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Bicis vs autos: crónica de una batalla

La improvisación en el diseño de las vialidades y la falta de cultura vial nos cuesta la vida

Por Imanol  Caneyada

El pasado 21 de marzo, un grupo de ciclistas que usa la bici para ejercitarse o como medio de transporte, realizó una marcha de protesta a causa de lo expuestos que están cuando ejercen su derecho a circular por las calles de Hermosillo.

En el cruce entre el bulevar Quintero Arce y el García Morales, dejaron de rodar, arrojaron las bicicletas al pavimento y detuvieron la circulación.

En esa intersección perdió la vida el último ciclista en esta ciudad: Fernando, de 54 años, cuando realizaba ejercicio en su bicicleta, arroyado por un conductor presuntamente ebrio que se dio a la fuga. Se trataba del cuarto del año.

Menos de un minuto después, varios automovilistas que se encontraban detenidos a causa de la manifestación, comenzaron a saltarse el camellón para sacarle la vuelta a la marcha, poniendo en riesgo a los automóviles que circulaban en sentido contrario.

Y es que eso de saltarnos los camellones, las banquetas y las balizas nos encanta.

El último absurdo que hemos vivido en esta ciudad relacionado con esta guerra de baja intensidad entre automovilistas y ciclistas (los peatones ni siquiera existen), es el del tramo de la avenida Rosales que va de Encinas a Colosio, frente a la Universidad de Sonora.

Primero hagamos un poco de historia.

Hasta hace menos de una década, en esta ciudad sólo circulaban en bicicleta los obreros, los albañiles, los trabajadores, es decir, los pobres, por lo que los gobiernos municipales ni siquiera se planteaban la necesidad de construir ciclovías.

De pronto, hará de esto unos siete años, en Hermosillo comenzaron a surgir clubes de ciclistas que usaban la bicicleta como un entretenimiento en el que mezclaban ejercicio con convivencia social.

Ya no eran esos albañiles atropellables por los que nadie alzaba la voz, sino integrantes de la respetable clase media que comenzaron a exigir condiciones de seguridad para desplazarse en bicicleta por la ciudad.

Los gobiernos municipales, como siempre, respondieron mal y de malas e integraron a su discurso la necesidad de crear alternativas de transporte y la de diseñar una red de carriles de bicicleta, acorde con los tiempos que corren.

Como lo ha señalado el Colegio de Arquitectos de Sonora en diferentes tribunas, hasta ahora, se tratan de proyectos improvisados que responden a la urgencia del momento y que carecen de una planeación a largo plazo.

Al día de hoy, sólo el 5% de las calles de la ciudad cuenta con ciclovías, a decir del propio Colegio.

Lo de la improvisación que han señalado los expertos hasta el cansancio se aplica perfectamente en el tramo arriba mencionado.

Cuando terminaron de recarpetear la avenida Rosales bajo el gobierno de Manuel Ignacio Acosta, hace un año, decidieron habilitar un carril para bicicletas desde el bulevar Encinas hasta el entronque con Vildósola.

En el tramo de Encinas a Colosio, la ciclovía quedó encajonada entre el carril que da vuelta en Colosio y el carril que sigue todo derecho por Rosales.

Los automovilistas, a pesar de la ciclovía marcada como tal en el asfalto, siguieron dando vuelta a la derecha desde los carriles centrales, invadiendo el de las bicicletas sin ninguna precaución, lo que provocó una serie de accidentes que prendieron las alarmas.

La respuesta de las autoridades municipales, ahora bajo el mando de Angélina Muñoz, ha sido proteger el carril de bicis instalando una línea de caucho, lo cual, en principio, obliga al conductor que quiere dar vuelta a la derecha a tomar el carril correspondiente desde el bulevar Encinas.

Angélina Muñoz, arquitecta de profesión, reconoció que había sido un error de planeación y que se corregiría de esta forma.

Así se hizo, aunque, como ha señalado la asociación Cultura Bike, únicamente del lado derecho, falta el izquierdo.

A fin de comprobar la eficacia de la solución, me instalé el pasado martes en el mencionado tramo y pude comprobar que un alto número de automovilistas seguían invadiendo la ciclovía para dar vuelta a la derecha por Colosio. ¿Cómo?: pasando por encima de los protectores de caucho o aprovechando los espacios que hay entre ellos.

La mezcla de improvisación por parte de las autoridades a la hora de trazar las vialidades con la marcada falta de cultura vial le costaron la vida a 74 hermosillenses el año pasado, según la Coordinación Estatal de Prevención de Accidentes.

La última encuesta realizada al respecto por INEGI, el año pasado, coloca a Sonora en el sexto lugar en muertes por accidente de tránsito.

La combinación es letal, las soluciones responden a la improvisación; el cada vez mayor problema de caos vial en Hermosillo y la escasa cultura de tránsito han quedado relegados en el discurso de los candidatos a la alcaldía debido al enorme problema de inseguridad, pero esto también nos mata.