Conversaciones en el desierto: Una realidad entre las sombras
“Vivimos en una sociedad en la que nos tenemos miedo los unos con los otros”. E. González
Colaboración: Iván Ballesteros Rojo
Anoche, en el marco del penúltimo día del #FICD 6, se presentó el filme testimonial El paso (México, 2015), película que retrata un aspecto más de la terrible dualidad que vive nuestro país: violencia-impunidad. Un binomio que deviene en el horror, pero un horror plural que toca cada aspecto de la vida cotidiana de quienes vivimos acá. Después de la proyección, en un ejercicio por demás estimulante para un público ávido de conocer y escuchar, además de ver; tuvo lugar la tercera Conversación en el desierto: Cine y denuncia. Los invitados, el director de El paso, Everardo González, uno de los narradores fílmicos más destacados del país; la documentalista Betzabé García, que hoy a las 18:00 horas presenta su trabajo Los reyes del pueblo que no existe (México, 2015), y Diego Osorno, uno de los exponentes más reconocidos del periodismo narrativo nacional. La conversación estuvo moderada por el periodista sonorense, Luis Alberto Medina.
La charla, como era de esperarse, tocó las fibras más evidentes y soterradas de la violencia en México y, en especial, la violencia contra los periodistas que realizan un trabajo de denuncia y viven para contarla. Pero vivir es un decir, ya que el temor y el exilio los mantiene en un limbo migratorio del que no encuentran salida: los casos de Ricardo Chávez Aldana y Alejandro Hernández Pacheco.
González inicia la charla comentando sus motivaciones para realizar el documental. La principal, la empatía que sintió como padre de familia por las preocupaciones de sus compañeros reporteros y la situación que enfrentan, después de ser prácticamente expulsados del país a causa de la aterradora realidad que tocó a sus familias. “Esto no es para alguien en particular. A cualquiera le puede pasar. Este es un retrato de las consecuencias de la violencia”. Otro de los temas importantes a los que el director se refirió, fue la tragedia que provoca el desarraigo. Un pesar psicológico constante del cual no parece haber salida. “La violencia es una piedra lanzada al agua cuya onda se va expandiendo y tocando a todos”.
Por su parte, Betzabé García se refirió a la importancia de seguir haciendo trabajo de denuncia. Sobre todo en este momento sordo que vive el país. Donde las personas mueren por señalar lo que está pasando. “Estamos en una dictadura que mata a quien habla y señala”. García marcó uno de los aspectos que más tierra lanza sobre los casos de periodistas asesinados o desaparecidos, el de estigmatizarlos con la etiqueta de criminales. De tener lazos con los grupos delincuenciales, que en nuestro contexto se cuentan por millares. Todo un ejército del mal que trabaja, en la mayoría de los casos, bajo la protección del gobierno.
Diego Osorno compartió, desde su vasta experiencia, las situaciones que un periodista asume; los riesgos. Ya que en México “el autoritarismo y la corrupción no desaparecen, se expanden”. Osorno se refirió al sistema político del país como una “democracia bárbara”, donde la sociedad está impregnada por la barbarie, el desplazamiento y el horror sistemático”. Al final de su charla, Osorno reconoció que en el periodismo de denuncia no existe la empatía por parte de la sociedad, ya que la maquinaria del estado nos los presenta como criminales o vende patrias. “El periodismo de denuncia camina entre sombras oscuras”.
Hacia el final de la conversación, el público que se encontraba en la sala participó de manera copiosa, alimentando los conceptos que fueron señalados por los presentadores. Y entre todos, una reflexión: la sociedad civil tiene que organizarse, despertar, con la intención de cambiar la manera de concebir nuestra realidad. Eso o seguir alimentando al estado fallido en el que vivimos desde hace décadas.