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“Cuando los indios hablaban Latín” de Serge Gruzinski

Si queremos tener valores universales, seamos dignos de una historia global, cierta, certera y con todo en su lugar

Por Manuel Gutiérrez

Una presentación del libro “Cuando los Indios hablaban latín” del autor e investigador Serge Gruzinski, llevó el conocimiento de la modernidad europea del siglo XVI, a compartirse en todo el nuevo mundo, en una singular obra que demostró que la leyenda negra de España, y los afanes de la 4T de que le pidan perdón los sucesores de la conquista, civilización y mestizajes, que dieron lugar a las nacionales de Hispanoamérica, dado que no solo recibimos un legado español, sino un legado europeo tecnológico, cultural, religioso que nos actualizó totalmente como parte de un mundo completo.

Las ideas de discriminación, explotación, robo, asesinato, genocidio, con que se salpica la leyenda negra, fueron abordadas en la Academia de Inscripciones y Bellas Letras de París en que se realizó la premiación del autor y la presentación de su libro “Cuando los indios hablaban latín” que pronto al parecer tendremos en español, con sello de alguna importante editorial, esto se publicó el sábado 9 de noviembre en Milenio, Laberinto, un suplemento superlativo en la cultura.

Serge Gruzinski, tuvo una justa compensación a una vida de divulgación científica de la verdad cultural, más distante de la ignorancia, el prejuicio o las visiones ideológicas que en el pasado pretendieron manchar la obra civilizadora del reino español, una de las grandes hazañas de su tiempo, en que se sumaron los valores conjuntos de todo lo que es Europa, en ese siglo XVI.

Serge, habla francés, italiano, portugués y español. Le tocó a Nicolás Grimaldi, hijo del gran latinista Pierre Grimaldi, y en barroco escenario de la Academia, se realizó entre silenciosas estatuas de Rimbaud, Racine, Moliere, así como imágenes evocadoras de Rosseau, y destacado integrante de la Academia de las Letras de Francia, la justificación del premio de Historia de las Religiones, al autor que también es conocido por su obra “La guerra de las imágenes”.

Nicolás Grimaldi, habló que el acto coronaba no un libro, sino el esfuerzo de toda una vida de investigación por la verdad. Grimaldi destacó porque su intervención evidenció la existencia de una Europa que se transmitió no solo como España, sino de talentos notables de Flandes, que vinieron a la nueva tierra como misioneros, pero portaban los conocimientos más avanzados de la época, una transferencia de lo que era el Sacro Imperio Romano Germánico, de Carlos V.

El autor, por su parte comentó que la obra ayuda ver de manera global, la historia, porque todos los europeos a través de España o Portugal, tuvieron que ver con la colonización, la organización, la cultura, del nuevo mundo. Es necesario replantearse la colonización del nuevo mundo, para dale un sentido comprensible fuera del concepto de España.

“El mundo europeo en el siglo XVI es un mundo sin fronteras, sin pasaportes, ni identidades. Con infinitos intercambios, por eso encontramos en México en el caso de la pintura indígena, lo mismo en México, Perú o Ecuador, hay una marcada influencia flamenca en todo el arte de ese tiempo. Las naciones en realidad comenzaron en el siglo XIX, cuando se determinaron las fronteras.

“Si los países bajos son importantes en la colonización del nuevo mundo, Italia es fundamental. Nápoles es parte del imperio español, Milán es la gran fortaleza del imperio, Génova, es el banco de la monarquía católica española, la influencia europea llega desde el siglo XVI incluso algunos rasgos vienen desde el siglo XV, simplemente los pontífices católicos de la época, actuaron como árbitros y como notarios de ese tiempo, definiendo derechos, consagrando facultades humanas de los conquistados, para mí es un lección importante que se ignora, de la mundialización”.

Serge juega un poco preguntándose que era Flandes, (Bélgica y los países bajos, como Holanda) y se pregunta: “¿Que era la devoción moderna? ¿Qué era la polifonía, que representa Fray Pedro de Gante (Gante está en Bélgica)? Todo es modernidad europea, una proto-industria, una vida rica en lo cultural y artísticamente completa, sumada a la pintura italiana. No se reservó nada Europa, enseñó toda la vanguardia en todos los campos”.

Los efectos en los intelectos indios destacados se percibieron también como reflejo en Europa. No solo eran intelectuales los maestros de las universidades porque son maestros, sino que la gente poseía un nivel cultural, se trata de una interlocución, de un face to face, que resultó innovador y sorprendente, porque son gente con capacidad de hacer cosas en latín, componer versos, hablar con profundidad, escribir… y eran indígenas.

Dice Serge: “Hace 70 años, León Portilla hizo un trabajo magnífico sobre el pensamiento náhuatl, pero hay que salir de ese tipo de retórica, para enfrentar seres que existen, no como los autores ficticios de los Cantares Mexicanos, sobre los cuales el historiador tiene información de las fuentes coloniales para ubicar su posición política, el lugar en que vivía, su posición dinástica, que tipo de latín hablaba y que trabajos produjo. Hay que tratarlos como se si escribiera de Siguenza y Góngora, o de Sor Juan Inés de la Cruz.

Cinco décadas ha dedicado Gruzinski a estudiar a México, pero también a Brasil.

Pero sus preocupaciones son muy propias de este tiempo y de una generación: “El papel está desapareciendo en el mundo. (Libros, bibliotecas) estamos entrando en otro. Me fascina como historiador ver cómo podemos perder la comunicación, el registro del mundo, entrar en otro tipo de tecnología, y sus consecuencias. Es un desafío entender porque las cosas desaparecen y otras aparecen… y cuáles son sus consecuencias intelectuales, culturales, ese es el meollo”, dice mientras argumenta que busca respuestas antes de irse. (la vida humana no es para siempre) pero una manera de inmortalizarse es ingresando alguna de las Academias francesas, con validez universal, Serge ya forma parte de ellas.

El autor recordó otra obra que ha sido importante y consultada en su laureado libro Cuando los Indios hablaban latín. “Es la Psalmodia Christiana muy conocida por los especialistas del náhuatl del mundo del siglo XVI. La imprimió un tipo aventurero, un francés de Rouen, Pierre Orchart, conocido en español como Pedro Ocharte, cruzó el Atlántico, por Sevilla y se fue a México, vivió un tiempo comerciando entre Zacatecas y Veracruz, y se casó con la hija de un impresor de libros, y se convierte en principal editor de Nueva España.

“La máquina de Gutenberg, está en las Américas, y produce textos asombrosos que nunca se habían impreso, en náhuatl, en zapoteco, hay ciertamente un momento de monopolio cultural, porque no se tenía imprenta en el Nuevo Mundo, con dependencia tecnológica, pero imprimen  en lenguas que nunca habían circulado, Ocharte se convierte en un intelectual, publica volúmenes jurídicos y políticos para el virreinato, pero son los autores originales, con todo y plumas, como caciques, los latinistas”.

Esto evidencia que el concepto de genocidio, de exterminio cultural, salta hecho pedazos, como las absurdas pretensiones de la 4T en cualquiera de sus pisos. Una visión parcial, rencorosa, basada en una retórica irreal, inexistente, cuando se conjuga un encuentro cultural mundial en nuestras tierras, y no un genocidio, otra vez esa palabra, que solamente existe en las mentes febriles de los autores de la leyenda negra que muchos historiadores anglosajones han encontrado deleznable y falsa.

Serge sigue sus ricas reflexiones. Dijo que piensa que su libro debió ser desarrollado por algún mexicano, colega que lo pudo escribir. “Pero, por qué no escribir de las relaciones antiguas de México y China, (La nao de China que desembarcaba anualmente en Acapulco, pasando por Filipinas, una aventura náutica riquísima, cuando no terminaba en el fondo del mar).

“De la Virgen de Guadalupe, se ha escrito pero sobre todo de arte. Pero las visiones no solo son estéticas, sino políticas, México se desconoce un libro que deben leer todos: AztecLatin, de Andrew Laird, que debería ser publicado en México, por mexicanos, porque tiene los centros de estudios filológicos, la estima, el conocimiento” pero algunos prefieren estar del lado del gobierno y su discurso centralizador, maniqueo de malos y buenos, de los beneficios presupuestales, en lugar de la investigación real, pero esta sigue adelante y encuentra su sitio en los más altos pedestales de la cultura mundial.

Pero se prefiere el discurso estruendoso y aberrante anti español, antieuropeo, que niega el brillo y la justa verdad del pasado, por motivos ideológicos malsanos. Nos perdemos en aborrecer a quiénes nos aportaron elementos civilizadores en gran escala, asumidos por los mismos indígenas. Que mejor alegato, que la existencia de portentosas obras de los indígenas en latín.

Si queremos tener valores universales, seamos dignos de una historia global, cierta, certera y con todo en su lugar.

No con deformaciones, ni con ideas que éramos el pueblo del sol, puro, feliz, sin terror, ni miedo, cercano a la conquista del espacio, sin la rueda y sin metales herramientas y haciendo guisados con chile de los congéneres; puro canibalismo.

Porque fue con la colonización que se obtuvieron muchos beneficios que desarrollaron la agricultura, la ciencia, la tecnología, en México, pero nos empeñamos en negarlos porque un partido oficial en el poder lo dispone, y por las fobias de un presidente ignorante en grado extremo, de su propio historia porque de no ser por los indígenas no se hubiera tenido un nuevo orden social, ni se hubieran asimilado las nuevas formas culturales.

Serge Gruzinski, recuérdelo, búsquelo. Será del Fondo de Cultura Económica, y al leerlo rompa con la leyenda negra, sus miserias y sus mentiras, de paso se va al cesto de la basura la postura irreconciliable con España, promovida en mala hora por la 4T que ha dado más penas y vergüenzas por los que sí saben del tema.