Caso Nathan Karim: Un precedente muy negativo

De Primera Mano
Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
HORAS antes de los días más “grandes” de la Semana Mayor, la Fiscalía General de Justicia de Sonora anunció que el Juez conocedor del caso, había otorgado la libertad a los padres de Nathan Karim, el joven responsable del atropellamiento a una mujer adulta y dos pequeños en una colonia del sur de Hermosillo, el pasado 5 de marzo.
Como había trascendido, los señores Meléndrez-Esquer, padres de Nathan Karim, habían sido detenidos bajo la acusación de encubrimiento. Ellos hicieron lo posible por proteger a su hijo, ocultándolo y alejándolo de la responsabilidad de enfrentar los hechos: Por un lado, ayudar a las tres víctimas, lesionadas graves y, por otro, dar la cara ante la autoridad.
La Fiscalía informó que los señores dejaron la cárcel luego de llegar a dos acuerdos con las familias de las víctimas. El primero, un “reparatorio”, es decir, pagar por los daños ocasionados; seguramente se incluyeron los gastos médicos y otras indemnizaciones, lo que trajo por consecuencia el otorgamiento del perdón por parte de las víctimas a –digamos- sus victimarios.
Además, según trascendió, el juez dejó abierto el expediente y estableció un tiempo limitado –hasta siete meses- para cerrar el caso con la “posible” comparecencia del directamente responsable, Nathan Karim.
Nadie reprocharía en el caso el estricto cumplimiento de la Ley, una vez avanzadas las investigaciones y el procedimiento. Los padres saldaron los daños (afortunadamente reparables) del hijo irresponsable. La pregunta que flota en el ambiente sobre el tema es la siguiente: ¿pero, se ha hecho justicia?
Todos sabemos que una realidad de social es que nuestras leyes no necesariamente son justas, pero la vigencia de ellas, nos obliga a su cumplimiento.
Nos detendremos por un momento a pensar en que todo esto pudo haber sido distinto.
Los padres presentan ante la autoridad al hijo, al cual lo sujetan a proceso por posible conducción punible y la necesidad de fijar una cantidad equis como reparación al daño causado por lesiones que tardan más de quince días en sanar y que ponen en peligro la vida de Brenda, la adulta y los dos pequeños, de cinco y dos años de edad.
Se llega a un acuerdo con la familia de las víctimas y se logra su perdón. El joven Nathan Karim recupera su libertad al quedar sin efecto la conducción punible y pagar la fianza establecida, así como la reparación de los daños.
La madre, hubiera conservado su trabajo de abogada en la Defensoría de Oficio del Gobierno del Estado y el padre, el señor Meléndrez, no hubiera tenido la necesidad de pedirle a su hermano, Julio Meléndez (así, sin “r”) que interviniera con sus contactos en la Iglesia de Dios para proteger al sobrino.
Finalmente, el joven Nathan Karim recibe una lección que cambiaría su vida, pero para bien, porque admitiría el grave error cometido y se comprometería con él mismo, a portarse mejor.
¿Qué es lo que tenemos en realidad?
Un joven irresponsable que se mantiene oculto en los Estados Unidos, una madre que perdió su trabajo y un padre que se unió con sus actos a mostrar el gran amor que tienen a su hijo.
Pero, ¿Sería lo correcto proceder así?
El hermano Julio, Pastor con autoridad y representatividad nacional e internacional en la Iglesia de Dios, podría ofrecer una cátedra de moral. Sobre todo de moral Cristiana, a su familia. Cosa aparte son los miembros de la congregación religiosa, temerosos de vivir un desprestigio innecesario.
Nadie reprocharía a la autoridad ministerial y judicial de Sonora sus actuaciones, aunque falta la eficacia, lo que se saldaría al detenerse al joven mantenido oculto.
Ante la sociedad sonorense se pondrían sobre la mesa dos cuestiones:
Primera, ¿Aplicaría en este caso el tráfico de influencias? ¿Y si hubiese sido equis, el responsable, lo presentan porque lo presentan ante la autoridad?
Y, finalmente, el precedente que se ha fijado hasta ahora no es el mejor ejemplo a seguir.
Porque en el futuro (no es el deseo, desde luego) ante un caso similar, el responsable de algún accidente y sus padres, recordarían a Nathan Karim y, quizá, querrían proceder igual.