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Dignidad de la persona humana

Las mismas conclusiones de la ciencia sobre el embrión humano ofrecen una indicación para poder reconocer racionalmente una presencia personal, desde este primer surgir de la vida humana

Por Dr. Jorge Ballesteros

Fundamentaré filosóficamente los derechos y la dignidad que tienen todos los hombres por el hecho de ser personas. Si no se admite la realidad personal humana, no se comprende por qué el hombre tiene derechos que le son propios a su naturaleza.

Las líneas generales de la metafísica de la persona fueron desarrolladas y explicitadas por Santo Tomás de Aquino, que elaboró una doctrina completa de la persona, que continúa vigente en la actualidad y que poco a poco va teniendo una influencia en la vida y el pensamiento de hoy.

Santo Tomás de Aquino, elaboró una doctrina completa de la persona todavía vigente.
Santo Tomás de Aquino, elaboró una doctrina completa de la persona todavía vigente.

La palabra persona se utiliza, en el lenguaje común, como equivalente a la de “hombre”; tal uso es correcto, porque la persona humana es el hombre mismo. Pero, con el término “persona”, se designa algo más que simple hombre. No solamente significa al hombre, sino el ser que es portador de una cierta dignidad, de la cual carecen todos los demás seres de la naturaleza.

Sólo el hombre, dentro de todos los seres de la tierra, es persona, y precisamente por eso es más valioso. El hombre supera en valor a todos los demás entes por su dignidad personal que razona, quiere y valora. Se dice persona, según la definición de Boecio “A una sustancia individual de naturaleza racional”.

La perfección y dignidad de la persona humana es común a todos los hombres, en cualquier situación de su vida, desde el aspecto biológico, psicológico, cultural, económico, político, moral, etc. De ahí que tampoco existen categorías de personas en cuanto tales.

Ciertamente se dan diferencias en los atributos del hombre, es decir, de salud, de inteligencia, de moralidad, etc., pero no hay diferencia en su carácter personal ni en su consecuente perfección natural.

Aunque se hable mucho de derechos humanos, no se explica por qué el hombre tenga derechos. Si no se admite la realidad personal humana, no se comprende por qué el hombre tiene derecho alguno.

A propósito del tema, el Doctor Forment aclara: “Cualquiera que sea la condición del ser humano ya sea de riqueza o pobreza, de salud o de enfermedad, de integridad física, moral o intelectual o de minusvalidez; y en cualquier fase de su desarrollo vital, desde el mismo momento de la concepción o de que el óvulo es fecundado y se convierte en embrión humano, hasta su muerte, es una persona con una idéntica dignidad permanente, que le convierte en sujeto de derechos inviolables”.

Así, pues, la igualdad de todos los hombres se fundamenta en esta dignidad personal que les constituye. En cuanto persona todos los hombres son iguales entre sí, e idénticamente sujetos de derechos inviolables que exigen ser respetados.

El filósofo mexicano Dr. Manuel Ocampo, manifiesta claramente: “No es posible acceder a ningún tipo de fundamentación sobre temas de ética especial, sin tener buenas bases metafísicas y antropológicas”.

La antropología es el saber próximo del que recibe sus principios la acción humana, en primer lugar porque del conocimiento que el hombre tenga de sí mismo, dependerá en gran medida su modo de obrar.

Así, pues, “la dignidad de la persona humana resulta imprescindible para cualquier fundamentación ética posterior”.

¿El embrión humano es persona?

Es muy importante contestar esta pregunta porque, precisamente, a través del embrión humano se han dirigido los ataques más fuertes en contra de la vida de la persona en las primeras etapas de su desarrollo.

En cuanto al inicio de la vida del ser humano, se ha llegado a negar la categoría humana del embrión antes de los 14 días de su gestación; se repite a menudo, que en ese tiempo, el embrión es todavía una realidad indivisa y por tanto, no merece ser considerado como persona. Si no es persona, y es simplemente un conjunto de células, pero, sin unidad en el ser, es decir, sin vida, se le puede abortar o utilizar para la investigación científica o para extraer células madres, sin violar ningún precepto moral.

Esta negación arbitraria de la pertenencia del embrión —antes de los 14 días de gestación— al género humano, ha sido subrayada en la ambigua noción de pre-embrión propuesta por la conocida embrióloga Anne McLaren.

La embrióloga Anne McLaren inventó el debatido término del pre-embrión.
La embrióloga Anne McLaren inventó el debatido término del pre-embrión.

Este tema se debatió en 1984 por el Comité Warnock, nombrado por el gobierno británico, donde se sentenció que: “el comienzo de la vida humana no tenía lugar hasta el día 14, a partir de la fecundación”.

Para ello hubo que inventar el término “pre-embrión” —no aún individuo humano—  privándolo de su dignidad como persona humana y de cualquier protección jurídica. Al respecto consigna José A. García Prieto:

“Todo esto se hizo arrinconando valoraciones éticas y además, marginando datos biológicos que hablan a favor de que existe una vida humana desde el momento mismo de la fecundación”. Se impone, pues, probar que el embrión desde su concepción es un ser humano. La mayoría de las objeciones que se presentan contra esta afirmación no tienen consistencia desde el punto de vista científico.

La inglesa A. McLaren, la genetista que inventó el debatido término de los 14 días —que como bien se sabe, es una frontera completamente arbitraria desde el punto de vista biológico y más todavía moral— ha escrito ya un ensayo para tomar sus distancias de su invención cronológica.

La ciencia nos enseña que, tras la fusión de los gametos, comienza a operar como unidad una nueva célula humana, el cigoto, dotado de una nueva y exclusiva estructura informacional, que constituye la base de su desarrollo posterior.

Resulta claro al estudio, que este embrión en su estadio incipiente, no es “tan sólo un amasijo de células”, sino un individuo real, en el que las células están estrictamente integradas en un proceso conducido por el genoma, en el que se desarrolla un organismo determinado.

El cigoto es, por tanto, un nuevo organismo en los inicios de su ciclo vital, en el que el mismo individuo humano se construye autónomamente según un plan rigurosamente definido, de complejidad creciente.

La forma final se alcanza gradualmente, según una regulación intrínseca, inscrita en el genoma, que guía el desarrollo del embrión.

Biológicamente hablando, desde la fusión de los gametos, el embrión es un individuo humano real no simplemente “potencial”: en el cigoto está constituida la identidad biológica de un nuevo individuo humano.

Las mismas conclusiones de la ciencia sobre el embrión humano ofrecen una indicación para poder reconocer racionalmente una presencia personal, desde este primer surgir de la vida humana.

El concepto de persona afirma en primer lugar al sujeto (la subsistencia) individual de la naturaleza racional; pues no nace la naturaleza humana como tal, sino siempre un hombre, un sujeto humano singular. Expresa asimismo el ser único e irrepetible, incomunicable, del individuo humano; es decir expresa su dignidad singular y eminente, pues cada persona es única e irrepetible.

En resumen, la verdad del estatuto del embrión humano uniendo la perspectiva biológica y la reflexión filosófica, es que es un individuo humano y por tanto una persona humana. Este estatuto es propio del embrión desde su momento inicial, o sea desde la fecundación. Debe reconocérsele pues en todo momento la dignidad y el valor de un ser humano personal.

Decía, Santo Tomás de Aquino: “La persona es lo que hay de más perfecto en toda la naturaleza, esto es, un ser subsistente de la naturaleza racional”.

*Asociación Sonorense de filosofía ASFIL