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De la mano de La Catrina, un recorrido espeluznante por el panteón

Una luna llena ilumina la noche cerrada en la que nos adentramos en el cementerio tras los pasos de la Muerte, juguetona y chocarrera, esa muerte tan mexicana que dialoga con los vivos

Por Imanol Caneyada

La mismísima muerte, la Catrina, la Pelona, la Calaca, ella y no otra, los espera en la entrada del panteón Yáñez para guiarlos por un singular recorrido entre tumbas y mausoleos, lápidas y cruces, equipada la señorona tan solo con una linterna y, con suerte, la luz de la luna.

Hay a quien se le eriza el cabello por el miedo y quien grita de horror cuando la juguetona Catrina nos gasta una broma delante de una lápida que tiene nombre de bulevar.

Y es que no cabe duda que la muerte es espejo de la vida y un panteón, el reflejo eterno de la ciudad que lo acoge.

Si les gustan las experiencias fuertes y paranormales, los invito a disfrutar (¿es esta la palabra?) de los recorridos Leyendas del panteón, organizados por una empresa familiar que desde hace ocho años ya marca la diferencia en esta ciudad que a veces se resiste al entretenimiento.

Me refiero a la agencia turística Paseos Hermosillo, una de las pioneras en recorridos guiados y que aprovechando la cercanía del Días de Muertos, un año más, ha diseñado una visita guiada por el cementerio en funcionamiento más antiguo de la capital del estado, el San Agustín, popularmente conocido como Yáñez.

Dice el cronista de la ciudad, Ignacio Lagarda, que los panteones, los aeropuertos y las zonas de tolerancia en cualquier ciudad de México son desplazados cada cierto tiempo, a causa del crecimiento de las ciudades.

La bella Catrina que nos recibe en la puerta del cementerio se encarga de recordarnos esto y nos explica que ha tenido muchas moradas antes del panteón San Agustín, fundado en 1920, lo que lo convierte en el más antiguo; y que en múltiples ocasiones, los difuntos que descansan ahí fueron trasladados, primero, del panteón situado en Catedral, después del que estaba en la actual escuela Leona Vicario y mucho después del ubicado en el actual Jardín Juárez, hasta encontrar, por fin, el eterno descanso.

Una luna llena ilumina la noche cerrada en la que nos adentramos en el cementerio tras los pasos de la Muerte, juguetona y chocarrera, esa muerte tan mexicana que dialoga con los vivos, que nos embauca y seduce, que nos recuerda que siempre estamos a un paso de caer en alguna de las tumbas vacías que nos salen al paso.

Hay en el recorrido una mezcla de historia y mito, también de mitote sabroso, y es que como dijo alguno de los niños que integraban el grupo (fascinados con la experiencia): “¡Esa lápida tiene nombre de calle!”.

Recorrer el panteón Yáñez o San Agustín es viajar al pasado de la ciudad que lo aloja a través de sus personajes, algunos ilustres, otros no tanto, los cuales replican en el camposanto lo que fue su vida mediante fastuosos mausoleos (incluso refrigerados) o discretas tumbas, que de todo hay.

La Catrina, ese mexicanísimo símbolo de que a nosotros, la muerte, nos hace los mandados —creada por el genial Guadalupe Posada e inmortalizada por el genio de Diego Rivera—, nos lleva de su vaporosa mano por el laberinto mortuorio mientras nos explica las biografías tras los nombres labrados en piedra que la linterna alumbra.

Pero no solo de historia viva (o muerta) está compuesto el recorrido.

En esta tierra fértil en convivir con espíritus y aparecidos, no pueden faltar las leyendas más escabrosas sobre muertos enterrados vivos (qué contrasentido), mujeres de blanco que deambulan por las calles del panteón, niños milagrosos, como Carlitos, y lamentos de ultratumba que ponen los pelos de punta.

Todo bajo la oscuridad más cerrada, pues el Yáñez es un cementerio sin alumbrado público (¿acaso a los muertos les interesa la luz Led?), y sobre la tierra por la que se cuelan los espíritus chocarreros que nos acompañan a casa.

Por eso la advertencia de la Catrina al terminar el recorrido: al llegar a casa, dejen sus zapatos en el patio, no vaya ser que durante la noche reciban visitas inesperadas, o cepíllenlos hasta asegurarse que no queda ni rastro de polvo.

Si están interesados en los recorridos Leyendas del panteón, pueden buscar información en la página de Facebook Paseos Hermosillo o en el teléfono 6621 120372.