Comedor Guadalupano

Atiende a más de 300 personas a diario en el Poblado Miguel Alemán
PIE DE FOTO
2.- Familias asentadas en este poblado reciben diariamente un plato de comida.
3.- Acuden adultos mayores.
Por Gerardo Moreno y Antonio López Moreno
Recuerdos de una infancia complicada en la que prevalecían las carencias, haber quedado en la orfandad desde pequeño y la falta de oportunidades, motivaron a Anselmo Ayala Corral a incursionar en la labor social.
Anselmo vive en la comisaría de Miguel Alemán, una comunidad ubicada a 35 minutos al poniente de Hermosillo, en la que la necesidad, la desnutrición y la falta de fuentes de empleo son el pan de cada día.
A los 11 años llegó procedente del estado de Chihuahua, vivió una infancia complicada, que recuerda a diario en el “Comedor Guadalupano”, donde atiende a más de 300 personas adultas que acuden por un plato de comida.
“Yo soy huérfano, no fui a la escuela, sobreviví mucho tiempo hasta con agua con chile, con una tortilla, y pues, creo que se me regaló el regalo de conocer lo que se siente cuando hay hambre, cuando hay necesidad y yo creo que es una escuela muy bonita que tuve en la vida y hoy que puedo luchar por ello, lo hacemos, gracias a Dios”.

Atienen a personas con desnutrición
Además del Comedor Guadalupano, también fundó desayunadores para menores. La desnutrición y el abandono están presentes los 365 días del año en Miguel Alemán.
“A veces es difícil, aquí en Miguel Alemán a veces es difícil, porque nos ha tocado conocer muchos casos de muchos niños que llegan muy ‘amolados’, muy ‘fregados’ y ahí los vamos apoyando y los sacamos adelante a todos, ni uno se queda sin comer”.
Participan 25 voluntarios
Para realizar su labor, le ayudan 25 personas voluntarias, además de los propios beneficiarios que se aprestan a servir los alimentos o participar en los trabajos de limpieza.
Rosalva Duarte, una mujer de 59 años, trabajó toda su vida en restaurantes y cocinas, y al quedar desempleada, se incorporó como voluntaria al comedor.
“Pero como vendieron, comencé a buscar otros horizontes donde trabajar, pero siempre ha sido la cocina lo mío”.

Reciben a mujeres y hombres de todas las edades
Al Comedor Guadalupano acuden mujeres y hombres. Fabiola, una madre de familia de 29 años, lleva 15 días acudiendo a diario junto con sus dos hijos pequeños, ella asegura que sin la ayuda de Anselmo, sería complicado alimentar a los menores.
“Unos señores me dijeron que estaban dando comida aquí, por eso me vine, y me gustó, por eso vengo todos los días”.
Otro caso es el de Jacinto Cruz González, un hombre de 65 años que desde hace dos años acude al comedor. Se dedica a recoger botes de aluminio u objetos que recicla a cambio de dinero.
“Por la propia necesidad, andando en la calle así me sostenía yo, pidiendo botellas y yendo al campo, pero como ahora en el campo casi no lo quieren a uno por la edad avanzada”.
De igual manera, Manuel Muñoz de 64 años vive la misma situación. Llegó del estado de Sinaloa en el año 2000 y trabajó más de 20 años en el campo, labor que le apasiona y desea volver a realizar.
“Me voy al centro buscando en los tambos de basura a ver que hay para sacar algo de dinero, porque si no le hacemos así no agarramos nada, por ejemplo ahorita, no es lo mismo que trabaje alguien de 60 a uno de 40, entonces le dan más chance al de 40”.