De Primera Mano | Entre la sequía y los apagones de la CFE

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
NO HAY nada más angustiante que ser vulnerable ante la naturaleza y la incapacidad de los servidores públicos obligados a resolver problemas.
Esos estudiantes, obreros y empleados que murieron acribillados en Reynosa, Tamaulipas, por estar en la hora y el lugar equivocados este fin de semana, sufrieron las consecuencias de un gobierno federal que antepone la política, a su obligación constitucional de imponer el imperio de la Ley.
Ante los 19 muertos que dejó esa acción “terrorista” de la delincuencia en aquella frontera, el Presidente López Obrador anunció que pediría a la “autónoma” Fiscalía General de la República, que ejerza su capacidad de atracción para encabezar las investigaciones.
¿Usted cree que arrojará algún resultado?
Es por demás, no existe capacidad oficial para garantizar la paz y la tranquilidad a Juan Pueblo.
¿Y para resolver otros problemas “menores”?
Aquí en Sonora, por ejemplo, se está ante dos “amenazas” en este verano.
El alcalde interino de Hermosillo advirtió que si no llueve, en 20 días dejará de operar el “popote” que está instalado desde la presa “El Novillo” hasta la capital del Estado.
Y es que el embalse de esa presa, por la espantosa sequía, se encuentra a menos de una cuarta parte de su capacidad. Los técnicos recomiendan apagar los motores que echan a volar el acueducto “Independencia”, so riesgo de, al no hacerlo, causar un daño monumental.
¿Y qué sucederá si ese acueducto no trabaja?
Bueno, en primer lugar, dejará de abastecer en un 30 por ciento el agua potable a Hermosillo, que demanda 350 mil metros cúbicos por segundo y ello obligaría necesariamente, a la aplicación de tandeos. En toda la ciudad, habría baja presión del vital líquido en las líneas de conducción y en el sur, incluso, de las llaves sólo saldría aire.
Por otro lado, ante las altas temperaturas del verano, los conocidos “apagones”, han empezado a generarse.
La Comisión Federal de Electricidad, una empresa “de clase mundial”, ya no se preocupa en justificar las fallas diciendo que existe incapacidad instalada.
En Hermosillo, pocos lo saben, pero la semana anterior se dio un apagón en el Cereso I y otro más en el Hospital General del Estado que obligó a apagar el aire acondicionado y puso a sufrir a internos de la cárcel y pacientes del hospital.
Como si eso fuera poco, en Sonora estamos empezando a sufrir una tercera ola por el aumento de contagios por COVID 19. Ayer lunes, rebasamos por segundo día en una semana, los 200 nuevos casos.
Ante esta vulnerabilidad, uno podría preguntarse: ¿Hay alguien que se interese por la gente y tratar –cuando menos- de resolver estos problemas tan recurrentes en todo el Estado?
Porque el abandono del gobierno federal ante el problema de la sequía es un hecho (AMLO desapareció el Fondo Nacional para Desastres) y el más experto de los expertos locales está esperando que llueva para evitar que la gente muera de sed.
Y los “apagones”, es algo recurrente cada verano. O hay alto voltaje, o falta de capacidad que soporte el consumo y habría qué esperar cualquier viento mayor a los 50 kilómetros de estas tormentas veraniegas sonorenses, para estar a expensas de los apagones.
Todos estos fenómenos son repetitivos, año tras año, (como los emplazamientos a huelga de los sindicatos universitarios), pero las mentalidades pequeñas de nuestros políticos y gobernantes no permiten prever soluciones.
Y en cuanto a la pandemia y su tercera ola, habría qué abonarle a las y los candidatos que concentraron a miles de personas y le sumaron a la pérdida del miedo al COVID. Ahí están las consecuencias. Efectivamente, no hay nada peor que ser una persona vulnerable ante la Madre Naturaleza y la incapacidad de los políticos y gobernantes.