Confesiones de un Exfiscal; Un Bulevar Olvidado: El Llamado a Rescatar el Abelardo L. Rodríguez

No se trata solo de nostalgia ni de romanticismo localista. Se trata de un llamado cívico a la recuperación del espacio público
Por Rodolfo Montes de Oca Mena
Por esta ocasión me abstendré de abordar los temas relativos al Derecho Penal y la Seguridad Pública, asuntos que normalmente ocupan esta columna. Hoy quiero centrarme en una preocupación personal, profundamente arraigada en mi identidad como hermosillense: el deterioro evidente del bulevar Abelardo L. Rodríguez, una de las avenidas más emblemáticas de nuestra ciudad.
Este bulevar no es cualquier calle. Fue concebido como un símbolo de modernidad en la época del gobernador Abelardo L. Rodríguez y representa uno de los referentes urbanísticos y de paisaje más importantes de Hermosillo. Los que nacimos y crecimos aquí recordamos con orgullo los camellones arbolados, las glorietas bien cuidadas, las estatuas de los presidentes de México originarios de Sonora, y —sobre todo— los árboles que cariñosamente llamamos “yucatecos”, pero que en realidad son laureles de la India. Cabe reconocer que durante la gestión de Doña Alicia Arellano de Pavlovich como presidenta municipal, estas áreas fueron especialmente cuidadas, conservadas y embellecidas, con un sentido de pertenencia y dignidad que contrastaba con el abandono actual. No es casualidad que en aquella época a Hermosillo se le atribuyera —con toda justicia— el calificativo de “la ciudad más limpia de México”. Las nuevas generaciones deben saber que así fue, y si hoy se activan y exigen al Ayuntamiento resultados concretos, ese título bien podría recuperarse.
Hoy ese orgullo se ha convertido en tristeza. Basta con recorrer el bulevar para ver cómo los árboles se secan uno a uno, sin que, al parecer, se haga algo por replantarlos o regarlos. Los camellones y sus guarniciones están descuidados, llenos de maleza o tierra árida y su pasto seco; las glorietas han perdido su prestancia y las estatuas parecen olvidadas. El ornato urbano que durante décadas embelleció esta arteria ha sido sustituido por abandono y desinterés.
No se trata solo de nostalgia ni de romanticismo localista. Se trata de un llamado cívico a la recuperación del espacio público. Mientras otras ciudades de similar rango como Mérida (y su elegante, histórico y emblemático Paseo Montejo) o Chihuahua capital, inter alia, han logrado conservar y embellecer sus avenidas principales, Hermosillo parece haber bajado los brazos. Esta situación no puede ni debe normalizarse.
La responsabilidad recae, por supuesto, en el presidente municipal y en particular en la Dirección de Parques y Jardines del Ayuntamiento. Son esas instancias las responsables de mantener los espacios verdes y ornamentales de la ciudad, y su omisión es evidente. Las y los ciudadanos que cumplimos puntualmente con el pago de nuestros prediales tenemos derecho a exigir que las autoridades cumplan con su deber de preservar el patrimonio urbano y ambiental.
Desde aquí convoco a mis conciudadanos, sobre todo a los que si nacimos en Hermosillo, a que sumemos esfuerzos, ideas y voces. No necesariamente para formar un comité formal, sino para que juntos reflexionemos y propongamos formas de rescatar y revitalizar este bulevar. Puede ser a través de jornadas de reforestación, mecanismos de adopción de árboles, alianzas con viveros o universidades, o simplemente alzando la voz para que la autoridad reaccione.
Y ya que hablamos de símbolos urbanos que nos han sido arrebatados sin consultar al pueblo, conviene recordar también el lamentable caso del “Hermosillo Flash” instalado antaño también en esa rúa, y que fue derribado durante el gobierno de Guillermo Padrés. Aquel respetable medio de comunicación que también fungía como punto de encuentro espontáneo, donde los hermosillenses nos reuníamos a celebrar triunfos deportivos con alegría y civilidad, desapareció sin que nadie nos preguntara. Fue una decisión completamente desacertada, inexplicada hasta la fecha, y que quienes nacimos y crecimos aquí jamás solicitamos ni aprobamos.
El bulevar Abelardo L. Rodríguez no debe seguir siendo un paisaje triste y deteriorado. Es —o fue— un símbolo de lo mejor de Hermosillo. Recuperarlo no es solo un gesto estético, sino un acto de dignidad colectiva. Si los presidentes de México originarios de Sonora cuyos bustos adornan esas glorietas vieran el estado en que se encuentran hoy los camellones, los árboles secos y el abandono generalizado, seguramente se retorcerían en sus tumbas. Y muy en particular el general Abelardo L. Rodríguez, quien ideó esta avenida como ejemplo de modernidad, estaría pidiendo cuentas… o al menos exigiendo que se le quite su nombre del bulevar, para no cargar con una obra tan descuidada.
Primer Fiscal General de Justicia en la historia de Sonora. Abogado penalista con Maestría en Ciencias Penales por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE) y doctorando en Ciencias Penales y Política Criminal en la misma institución.
Correo: mdeocasc@hotmail.com