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El Cerrito de la Cruz, un barrio devoto de la Guadalupana

Es uno de los barrios más más antiguos en Hermosillo; desde hace más de 20 años adoptaron con cariño la devoción a la Virgen de Guadalupe, cuando dos vecinos pintaron a la Morenita del Tepeyac en un costado del Cerro

Por Rigo Gutiérrez E.

El fuego bailaba al fondo de la veladora. Rosas blancas tupían los pies de la imponente figura. Desde hace veinticuatro años contempla en silencio el saludo de los miles de transeúntes. Unos voltean, otros se persignan, otros tantos dejan una oración a su paso, también hay quienes se detienen a contemplarla. Ella está ahí para todos.

Es la imagen de la Nuestra Señora de Guadalupe plasmada a un costado del histórico Cerrito de la Cruz sobre el Boulevard Vildósola.

En este barrio todos se conocen. Las casas se apiñan una sobre otra. No hay calles, solo veredas formadas por escalones de piedra. Es una suerte de laberinto entre rocas, con viviendas adaptadas a la modernidad.

Los transeúntes se detienen a saludar a la Virgen Morena.
Los transeúntes se detienen a saludar a la Virgen Morena.

Doña Emilia, quien vive en la cima del Cerrito desde 1974, recuerda que su vecina, la Señora Flérida Pérez, pidió a sus dos hijos (Juan y Mario Mendoza) pintar a la Guadalupana en el cerro.

“Como ellos eran muy buenos para el dibujo, doña Flérida les dijo que quería una imagen de la Virgen y los muchachos empezaron, sin dudar y les quedó bien”, platica Emilia desde la cerca de su casa, donde se admira todo Villa de Seris.

Aunque los dos artistas ya no viven en el barrio, cada año, cuando se acercan las fechas, regresan a darle un retoque a la obra.

La señora Rufina Ballesteros nos guía entre los laberintos del Cerrito mientras comenta sobre la devoción de los vecinos a la Morenita del Tepeyac.

En el camino saludamos a Jorge Lares, un vecino que también tiene años viviendo aquí. Él es diabético, y hace aproximadamente diez años le tuvieron que amputar un pie. Ya casi no volvía a casa por sus propias piernas. Tras encomendarse a la Guadalupana, todo resultó bien y en agradecimiento al favor, una vez que regresó al barrio le encendió veladoras.

El señor Lares se despide bajando a prisa los escalones antes de que se haga más tarde.

En los últimos años, la Virgen del Cerrito de la Cruz se ha vuelto un referente para miles de hermosillenses; y es que con las peregrinaciones del 12 de diciembre al cerro en la salida a Guaymas, hay quienes por razones de salud acuden hasta ese punto a dejar sus ofrendas.

La señora Ballesteros comenta que hay una dama que año con año, la noche del once de diciembre, llega con ollas de champurrado para los peregrinos, mismo que entrega de manera gratuita. Por lo caliente y agradable que resulta la bebida, en cuestión de horas se le acaba.

En la víspera, hay hermosillenses que acostumbran ir a rezar rosarios al pie de la Guadalupana. Son los nueve días previos o conocidos como novena.

También explican que durante todo año, una imagen de la Virgen María va visitando cada uno de los hogares. Se queda a dormir una noche y así va recorriendo todo el barrio.

3-el-barrio-cerritoLa devoción a Nuestra Señora de Guadalupe está muy arraigada y los vecinos la han adoptado con más cariño de hace veinte años. Desde entonces la Patrona de México luce en todo su esplendor sobre una losa plana al costado del cerro, recordando estar ahí como madre, para todos.

“Es muy cumplidora”, nos asegura la señora Ballesteros mientras nos muestra unas rosas que adornan los pies de la Morenita. El fuego en la veladora se mantenía encendido.