Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
Martes, 13 de septiembre de 2016
El primer año de Claudia en el Gobierno
HAN TRASCURRIDO 12 meses desde aquel esperado día en que Guillermo Padrés dejaría Palacio. Los sonorenses estábamos hartos de tanta decepción, de tanto engaño, de seis años en los que se llenaron los bolsillos de dinero público, con un descaro inusitado.
Ha transcurrido hoy un año exactamente desde aquel día y habría qué voltear a nuestro alrededor y observar el rostro de los sonorenses. ¿En realidad hay otro Sonora ahora? ¿Claudia ha respondido bien al frente del Gobierno del Estado?
Estas son las preguntas que se hacen hoy miles y miles de ciudadanos y que se responden de diferentes maneras, pero con un común denominador en la siguiente expresión: “¡Me tiene apantallado!”
En lo particular, me uno al sentir nacional de colocarla en uno de los tres primeros lugares en comparación a otros mandatarios estatales y en aprobarla en Sonora –los propios y extraños- con cifras arriba de los 80. Sin embargo, en lo particular, me quedo con una impresión.
En campaña conocí a muchos priístas que dudaron del triunfo de Claudia Pavlovich. Todavía más, se atrevieron a apostarle a la derrota de su candidata del PRI a la gubernatura.
Hoy, un año después, esos priístas y otras damas y señores, reconocidos en la opinión pública, se quitan el sombrero ante la capacidad demostrada por esta dama, que por vez primera ocupa la titularidad del Poder Ejecutivo Estatal.
No se esperaban una mujer tan capaz y con resultados extraordinarios tan solo en el primer año de su gestión. Levantó la casa colapsada (gobierno) que heredó; consiguió poco más de cinco mil millones de pesos para obra pública y rehabilitar programas sociales, pero todavía ha hecho buena política porque ya es figura nacional y la división de los sonorenses entre ciudadanos del norte y del sur quedó en el pasado, como una página negra en la historia del Sonora moderno.
Y a mí en lo particular –otra vez- me da gusto algo especial. Esos priístas que esperaban ver derrotada a su candidata, ahora tienen trabajo en la administración estatal.
Y es que la página de los agravios personales también se arrancó del libro y se envió al archivo.
LO QUE SUCEDIÓ ayer al involucrar a ciudadanos sonorenses que nada debían en los tres cateos llevados a cabo por la Policía Federal en Hermosillo, es la consecuencia natural en las imparables redes sociales cuando la autoridad responsable (en este caso la PGR) no informa con puntualidad… Que un cateo fue en casa de Luis Sierra Jr., que otro fue en casa de la exregidora Diana Barreras… Bueno, en éste último caso, la joven Barreras utilizó las mismas redes para aclarar que ella estaba en casa y la diligencia se había llevado a cabo en la casa de un vecino… Salió el propietario de un bar para aclarar que no se estaba tocando su negocio… En fin… Las redes sociales “imparables” y la autoridad en silencio, es el coctel formidable para dar con una gran confusión.
MALORO Acosta, el alcalde de Hermosillo, tomó una decisión… Debió medir las críticas que recibiría al avalar la página “Infraganti.mx”, pero se atrevió a recoger el sentimiento de una ciudadanía harta de denunciar a ladrones y asaltantes y ver cómo el ministerio público o el juez, los dejan libre a las horas… Es, de alguna manera, “agarrar al toro por los cuernos” buscando disminuir y acabar con la delincuencia que azota a la inmensa mayoría de colonias de la ciudad capital del Estado… La gran ventaja para Maloro, jurídicamente hablando, es que la idea de www.infraganti.com tiene origen ciudadano… Y lo que son las cosas –increíble en plena segunda década del siglo XXI-, que el presidente de la Comisión Estatal de los derechos Humanos, Raúl Ramírez, saque la cara, critique al Presidente Municipal en una abierta defensa a los delincuentes… ¿Qué el exhibir públicamente a los delincuentes en esa página, les ayudaría a salir en libertad por el llamado “Debido proceso” violentado?… ¡Pero si de todas maneras el AMP o el Juez los pone en libertad aunque estén confesos!… El objetivo es inhibir el delito… Ojalá y algún día se establezca el “debido proceso por las víctimas de las delincuencia”, tan echadas al olvido.