De Primera Mano | Ante el rosario de deseos, ¿Y los cómos?

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
ESTAMOS EN campaña y estamos acostumbrados a escuchar de todos los candidatos todo tipo de promesas. No sé con exactitud si todas las señoras y los señores que aspiran a ocupar un cargo de elección popular están conscientes de que la gente no les cree sus dichos. Sus falsedades se han almacenado como parte de nuestra cultura política.
Simplemente, nos hemos acostumbrado a escuchar un rosario de buenos deseos, pero nadie –salvo alguna excepción- nos dice el cómo va a enfrentar o resolver tal problemática.
Por ejemplo, en el caso de Hermosillo, las damas y los señores que buscan sentarse en la oficina del presidente municipal, concluyen que el problema mayor de la ciudadanía de la capital del Estado es la seguridad pública.
Y todos ellos mantienen el denominador común de que será lo primero que busquen resolver cuando lleguen al cargo, pero nadie ofrece una fórmula para hacerlo. A lo más, llegan a mencionar que podrían aumentar el número de elementos policiacos, el número de patrullas, sectorizar la ciudad para hacer rondines, buscar la opinión de expertos internacionales, el policía de barrio, atacar las adicciones, ir a la célula básica de la sociedad, que es la familia, para desde ahí formar a los buenos ciudadanos…
Sin embargo, es una película que ya nos ha tocado sufrir por muchos trienios y sexenios.
Hasta el momento, no ha habido absolutamente nadie con el suficiente liderazgo y voluntad, para encabezar una cruzada en la que cada uno de los elementos que conformamos la sociedad, cumplamos con nuestra parte en el conflicto.
No podrán lograrse buenos resultados en materia de seguridad pública, si se llevan a cabo acciones aisladas. Hasta el momento, no ha habido ninguna candidata y ningún candidato que haga un llamado a la familia, policías, maestros y alumnos, iglesias y aparato de gobierno, a cumplir cada uno la parte que le corresponde y que sólo en la medida de su eficacia, se alcanzarán resultados.
Una fuente importante de la delincuencia es la pobreza. ¿Habrá alguien que motive y ofrezca trabajo para todos y de todos los estratos sociales?
¿Dónde están las autoridades educativas y los maestros que no sólo se limitan a enseñar números y palabras, sino que además colaboran en la formación de nuestros jóvenes para que tomen las decisiones correctas en la vida?
Una fuente importante de la delincuencia es el fenómeno de las adicciones. ¿Hay alguien que acuda a la célula más importante de la sociedad, que es la familia, para sembrar las semillas de la no violencia, los valores, la unidad social y la solidaridad entre los vecinos y conocidos?
¿La Iglesia cumple su cometido al evangelizar, recordando que existe el mal porque el hombre se aleja de Dios y lo despide de su corazón?
¿Las autoridades judiciales y ministeriales (jueces y fiscales) cumplen con su cometido en el cumplimiento estricto de la Ley o fomentan la impunidad dejando en libertad a verdaderos delincuentes? Porque una gran motivación del delincuente es que cuenta con la plena seguridad de que no será castigado.
Finalmente, alguien debía medir la felicidad de las personas. Si una persona tiene una familia unida, tiene trabajo, esparcimiento y diversión, es muy probable que el fantasma de la delincuencia desaparezca.
Hay mucha frivolidad e ignorancia en los candidatos a presidentes municipales. Salvo una excepción de cuya experiencia se ponen a disposición de la gente opiniones de expertos para enfrentar el problema de la inseguridad, el resto se conforma con exponer su rosario de buenos deseos.
Eso sí. Cuando cruzamos al “otro lado”, nuestro comportamiento es distinto. Allá sí se cumple la Ley y tememos pagar por nuestros errores.
Aquí en Sonora y en México, son los mismos ciudadanos exigentes de mayor seguridad, quienes con su actitud desobligada y de doble moral, propician la inseguridad.
Y es que la mentalidad del hermosillense aún es limitada. Quiere a dos policías. Uno que le cuide y otro que sea amigo para que solape sus infracciones.
Se conforma con tener de vecino a un doctor, un compadre en el gobierno y conocer Guadalajara.