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Deudas públicas, freno al desarrollo

La triste realidad es que los gobernantes, por más que como candidatos condenen los niveles de endeudamiento, al llegar al poder no les queda más remedio que seguir los pasos de los anteriores

Por Feliciano J. Espriella

Las deudas públicas de todas las instancias de gobierno, federal, estatal o municipal, se están convirtiendo en el principal escollo para una operación financiera sana de las entidades y el cumplimiento de las promesas que los gobernantes hacen como candidatos.

Las tendencias en el incremento de las deudas en el presente siglo son muy preocupantes. Se han convertido prácticamente en geométricas. Echando una repasadita a lo que ha sucedido en Sonora en las últimas administraciones, podemos observar lo peligroso de las tendencias.

Según datos oficiales de la SHCP, en 1993 la deuda pública del estado de Sonora ascendía a 2,547 millones de pesos (mdp). Para 2003, año en que toma las riendas del gobierno Eduardo Bours, la deuda había crecido a 5,460.2 mdp, un incremento del 144% en diez años.

En los siguientes seis años llegó a 11,258.2 mdp, un incremento del 106 % durante la administración boursista. Los seis años siguientes, la tendencia al incremento no disminuyó y para el 2015, año en que Guillermo Padrés deja la administración estatal, la deuda se incrementó en 102% para llegar a 22,780.6 mdp.

Finalmente, y según los datos de la SHCP, la deuda pública de Sonora en 2017 ascendió a 29,000 mdp, un incremento del 27 en los dos primeros años de la actual administración. Si no se logra de alguna manera detener estas tendencias, para el final del sexenio oscilará por los 40,000 mdp.

En la capital sonorense ha venido ocurriendo algo similar. Según declaraciones sobre el endeudamiento de Hermosillo por el senador Alfonso Durazo en el mes de septiembre pasado, “El manejo por parte del gobierno municipal de la deuda pública ha colocado a la ciudad de Hermosillo como el segundo municipio más endeudado de México. La deuda pasó de mil 692 millones de pesos a 2 mil 213.7 millones de pesos, lo que representa un incremento del 30%, según datos oficiales de la Secretaría de Hacienda”, dijo.

El presidente estatal de MORENA en dicha ocasión calificó como responsable de esta situación a la administración del alcalde Manuel Ignacio “Maloro” Acosta, por permitir que se saliera de control el endeudamiento, situación en la que han participado gobiernos panistas anteriores.

De hecho, el tema del alto endeudamiento de Hermosillo fue denunciado por todos los candidatos que contendieron por la presidencia municipal, incluyendo a la actual alcaldesa. Sin embargo, a pesar de los ofrecimientos de frenar el endeudamiento, el pasado martes el cabildo de Hermosillo autorizó por UNANIMIDAD a la presidenta municipal, tramitar un préstamo de 279 mdp para pagos a proveedores y aguinaldos.

La situación a nivel nacional es mucho más grave y preocupante. Enrique Peña Nieto recibió el país con poco menos de 500,000 mdp de endeudamiento, el cual dobló hace algunos meses. Para estas fechas el endeudamiento de México supera los 10 billones (un millón de millones) de pesos.

La triste realidad es que los gobernantes, por más que como candidatos condenen los niveles de endeudamiento que registran las regiones que pretenden gobernar, al llegar al poder no les queda más remedio que seguir los pasos de los anteriores y cubrir sus déficits de operación con deuda pública. 

El nefasto servicio de la deuda

En los déficits presupuestales de las entidades de gobierno tiene una injerencia muy importante el servicio de la deuda. De hecho, empezando por el gobierno federal, así como la mayoría de los estados y municipios, están cayendo en una muy peligrosa espiral descendiente: mientras más se endeudan, mayores déficits presupuestales registran, y mientras mayores déficits presupuestales tienen, recurren a mayor endeudamiento. Con esas tendencias, más temprano que tarde las deudas se volverán impagables.

El servicio de la deuda es la cantidad total pagada en intereses y el principal de la deuda durante un periodo de tiempo específico, por lo general un año. Teóricamente, si los gobiernos mantuvieran un ejercicio presupuestal sano y no operaran deficitariamente, la deuda se iría reduciendo año con año.

Pero la realidad es muy diferente. Al llegar a asumir sus puestos, la gran mayoría de los gobernantes encuentran las arcas vacías, fuertes adeudos con proveedores, a veces créditos bancarios vencidos y dadas las fechas en que se realizan, fuertes compromisos en el futuro inmediato, como son pagos de aguinaldos y erogaciones extraordinarias por el período decembrino, entre otras erogaciones difíciles de soslayar.

¿La solución más fácil, rápida y cómoda? El endeudamiento, con lo que empiezan a incumplir con las promesas de campaña. De ahí pa’l real y conocido el caminito, el monto de la deuda ya no importará mucho.

Que la solucionen los próximos.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.