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Durazo y la meritocracia sonorense

Alfonso Durazo, el oriundo de Bavispe busca la gubernatura de Sonora.

El precandidato de Morena, ha dicho que —de ganar la elección— va a terminar con el dominio ejercido por grupos políticos y económicos en Sonora en los últimos 36 años. ¿Qué tanta veracidad y seriedad tiene el diagnóstico?

Por Bulmaro Pacheco

Uno no deja de sorprenderse cuando se entera de lo que estudiaron los sonorenses más influyentes del siglo XX en México. ¿Qué tuvo que hacer Álvaro Obregón para que, con solo educación primaria —la empezó en Álamos y terminó en Huatabampo, con la ayuda de sus hermanas— y con los oficios de agricultor, comerciante y mecánico, haya escalado de la Presidencia Municipal a la de la República en sólo nueve años?

¿Por qué Plutarco Elías Calles, con sólo la primaria terminada en Hermosillo y la docencia ejercida en el Colegio Sonora, con actividad comercial desarrollada en Guaymas y en Fronteras, fue gobernador de Sonora (1916), presidente de México (1924-1928) y uno de los principales reformadores?

De Rodolfo Félix Valdés a Claudia Pavlovich, seis sexenios de Gobierno.

¿O cómo fue que Adolfo de la Huerta, que sólo terminó el primer año en la Escuela Nacional Preparatoria de la Ciudad de México —interrumpida por la muerte de su padre— y después empleado bancario, haya destacado como diputado local, gobernador de Sonora, presidente de México (1920) y después secretario de Hacienda (1920-1924)?

O Abelardo Rodríguez, que con sólo primaria terminada en Nogales y con un olfato empresarial y político, gobernó con éxito el territorio de Baja California (1923-1930) para después, como parte del llamado “grupo Sonora”, llegar a ser secretario de Estado, presidente de México (1932-1934) y gobernador de Sonora (1943-1947).

Tenían talento, sentido común, visión, experiencias intensas y supieron rodearse de gente capaz y calificada para los desafíos. Por eso.

Jesús Gutiérrez Cázarez, Román Yocupicio y Anselmo Macías Valenzuela, que venían del sector militar y se hicieron en la batalla revolucionaria, tampoco pasaron de la primaria, que por cierto en aquellos tiempos era de cuatro grados de estudios.

Nunca prejuiciaron a los más preparados que ellos, impulsaron carreras políticas y alentaron nuevas generaciones que brillaron por décadas.

Ignacio Soto estudió la educación básica en Sonora y finanzas elementales en los Estados Unidos; Álvaro Obregón Tapia se graduó como contador privado en la Escuela Bancaria y Comercial de la Ciudad de México; Luis Encinas Johnson, abogado por la UNAM; Faustino Félix Serna, primaria terminada y estudios de contabilidad; Alejandro Carrillo Marcor, abogado de la UNAM; Carlos Armando Biébrich estudió Derecho en la Universidad de Sonora; Samuel Ocaña, Medicina en el Politécnico Nacional; Rodolfo Félix Valdés, ingeniería civil en la UNAM; Manlio Fabio Beltrones, Economía en la UNAM; y Armando López Nogales y Claudia Pavlovich, Derecho en la Universidad de Sonora.

Eduardo Bours se graduó de ingeniero industrial en el Tecnológico de Monterrey y Guillermo Padrés realizó estudios de Derecho en la Universidad Humanitas de México.

Alfonso Durazo, el candidato de Morena, ha dicho que —de ganar la elección— va a terminar con el dominio ejercido por grupos políticos y económicos en Sonora en los últimos 36 años. Es decir, los sexenios comprendidos entre 1985 y 2021; de Félix Valdés a Claudia Pavlovich.

Hay que ir por partes para ver qué tanta veracidad y seriedad tiene el diagnóstico realizado por Durazo, o ver si sólo se trata de una estrategia política con tintes electorales para combatir al partido que ha gobernado cinco de los seis sexenios señalados por Durazo.

Sonora, a diferencia de otras entidades como Chiapas, Oaxaca, Tlaxcala, Zacatecas, San Luis Potosí y Coahuila, no ha dado lugar a las llamadas “oligarquías vitalicias o hereditarias” por parentesco o a través de familiares directos. En lo municipal cambia, ahí sí se ha dado. Los casos más ilustrativos: Agua Prieta, Cucurpe, Puerto Peñasco y La Colorada, entre otros. El único caso de gobernador hijo de gobernador que se registra en 90 años es el de Rodolfo Elías Calles en 1931.

El único expresidente de México que ha sido gobernador de Sonora fue Abelardo L. Rodríguez. Él se retiró del gobierno de Sonora en 1947, dos años antes de terminar, y se fue a radicar a Baja California. Dice Milton Castellanos en sus memorias que en 1952 Rodríguez buscó ser candidato al gobierno de Baja California, pero Ruiz Cortines no estuvo de acuerdo.

Ex secretarios de Estado fueron Rodolfo Elías Calles (después) y Rodolfo Félix Valdés (antes). Ambos de Comunicaciones.

Ex gobernadores miembros de gabinetes presidenciales: Luis Encinas, director del Banco de Crédito Agrícola; Carlos Armando Biébrich, subsecretario de Trabajo; y Samuel Ocaña, en la Reforma Agraria.

Ex gobernadores que regresaron a trabajar en lo suyo después de cumplir el encargo: Abelardo Rodríguez, a sus negocios en BC; Encinas al Banco Agrícola y a su rancho ganadero; Faustino Félix, a su rancho en Granados; Biébrich, a su despacho jurídico y a dar clases en la UNAM; Carrillo Marcor, a dar clases en la Escuela Superior de Guerra; Samuel Ocaña, a la rectoría de la Universidad de la Sierra, el Centro Ecológico y la alcaldía de Arivechi; Rodolfo Félix Valdés, a un despacho de constructores; Manlio Fabio Beltrones, a su empresa a-regional y al Poder Legislativo federal; López Nogales, a su rancho de Cananea; Bours, a su rancho del Quiriego. Y Padrés—hasta ahora— ocupado desde que salió del gobierno en un proceso legal que lo tuvo dos años en la cárcel.

Al terminar sus gobiernos, se fueron a residir a la Ciudad de México: Biébrich, Carrillo Marcor, Félix Valdés, Ocaña (por un tiempo) y Beltrones.

¿Herencias políticas a hijos o familiares? Solo electos: El hijo de Plutarco Elías Calles: Rodolfo, gobernador y después alcalde de Cajeme en 1952. Faustino Félix Escalante, alcalde de Cajeme (1991-1994) y Faustino Félix Chávez (nieto) alcalde y diputado en Cajeme, muchos años después de que el padre y abuelo fuera gobernador. Silvana Beltrones, senadora, 21 años después (2018-) de que su padre dejara el gobierno. Nadie más.

Fue el expresidente Emilio Portes Gil quien usó el término “comaladas de millonarios sexenales”, cuando afirmó: “Ya el pueblo está cansado de que salgan comaladas de millonarios sexenales. Es necesario que funcionarios interpreten cuál es su papel y no venga el enriquecimiento ilícito”.

¿Familiares amigos y socios enriquecidos en el gobierno de sus parientes para dar lugar a esas ‘comaladas de millonarios sexenales’? Se sabe poco de herencias económicas en empresas o negocios derivados del gobierno para los ex gobernadores; pero en la historia —cuando se ha dado el caso—, dominan los intereses y asociaciones con amigos, socios y familiares.

Por ejemplo: ¿Quién respondió por el fraude de Crédito y Ahorro del Noroeste (El Arbolito), alentado por los gobiernos que al quebrar empobreció a miles de familias?, ¿Quién ha juzgado alguna vez a amigos, familiares y empresarios o socios en constructoras y abastecimiento de obras y servicios? ¿O en la compra venta de terrenos como los casos de las inversiones en Puerto Peñasco (incluido el Home Port); las obras del Vado del Río; o la compra con ventaja de terrenos ejidales conurbados liberados por la reforma del artículo 27 constitucional en San Carlos, Peñasco, Obregón, Navojoa, Hermosillo y Nogales? ¿O también en la operación de las principales carreteras; y moches en obras de infraestructura a través de los años?

Todo esto ha salido a la opinión pública, pero en la historia reciente solo dos ex gobernadores han sido sujetos a proceso: Carlos Armando Biébrich y Guillermo Padrés. ¿Y los parientes, amigos y socios ricos por influencias? Intocables.

Con servidores de carrera en el sector público, el Estado ha resistido los intentos de colonización administrativa del aparato estatal por los contrapesos sindicales y la influencia de la iniciativa privada. También por una rivalidad política recurrente entre el norte y el sur del estado, que se ha visto reflejado en varias épocas; la última, el movimiento “No al Novillo” que estalló en Cajeme el sexenio pasado.

Hay que revisar las cifras del progreso y los rezagos de Sonora en los últimos 50 años para tener una perspectiva más realista de los cambios experimentados por el estado, no solo en lo político sino también en renglones como la salud, la educación, la urbanización, la pobreza, el analfabetismo, el empleo, la economía y la infraestructura.

Será necesario hacer muy bien las cuentas y los cálculos exactos para evaluar cada período, donde seguramente “ni son todos los que están ni están todos los que son” —como afirma Durazo—, más allá de prejuicios, fobias y filias sobre los equipos de trabajo que cubrieron esos 50 años. Los hechos ahí están. El juicio de la historia también.

Porque pudiera suceder… que la intención termine en una batalla contra los molinos de viento que veía El Quijote. Pudiera ser.

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