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El discurso

Por Martín  F. Mendoza/

Pocas veces llegan a través de las redes sociales cosas que verdaderamente valgan la pena en lo relativo a política, gobierno, administración pública, etc. Nos referimos a lo que llega espontáneamente, claro, y no a materiales de autores o pensadores a los que uno siga precisamente por su calidad o aunque sea por las afinidades que podamos encontrar en  ellos. No sé a usted, pero al que esto escribe generalmente le llega mucha basura y lo peor es que reciclada y vuelta a reciclar, por ejemplo y sin ir muy lejos ¡Como quisiéramos un día abrir Facebook y no encontrarnos con el uruguayo Pepe Mujica y su “volcho”!, pero pues el populismo y la demagogia es nuestra válvula de escape mas importante en México.

Habiendo dicho lo anterior y precisamente por ello, hoy nos gustaría ocuparnos de algo que ha estado apareciendo en Internet, que se ha vuelto viral en  redes sociales últimamente, y que constituye —para variar— algo a lo que sí vale la pena darle una revisada e incluso tratar de escudriñarlo un poco más. Nos referimos al discurso de la guatemalteca Gloria Álvarez de hace unos meses en el Primer Parlamento Iberoamericano de la Juventud llevado a cabo en Zaragoza, España, el pasado septiembre. Vamos por cierto de entrada quitándole esa etiqueta de “la joven” pues aparte de que Álvarez ya ronda los treinta, tales agregados no dejan de ser irónicamente de corte populista y el “desmantelamiento” del populismo en Latinoamérica es precisamente una de las propuestas fundamentales de la politóloga y activista centroamericana, una líder del “Movimiento Cívico Nacional” en su país.

El material es definitivamente excelente aunque no estamos tan seguros de que haya tanta gente calificándolo así en redes sociales por las razones correctas o porque se comprendan a cabalidad sus implicaciones. Tampoco, menos tal vez, que este discurso y las principales tesis que manifiesta, estén siendo totalmente contextualizados dentro de la ideología liberal o libertaria (no es lo mismo pero puede serlo, como veremos) de Álvarez y sus muchos seguidores en su exitosa carrera como analista y comunicadora política.

Por hoy vamos entrándole a su pieza oratoria de hace unos meses y la próxima semana intentaremos ir un poco más a fondo en sus planteamientos más amplios.

Nada nuevo ofrece el discurso de Álvarez, sin embargo sus méritos y el impacto logrado tienen mucho que ver con el orden y la disciplina en sus razonamientos a través de los cuales llega a una enorme verdad, o a una colección de estas mas bien, ya que hasta eso que pareciera que hay varias líneas básicas en su objetivo y no solo el proclamado “desmantelamiento del populismo a través de la tecnología en Latinoamérica”. Hay mucho fondo y una gran forma para plantearlo aunque este no sea el “descubrimiento del hilo negro”. El problema puede venir después, a la luz —de nuevo— de un análisis un poco más amplio de su filosofía política como propuesta de forma de gobierno y sistema económico forjado por este.

Cuánta razón tiene por ejemplo cuando declara al “populismo como el verdadero enemigo” de nuestros pueblos y afirma que este se encuentra por igual en la izquierda que en la derecha. ¡Solo hay que darle una mirada a Latinoamérica en general y a México en lo particular! La batalla entre estos polos que han definido tanto propuestas como formas de gobierno en los hechos desde hace más de un siglo, está prácticamente agotada, tiene poco que aportar ciertamente. Hay hechos, hay verdades innegables en la dicotomía Izquierda-Derecha tales como que es necesaria una mayor equidad en la repartición del pastel, que es inmoral que algunos tengan enormes rebanadas mientras otros solo las vean pasar (Izquierda). También, sin embargo, que el pastel solo se podrá repartir mejor y con menos conflictos cuando se haga crecer (Derecha). Ambas ideas no son, no tiene porque ser, mutuamente excluyentes.

Es así que Álvarez propone a la República como la única forma de enfrentar al populismo “desmantelador de instituciones” y que constituye “el atajo por medio del cual se juega con las pasiones, ilusiones e ideales de la gente para prometer lo imposible” (retomado por ella de un discurso previo del Internacionalista español Florentino Portero). Solo el que no lo quiera ver en México, por ejemplo, no lo verá. Nada mas hay que recordar las últimas “oportunidades” que hemos tenido, digamos con el matalote Fox o la quimera del “Peje” hasta llegar a la nueva renuncia del PRI a encabezar una verdadera república y no solo un remedo de esta. El problema radica en que es precisamente el populismo y no pocas razones populistas por lo que este tipo de oratoria nos “enciende”. Cuando el discurso va hacia el tema de la educación y como la carencia de esta es la principal razón de la “falta de exigencia de un debate con lógica y razón” es cuando empezamos a encontrar no solo otra gran verdad en la pieza oratoria de marras, sino que además y paradójicamente (¡), el motivo real de tanto entusiasmo popular con él.

¡Ojo! Su propuesta no es el anarquismo silvestre, ignorante e incendiario al que nos hemos vuelto adictos, es una que demanda responsabilidades de todos. ¡Comenzando con la educación y la información! Eso no significa que sea viable por necesidad tampoco.

Por esa falta de educación y de información es que “nos cebamos” en una cantaleta que exige y exige “derechos”, pero que no se preocupa de averiguar de dónde saldrá lo que exigimos, quién y cómo va a pagar por ello, y/o quién va a “renunciar” a eso para que los demás lo tengan, como atinadamente lo explica Álvarez. Dudamos mucho que nuestra generación vaya a presenciar en Latinoamérica un cambio suficiente al respecto como para que en verdad empecemos a “desmantelar al populismo” sea con la tecnología en comunicaciones, como lo propone Álvarez, o con cualquier otro recurso. Estamos demasiado obnubilados.

Si usted no ha visto, escuchado o leído el discurso puede solo “googlearlo” con el nombre “Gloria Álvarez + Discurso + Zaragoza” o algunos otros términos similares. Se encuentra en múltiples portales y blogs. La semana que viene nos ocuparemos del libertarianismo y de su  congruencia, o la falta de esta.

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