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Del País Vasco a Sonora, cinco décadas en el frontón

Un grupo de frontenistas lucha en el Héctor Espino para que este deporte no desaparezca en Hermosillo, en medio de la incertidumbre que pesa sobre la unidad deportiva

Por Imanol Caneyada

La pelota vasca nació hace por lo menos cuatro siglos en el norte de España y el sur de Francia. De gran raigambre en Euskadi y La Rioja, los emigrantes trajeron este deporte tan peculiar a Latinoamérica en el transcurso del siglo XIX.

Los países de América Latina en donde más afición existe son México, Cuba, Argentina y Uruguay.

La pelota vasca se practica en un frontón y tiene muchas especialidades: mano, pala, remonte, cesta punta, frontenis, entre las más conocidas.

Curiosamente, el frontenis nació en México a principios del siglo XX, cuando los pelotaris de este país sustituyeron la pala por una raqueta de tenis.

Hoy en día México sigue siendo una potencia mundial en esta especialidad (la única que practican oficialmente tanto hombres como mujeres) y ha dado numerosos campeones del mundo.

Algunos aficionados frontenistas se reúnen a pasar un rato de sano esparcimiento.

En Sonora, el frontenis lucha por sobrevivir y mantener una tradición que, después de cinco décadas, está amenazada con extinguirse, así como pesa la amenaza de desaparecer sobre la muy descuidada unidad deportiva donde se practica, la Héctor Espino.

Los cuatro frontones existentes en esta unidad, junto con otros dos en la unidad deportiva Coloso, son los únicos espacios donde puede practicarse el frontenis en Sonora.

El frontenis en Hermosillo es cosa de familias. Murillo, Montemayor y Solís son tres apellidos muy ligados a este deporte que vino del sur, principalmente de la mano de los militares.

Precisamente, el único frontón que existió en Hermosillo durante mucho tiempo fue el de la IV Zona Militar, narran para “Primera Plana” Tavi Murillo, José Luis Mondragón y Ernesto Solís, sentados en las gradas de uno de los frontones de la unidad deportiva, listos para entrar a jugar.

En 1994 en Hermosillo se realizó una competencia nacional, donde Alberto Murillo quedó campeón nacional, el único sonorense con ese reconocimiento.

Sus padres, en la década de los sesenta mantuvieron vivo este deporte en la Casa del Pueblo, campo deportivo en el que había un frontón hasta que en 1972 se inauguró la Unidad Deportiva que lleva el nombre del genial beisbolista Héctor Espino, justo detrás del estadio del mismo nombre.

Desde entonces, varias generaciones de frontenistas han surgido de los deteriorados frontones de esta unidad, algunos de ellos trayendo medallas a Sonora en campeonatos y olimpiadas nacionales.

En la actualidad, Tavi, José Luis y Ernesto, y otros más luchan contra el olvido y la indiferencia de las instituciones para que este deporte, heredado de sus padres, no desaparezca.

Es un deporte muy poco conocido y practicado en Sonora; el gran rival de Hermosillo es Ciudad Obregón, aunque de un tiempo a esta parte, en Puerto Peñasco, Nogales, Guaymas y San Luis Río Colorado han surgido buenos exponentes.

En este momento, nos dicen, hay 16 jóvenes sonorenses de entre 15 y 18 años listos para ir a representar a Sonora en el próximo campeonato nacional de trinquete (un frontón cerrado con un tejadillo en la pared izquierda), a celebrarse en Toluca, Estado de México en dos semanas más.

El problema es que el único apoyo que recibirán por parte de las autoridades deportivas en Sonora será un autobús para transportarse, todo lo demás correrá por cuenta de los participantes y algunos de ellos no están en condiciones económicas para soportar un gasto tan elevado.

En las altas paredes de las canchas se pueden ver desde grietas hasta trozos desgajados.

Esta situación, que se repite en muchos otros deportes en todo el estado, no es nueva para los pelotaris del Héctor Espino, quienes en casi cincuenta años han visto como las instalaciones van deteriorándose paulatinamente y tienen que poner de su bolsa para resolver problemas tan básicos como reponer los cables de la luz, robados en múltiples ocasiones.

En los últimos años, solamente en 2010 las instalaciones recibieron una remozada. El entonces diputado Damián Zepeda obtuvo un recurso de 150 mil pesos vía el Cecop; el problema es que no escucharon a los deportistas y en lugar de reparar el frontis (la pared en donde golpea la pelota), se aferraron en remozar la pared izquierda, por lo que el resultado no fue muy satisfactorio.

A ocho años de eso, los cuatro frontones presentan grietas, agujeros y desconchados, lo mismo que toda la unidad deportiva, cuyo futuro es incierto.

Años de gloria con el frontenista Beltrones

La década de los noventa fueron de gloria para el frontenis en Hermosillo, recuerda el Pantera Murillo, quien hace tres décadas trabaja en la unidad deportiva, llegó a ser frontenista de primera fuerza y árbitro internacional de la especialidad. 

Por esa época, el primero secretario de gobierno y posteriormente gobernador Manlio Fabio Beltrones practicaba la especialidad en las instalaciones del Héctor Espino; el Pantera Murillo llegó a jugar con él en muchas ocasiones.

Un representativo de jóvenes sonorenses participará en el próximo campeonato nacional de trinquete.

Llegaba rodeado de guaruras y se ponía a jugar un deporte cuya afición la trajo de Ciudad Obregón, una de las plazas más fuertes en el estado.

Por esta afición, Beltrones apoyó e impulsó el frontenis y las instalaciones del Héctor Espino llegaron a ver dos campeonatos nacionales, en 1992 y  en 1994.

En esa época, rememora con tristeza el Pantera, llegó a haber en Sonora más de 60 frontenistas de primera fuerza, en la actualidad no hay ninguno, sentencia, el nivel ha bajado mucho, a diferencia de Jalisco o el Estado de México, en el que la pelota vasca en todas sus especialidades ha crecido mucho.

Años después, una situación similar se vivió en Ciudad Obregón, cuando otro ex gobernador también aficionado al frontenis, Eduardo Bours, impulsó este deporte en Cajeme convirtiéndola en la plaza más sobresaliente, al extremo que rehabilitó un frontón que lleva el nombre de su padre.

En ambos casos, el frontenis tuvo un auge fugaz, producto de circunstancias específicas, que poco a poco ha ido desapareciendo.

También el espacio ha sido vandalizado.

Ahora, en este presente ingrato, un grupo de personas se empeña en mantener una tradición que heredaron de sus padres y que quieren transmitir a sus hijos.

Por ello, hacen la invitación a la comunidad a que se acerque a conocer un deporte divertido y nada caro, la raqueta no cuesta más de 1,200 pesos.

El frontenista Tavi Murillo, por una módica cuota de recuperación de no más de 50 pesos, dedica buena parte de la semana a iniciar a los niños en un deporte que viajó del País Vasco a México y que hace medio siglo se practica en Hermosillo.