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Cuando la leyenda sangra: Crawford derrumba el imperio de Canelo

Por Alberto Moreno

Anoche, en Las Vegas, el boxeo fue testigo de un terremoto. Terence “Bud” Crawford, el hombre que ya había conquistado todo en el welter, subió dos divisiones para desafiar al rey absoluto del supermediano. Y lo que parecía una osadía se convirtió en un acto histórico: Crawford venció a Saúl “Canelo” Álvarez y le arrebató los cuatro cinturones (AMB, CMB, OMB, FIB) y el anillo de The Ring.

 

No fue un nocaut fulminante ni una paliza que avergonzara. Fue algo más doloroso para una leyenda: una derrota por decisión unánime, en donde cada round fue un espejo que le recordaba a Canelo que su estilo, por años intocable, había encontrado un antídoto. Crawford manejó la distancia, le negó los espacios, lo desarmó con jabs y lo frustró con una lectura quirúrgica de sus ataques.

 

Las tarjetas (116-112, 115-113, 115-113) contaron la verdad incómoda: Canelo fue competitivo, tuvo ráfagas de poder, pero nunca dueño del combate. La fiera que tantas veces arrasó con rivales pareció lenta, sin ideas, atrapada en un rompecabezas que Crawford resolvía con calma de cirujano.

 

Y entonces, lo impensable: el mito del Canelo invencible en su peso se rompió en vivo, frente al mundo.

 

Crawford, con 42 victorias y ninguna derrota, se convirtió en el primer boxeador de la era de los cuatro cinturones en ser indiscutido en tres divisiones. Un hito que lo eleva directo al olimpo.

 

¿Y ahora qué?

La respuesta está escrita en la sangre del espectáculo: revancha. Porque si algo sabe el boxeo es que las leyendas no aceptan morir en silencio. Canelo no se va a retirar con esta mancha. Su orgullo, su mercado, su historia reclaman otro capítulo.

 

Pero ojo: la revancha no es garantía de redención. Crawford no solo le ganó al Canelo, lo descifró. Y quien entiende el código de una máquina, suele hacerlo de nuevo.

 

Anoche, el boxeo nos recordó su crudeza: incluso los intocables sangran. Y cuando la leyenda sangra, el mundo pide venganza.

 

*Alberto Moreno. Periodismo sin corbatas.