Crónica sin corbatas de un viejo jugador de videojuegos: De los píxeles, al realismo brutal

Por Alberto Moreno / Periodismo sin corbatas
Yo vengo de una generación que le echaba monedas a las máquinas, no les daba clic. Que aprendió a jugar con palancas, botones duros y manos sudadas, no con mandos inalámbricos ni comandos de voz.
Soy de la Generación X, la que vio nacer los videojuegos y los vio crecer como si fueran un hermano menor rebelde y genial. Esta es mi crónica, sin nostalgia barata pero con memoria viva, de cómo pasamos del beep beep de los arcades al rugido bestial de la PlayStation 5.
1972 – Pong: el primer saque
Todo comenzó con Pong. Una raqueta a la izquierda, otra a la derecha, y una pelotita cuadrada que rebotaba.
Era tan básico que si dejabas la imagen quieta, se te “quemaba” la pantalla. Sí, los monitores eran tan frágiles que los fabricantes ponían animaciones en reposo para evitar que la imagen quedara grabada para siempre.
Pero a nosotros nos volaba la cabeza. Era interactivo. Era adictivo. Y costaba monedas.
1978 – Space Invaders y la invasión alienígena del ocio
Con Space Invaders llegaron los verdaderos viciosos. Años en que las maquinitas poblaban los abarrotes y las tienditas de barrio.
Los padres decían: “¡Eso es para vagos!”
Nosotros decíamos: “¡Es para sobrevivir al ataque alienígena!”
1980 – Pac-Man, Donkey Kong y la era dorada del arcade
Pac-Man convirtió a los videojuegos en cultura pop.
Donkey Kong nos presentó al primer fontanero bigotón (sí, Mario nació ahí), y los arcades se volvieron templos de reunión.
Ir a jugar no era “pasar el tiempo”, era una misión.
Un ritual: pedir cambio de una moneda de 5 a fichas y pelear por la máquina menos madreada.
1983 – Crash y resurrección
Como todo exceso, el boom reventó. El mercado se saturó de porquerías, y los videojuegos casi mueren.
Hasta que llegó Nintendo.
1985 – Nintendo Entertainment System (NES): salvación y control
Con Mario Bros. al frente, Nintendo resucitó la industria en casa.
Ya no ibas al arcade, tenías tu propio mundo de píxeles en la sala.
Y si eras pobre, te prestaban el “Family” o el “Polystation”.
La diferencia: en el original, Mario saltaba bien. En las copias, se moría solo.
1991 – Súper Nintendo y la guerra de consolas
Nintendo lanzó el Super NES. Sega respondió con su Genesis.
Y todos peleábamos por cuál era mejor sin saber que ambos eran joyas.
Mientras tanto, los videojuegos se hacían más largos, más difíciles y más bellos.
Tiempos de “blow cartridge” (soplar los cartuchos), de guardar con contraseñas larguísimas, y de gritarle a la pantalla como si eso ayudara.
1995 – PlayStation y el salto al CD
Sony apareció con un monstruo: la PlayStation original.
Juegos como Metal Gear Solid, Resident Evil, y Final Fantasy VII nos demostraron que un videojuego podía contar historias épicas, no solo romper récords de puntos.
Los gráficos eran un asco hoy, pero en ese momento eran cine interactivo.
1998–2004 – El boom del PC gamer y el Internet
Mientras las consolas seguían su camino, las computadoras se volvieron arena de batalla.
Conectarse a internet para jugar Age of Empires, Diablo II o Counter Strike era una odisea:
Sonido del módem: ¡grrrrrgkrrrPIPIPIPI!
Mamá gritando: “¡Desconéctate que no entra la llamada!”
Y aún así, jugábamos horas, con lag, con ratón de bola, y con la fe de que el juego no se colgara.
2000–2010 – PS2, PS3 y el poder total
PlayStation 2 fue una bestia.
La consola más vendida de la historia.
God of War, GTA San Andreas, Shadow of the Colossus… era cine, arte, violencia y poesía.
Luego vino el PS3, el Blu-ray, el juego online en serio, y una generación que creció sin saber lo que era una pantalla quemada o tener que esperar que cargara un cartucho.
2010–2020 – Streaming, Fortnite y Twitch
Los videojuegos ya no eran cosa de frikis.
Ahora todo el mundo juega, todo se transmite, y todo se monetiza.
Fortnite, Minecraft, Roblox.
Los chavos ganan millones jugando en vivo.
Y tú… sigues soplando tus cartuchos viejos por puro amor.
2020–2025 – PlayStation 5, realismo brutal y la IA
Con la PS5, los videojuegos dejaron de parecer videojuegos.
Ray tracing, 60 fps estables, texturas hiperrealistas, enemigos con inteligencia artificial avanzada.
Ahora los personajes te responden emocionalmente, el clima cambia en tiempo real, y el único bug… eres tú, que no sabes ya si estás jugando o viviendo otra vida.
¿Y después?
¿Te acuerdas del Arcade Galaga que protegía su pantalla para no quemarse?
Hoy tienes gafas de realidad virtual, simuladores inmersivos, mundos abiertos y una generación que nació en el código, no en las maquinitas.
Pero si cierras los ojos… todavía escuchas el «insert coin», la música 8-bit, y la emoción de pasarte ese nivel con solo una vida y medio corazón.
*Firmado por un viejo gamer que aprendió a pelear contra jefes finales… antes de que existieran los tutoriales.