Casas abandonadas: guarida de maleantes y terror de los vecinos
Sólo en Hermosillo, 48 mil viviendas están deshabitadas; los programas que el Ayuntamiento y el Infonavit han diseñado no alcanzan para abatir un problema que se ha atacado tarde y que crece conforme crece la pobreza y la inseguridad
Por Imanol Caneyada
1 Casas abandonadas
Sobre la calle Rayón, en la fachada de un edificio blanco utilizado para las sesiones de AA, cuelga un letrero de advertencia:
Atención. Vecinos cansados de robos y atracos nos unimos. A la persona que se le sorprenda en actividad sospechosa o robando será severamente castigada y consignada a las autoridades correspondientes. Atentamente: vecinos de la Rayón.
Es inquietante la frase severamente castigada, antepuesta a consignada a las autoridades correspondientes. Implica forzosamente que los vecinos, antes de entregar al delincuente, aplicarán la Ley del Talión, la única a la que le tiene fe una ciudadanía harta de un sistema penal que, según su propia percepción (la de los de a pie), parece privilegiar los derechos humanos de los infractores sobre los de las víctimas.
A una cuadra de ahí, sobre la misma calle Rayón, cuatro casas abandonadas en fila acumulan sobre la banqueta un cerro de basura en el que revolotean moscas y perros.
De hecho, para entrar a los edificios semiderruidos, cuyos esqueletos de adobe amenazan con terminar de derrumbarse, es necesario atravesar los montones de desechos.
En una de ellas, descubrimos un colchón rodeado de revistas porno, basura reciclada en una especie de mueblaje improvisado y pedazos de focos. En el recibidor, por llamarlo de alguna manera, de una cuerda cuelga un viejo corazón de fieltro, de esos que los novios regalan en San Valentín a las novias, y en una de las pocas paredes que quedan en pie, un calendario vetusto con una foto del cerro de la Campana, emblema de la ciudad de Hermosillo.
El olor es insoportable. La suciedad, una proclama.
Ahí vive un hombre.
2 Personas abandonadas
Al interior de una de las casas abandonadas encontramos a un joven de no más de 25 años. Revuelve entre la basura en busca de fierro para vender, también recicla el plástico de los envases esparcidos por el patio de la casa en ruinas. Dice que no vive ahí, que iba de paso y entró para ver qué pepenaba. Con eso saca para sobrevivir.
Es de Hermosillo, huérfano de padre y madre, no tiene a nadie (eso dicen casi todos). No encuentra trabajo porque mínimo le piden la primaria y él carece de documentos académicos.
En eso llega el habitante de la casa con el colchón, las revistas porno y los adornos. Asegura que tiene la autorización del dueño; está ahí para cuidar las cuatro viviendas abandonadas.
Trata, dice, de mantener limpio el lugar, pero a una de las casas se ha mudado una pareja (en ese momento no se encuentra) que sacó toda la basura de su nuevo hogar y la depositó en la banqueta.
Se acercan varios vecinos. De inmediato empiezan las denuncias.
La que vive en la esquina con Gastón Madrid afirma que ha denunciado la situación al menos diez veces a Atención Ciudadana del Ayuntamiento. Cada vez le dan un folio nuevo y le piden que le dé seguimiento a la denuncia. Nunca se han presentado las autoridades.
La vecina que vive en la casa contigua a los edificios abandonados asegura que le han robado ya tres veces la batería de su auto. Vive día y noche asomada a la ventana de su casa vigilante.
Viene la patrulla, se lleva a los malvivientes y al rato ya están los mismo u otros.
Otro vecino que vive más arriba, sobre la Gastón Madrid, comenta que han pedido en repetidas ocasiones que tumben las casas.
Son un imán natural de vagabundos, drogadictos y delincuentes. Tienen que pasar por ahí para ir a la tienda, pero cuando cae la noche ya no se atreven.
Hace una semana asaltaron ahí mismo a una muchacha. Los vecinos, enfurecidos, corrieron a una pareja joven que vivía en una de las viviendas semiderruidas culpándolos del asalto. Luego juntaron sus pocas pertenencias y les prendieron fuego. Las paredes renegridas son testimonio de ello.
El lugar es un foco insalubre, inseguro por la amenaza de derrumbe y una amenaza para la seguridad de los vecinos.
El ayuntamiento, por más que reportan la situación, no ha respondido.
Cuando estamos charlando con los vecinos, pasa por la acera de enfrente un joven delgado, con paliacate y cachucha y bigote a lo Cantinflas, acechante y ladino.
Es el Fernando, el supuesto dueño de las cuatro casas abandonadas. La situación es la siguiente: la madre murió intestada y los terrenos están en litigio. Al menos acumulan una deuda de predial de 30 años.
Los vecinos le han pedido que derrumbe las viviendas y limpie el solar. Muchas veces ha dicho que sí, no ha cumplido.
Ascendemos por la Gastón Madrid hacia la Cañada de los Negros. Nos advierten los vecinos que no nos metamos por las callejuelas que trepan al cerro. Andan los muchachos con fierros de este tamaño, nos dice un vecino mientras separa sus manos un metro por lo menos.
Así que llegamos hasta el Jardín de Niños de la colonia El Mariachi. Parece una cárcel o un campo de concentración, enrejado como está con alambres de púas en la parte superior del cerco.
Una sola maestra con la ayuda de una mamá atiende el jardín: alrededor de 30 niños acuden todos los días.
A pesar de las medidas de seguridad, en lo que va de ciclo escolar (de agosto a la fecha) les han entrado a robar cuatro veces. Han destrozado las cámaras de seguridad, se han llevado computadoras, material de limpieza y material escolar. Los ladrones han cagado en el salón de clases.
Una de las veces la policía sorprendió en flagrancia a un ladrón. Era menor de edad y lo soltaron. Según la maestra, la policía le explicó que ahora, con la nueva ley, ya no existe el delito de robo si es cometido por un menor.
Mientras nos platican esto, se ha asomado de uno de los callejones un adolescente con un palo de golf en la mano. Disimuladamente nos vigila hasta que nos marchamos.
3 Ciudad en abandono
El censo de Población y Vivienda de 2010 arroja que en Hermosillo hay 245 mil 73 viviendas, de las cuales 48 mil 121 están deshabitadas, alrededor de 20%.
En el caso de las casas pertenecientes al sistema Infonavit, la situación es la siguiente: en Sonora se han contabilizado tres mil viviendas abandonadas, de las cuales, mil doscientos se encuentran en Hermosillo.
La propia institución reporta en todo el país alrededor de cinco mil millones de casas deshabitadas. La mayoría se concentra en los estados fronterizos.
Según han detectado las instituciones involucradas en el problema, los motivos de abandono de las casas y su conversión en focos insalubres y de inseguridad son principalmente tres:
-Fraccionamientos que prometían una cierta calidad de vida construidos de forma aislada en áreas marginadas. La inseguridad ha hecho que los propietarios abandonen sus viviendas y que no las puedan vender o rentar. Terminan siendo pasto de invasores que con el tiempo adquieren derechos sobre las casas.
-La falta de cultura testamentaria en el país (siete de cada diez mexicanos fallece sin testamento) provoca que incontables propiedades, al morir sus legítimos dueños, queden intestadas. Los largos litigios, los cuales pueden durar años, imposibilitan habitar o vender o rentar las viviendas.
-La violencia económica y del crimen organizado ha empujado en los últimos años a cientos de miles de mexicanos, principalmente del norte del país, a emigrar, dejando sus hogares en el abandono.
Tanto Infonavit como los ayuntamientos han reconocido, tarde, el enorme problema que significa en muchos sentidos los millones de viviendas deshabitadas.
En el caso del instituto mexicano, ha puesto a la venta en el último año 20 mil casas abandonadas mediante un programa en alianza con los ayuntamientos que permite a trabajadores afiliados obtener casas a precios accesibles, con descuentos de entre 5% y 25%.
Bajo este esquema, en Sonora, el Infonavit ha logrado recuperar mil viviendas en 2016, las cuales ha restaurado y puesto en venta a precios accesibles bajo subasta, según su delegado Roberto Sánchez Cerezo.
Por su parte, el Ayuntamiento de Hermosillo anunció este mes un convenio con la empresa de impacto social ProVive.
Lo que el alcalde Manuel Ignacio Acosta definió como una alianza estrategia, va a permitir que esta empresa compre, arregle y venda viviendas abandonadas a precios por debajo del mercado.
Esta empresa que se rige bajo un esquema social, ha adquirido el compromiso de restaurar y poner a la venta cuatro mil casas en 2017, repartidas en los municipios de Hermosillo, Tijuana, Mexicali y Ciudad Juárez.
Pero a pesar de los esfuerzos del Ayuntamiento y del propio Infonavit, el problema se ha atacado tarde, y los números que arrojan estos programas no alcanzan para cubrir un círculo vicioso que crece conforme crece la inseguridad y la pobreza.