no necesitabas un costal de veintes de cobre para irte a una cabina solitaria en una avenida para platicar largo con alguna dama sin-Isela.

Y todo estaba protegido. Raleigh era el de carita, del Prado para hombres, Fiesta para los jóvenes, y todo era la Moderna, las tequileras y cerveceras mexicanas gozaban de la protección del mercado interno sin permitir que entraran las transnacionales, favoreciendo al capital nacional pero gente influyente del mismo gobierno, discurrió la tentación del contrabando, que se ponía en marcha en todas las escalas gran negocio de influyentes reproducido como deporte nacional.

Los ferrocarrileros que iban al norte traían relojes, juguetes, aparatos de belleza, televisiones, radios, herramientas y cigarros Marlboro, Camel y Winston, entre otros. Botellas de marcas de whisky que eran raras, como Johnnie Walker, y la gente viajaba o a Tijuana o Chetumal, incluso era un incentivo de Cancún, ir para comprar en la zona libre.

Todo sin desarrollo, con carreteras solitarias, sin baches y seguras (No como ahora en la 4T en que en la Colima o la de los Altos, se dan el lujo de elegir qué modelo de 4×4 necesitan los malosos y te bajan o te mueres, mientras la Guardia Nacional, bien gracias en manos del Ejército Mexicano).

Qué tiempos aquellos del escándalo de Susano Santos, el narrador rojiblanco, o de las Poquianchis en Guanajuato, o las poderosas lenonas que ejercían el dominio pasando la 52.

La zona roja de San Juan Dios, era segura, viciosa y alegre, con Chente Fernández en sus inicios en el Nopal, y cuando esos lugares, cubrían el consumo de los periodistas a cambio de “protección” por si ocurría algún escándalo.

Noches de placeres, bailes de a peso, con damas de verdad de toda condición, unas solamente a bailar para completar el chivastian, otras por gusto y otras más traviesas, podían invitarlas a salir… a ver la luna de octubre.

Si había homicidios, robos, algún asalto, pero se sentía control de la Policía Municipal, y de las instancias de seguridad hasta llegar a la temible PJF, de Miguel Nazar Haro, como lo fue de Javier García Paniagua.

Época en que ser del PAN era mortal, como tener algún contagioso mal, pero vino Manuel Clouthier a modernizarlos. Tiempos de crear organismos intermedios de transparencia y rendición de cuentas, que el estado fomentaba como la nueva democracia. Esa era la dictadura perfecta, la actual es imperfecta, porque te das cuenta de lo que pasa, es una autocracia personal y transexenal.

Publicidad de cigarros en los 60s.
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Boxeador Efrén “Alacrán” Torres.
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Periodista Jacobo Zabludowski.
Periodista Jacobo Zabludowski.
Jorge Negrete y Pedro Infante.
Jorge Negrete y Pedro Infante.