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Bachelet asume presidencia chilena por segunda vez

Michelle Bachelet asumió el martes por segunda vez como presidenta de Chile, en una emotiva ceremonia que tuvo como protagonistas a dos mujeres socialistas, víctimas de la dictadura de Pinochet, que ahora ostentan los cargos más importantes de la nación.

Bachelet, quien estuvo presa durante la dictadura chilena, vivió en el exilio y es hija de un militar que murió luego de ser torturado por sus antiguos colegas, juró defender la constitución de Chile ante Isabel Allende, presidente del Senado, hija del ex mandatario Salvador Allende, quien se suicidó en el palacio de gobierno para no caer en manos de los militares golpistas, en septiembre de 1973.

Allende recibió, además, la banda presidencial de manos del mandatario saliente, el centroderechista Sebastián Piñera, y se la puso a Bachelet.

La ceremonia se realizó en el Congreso, en el vecino puerto de Valparaíso, y por la tarde retornó a Santiago, donde fue recibida por una guardia de honor de policías antes de ingresar al palacio de gobierno de La Moneda, escoltada por su gabinete de 14 ministros hombres y nueve mujeres.

Minutos después habló desde un balcón del segundo piso de palacio, adornado con un arreglo floral y la bandera chilena, desde donde agradeció a unos 5.000 partidarios que la miraban desde la plaza de la Constitución.

Recordó que es hija de la educación pública, la que existía antes de que la dictadura militar (1973-1990) la entregara a las municipalidades e iniciara su declinar, cuando las grandes diferencias entre la enseñanza pública y particular era la infraestructura de las escuelas, cuando los jóvenes elegían ser maestros por vocación y no porque no tuvieron puntaje para quedar en otras carreras.

«Mi compromiso es que en Chile todos tengamos esas mismas oportunidades», y visiblemente emocionada0 enfatizó que «Chile tiene un solo gran adversario: la desigualdad, y sólo juntos podremos vencerlo», al tiempo que prometió trabajar «en un marco de diálogo», en referencia a la oposición derechista, que es minoría en el nuevo Congreso.

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El Presidente Peña Nieto saluda a la nueva presidenta de Chile, Michelle Bachelet. AP

Bachelet inicia su gobierno en medio de una las mayores expectativas de las últimas dos décadas, al prometer a los chilenos ambiciosas reformas económicas y sociales, incluida una educación pública gratis para todos.

Esas expectativas pueden ser el mayor desafío que enfrentará su gobierno.

Bachelet, una pediatra socialista de 62 años, separada, madre de tres hijos, agnóstica, vuelve al poder con la experiencia de un gobierno anterior, hace ocho años, que concluyó con una popularidad de 84%, aunque no realizó grandes reformas, y luego de haber dirigido la agencia ONU Mujeres.

En las elecciones obtuvo el 62% de los sufragios, apoyada por cuatro colectividades de centroizquierda, más el Partido Comunista, y dos movimientos menores más, todos agrupados en la coalición Nueva Mayoría.

Bachelet planea financiar los cambios educacionales con una alza al impuesto a la renta de las empresas; redactar una nueva Constitución y disminuir la gran desigualdad en la sociedad chilena, pero enfrentará una desaceleración económica y la presión de los estudiantes que no le darán una «luna de miel», según dijo a la AP Naschla Aburman, líder de los estudiantes de la Universidad Católica.

En su primer discurso Bachelet dijo que «es tiempo ya de iniciar el camino que hemos comprometido en el programa de gobierno, es la hora de poner esos sueños en marcha, es hora de iniciar juntos ese camino hacia una nación desarrollada y justa, moderna…», en alusión a su ambicioso programa de cambios que ha despertado expectativas que, en algún momento, pueden ser difíciles de manejar.

«El mayor desafío de Bachelet es que las expectativas son demasiado altas», dijo el analista político Patricio Navia, de la Universidad de Nueva York, quien agregó que la gente espera muchas cosas, «pero las condiciones económicas han cambiado».

El nuevo ministro de Hacienda, Alberto Arenas, dijo que «el nuevo gobierno recibe una herencia de la actual administración (del centroderechista Sebastián Piñera) de una economía desacelerada, una herencia de crecimiento bajo, las cifras así lo indican».

Aunque tendrá mayoría en ambas cámaras del Congreso para aprobar una reforma tributaria que aumente los impuestos a las empresas, no cuenta con una mayoría cualificada para modificar a fondo la ley de enseñanza para poder cambiar los currículos de enseñanza universitaria, moderar las ganancias que reciben las universidades privadas e, incluso, darle al Ministerio de Educación la administración de los colegios secundarios y no a las municipalidades, que no tienen recursos.

Tendría que negociar estos cambios con la oposición conservadora así como las reformas a la Constitución que legó el dictador Augusto Pinochet (1973-1990), para cambiar el sistema electoral que no le permite a las minorías o a las pequeñas agrupaciones políticas llegar al Congreso.

La educación chilena es profundamente desigual, y sólo tienen acceso a una educación primaria y secundaria de calidad los hijos de quienes tienen mayores ingresos.

Los líderes estudiantiles universitarios, que iniciaron marchas multitudinarias en 2011 por mejoras educacionales, advirtieron que estarán pronto en la calle, aunque también mostraron su disposición a un diálogo político transparente.

«La urgencia de la crisis educacional que estamos viviendo no permite marchas blancas», dijo Aburman.

La mandataria deberá «gobernar ante una ciudadanía con un rol más vigilante, manejar las altas expectativas para su administración y mantener el orden y la disciplina al interior de la Nueva Mayoría», dijo el analista Marcelo Mella, de la Universidad de Santiago.

No todas las colectividades de la Nueva Mayoría, como el centrista Partido Demócrata Cristiano, están de acuerdo con que los hijos de los más ricos estudien gratis. También se oponen a una asamblea constituyente para redactar una nueva Constitución, al igual que algunos líderes socialistas.

Otro de sus desafíos son disminuir la desigualdad salarial, aumentar la producción energética, cuta estrechez está retrasando inversiones mineras, en un país que es el mayor productor mundial de cobre.

En su mandato anterior Bachelet realizó una gran reforma al sistema de protección social y le tocó enfrentar la grave crisis económica internacional del 2008-2009 con recursos guardados por el estado para «años de vacas flacas», lo que le permitió crear empleos y lograr un crecimiento económico promedio de 3,2%.

 AP