El Hermosillo que se nos fue

Por Héctor Rodríguez Espinoza
Ma. Belén Navarrete, en “Hermosillo de mis recuerdos”, evoca: “El Banco de Sonora. Uno de los primeros de Hermosillo fundado en 1907, que operó hasta mediados de los treinta. Era propiedad de un grupo de accionistas sonorenses y una de sus directivas fue: presidente, señor Luis A. Martínez, vice-presidente, señor Felipe A. Seldner, Gerente, señor Luis Brauer; Subgerente, señor Rodolfo Tapia. El bello edificio que ocupó en la calle Obregón fue proyectado por el Ingeniero Rosnok y hasta hace poco ocupado por el Archivo del Registro Civil. Años después, el Banco se declaró en quiebra, cuando los comerciantes de la próspera colonia china de Hermosillo fueron expulsados del Estado y retiraron en masa sus capitales. La quiebra ocasionó la ruina de muchos clientes sonorenses.
La Fábrica de velas La Fama. Se fundó en agosto de 1904 por dos hermanos españoles originarios de Asturias: D. Zoilo y D. Bonifacio de la Puente Armayor, y la siguen manejando sus descendientes. Al empezar a operar estaba situada por la calle Oaxaca, donde después estuvo el Cine Nacional y empezó fabricando velas por inmersión y de molde. Esta industria ha permanecido operando sin interrupción por más de 90 años en la localidad y sigue siendo propiedad de la familia de la Puente hasta la actualidad. Hoy está ubicada en la calle Iturbide, a un lado del Parque Madero y su producción de velas y de veladoras se comercializa en Sonora, Sinaloa, Baja California y Jalisco. La fábrica de velas La Fama ha establecido nuevas plantas en Mexicali, Monterrey y Guadalajara, que son propiedad de la misma familia de la Puente.
Hotel Ramos. Tradicional de Hermosillo, propiedad del señor Don Aurelio Ramos, lo inauguró a principios de 1929. Duró en operación hasta 1948, en que un incendio —que no se supo de cierto cómo empezó— lo dejó parcialmente convertido en cenizas. De ahí el fuego se pasó al Palacio de Gobierno. Hay quienes dicen que empezó en un taller de fotografía contiguo al hotel.

El Hotel Ramos fue, desde principios de los treinta, el escenario de la mayoría de los acontecimientos políticos y sociales de Hermosillo —que entonces tenía de 20 a 30 mil habitantes—, como banquetes oficiales de los gobernadores Ramos, Macías Valenzuela y Yocupicio, y después del general Rodríguez. Entre sus huéspedes distinguidos desfilaron figuras nacionales como el Presidente Calles y los licenciados D. Nemesio García Naranjo y Querido Moheno, así como artistas famosos: Agustín Lara, Clark Gable —quien venía de cacería—, Ramón Pareda y otros. Hoy, en el lugar donde se ubicaba, se localiza el edificio de las oficinas de los tribunales Federales.
Molino El hermosillense. El primer molino harinero establecido en Hermosillo, en 1897, propiedad de D. Ramón Corral y quien fue gobernador del Estado de Sonora y después Vice-Presidente de la República. Posteriormente fue adquirido por el señor don José Ramón Fernández, quien en 1930 fundó en el mismo local el Molino Harinero La Fama, y funciona con éxito, manejado por sus descendientes, en su misma ubicación, esquina Jesús García y bulevar Encinas (antes Ferrocarril).
Mezquital del Oro. Fundado en 1934, fue durante muchos años la más importante negociación avícola de la Costa del Pacífico (planta piloto), propiedad de la familia Gutiérrez. Hoy parte de sus terrenos se están convirtiendo en un moderno fraccionamiento.
Fábrica de Escobas y Pastas Alimenticias. Propiedad de don Joaquín Luken, en la calle Morelia, casi al llegar a la Yáñez. En 1925, sus productos fueron premiados, por su buena calidad, en una exposición en Mazatlán, Sinaloa. En los treinta, por ser amiga de la familia, solía yo jugar con sus nietas Ma. del Carmen y Delia Lliteras Luken, en las bodegas donde guardaban la espiga de “malomaiz”, que usaban para hacer las escobas; por cierto que salíamos de allí todas “alhuatadas”.
La antigua fábrica de cigarros propiedad de Don Arturo Calderón. Fundada en 1916, fabricaba sus famosos cigarros “torcidos” de la misma marca, con su moderna maquinaria adquirida en Alemania. Estuvo situada primero en la calle Abasolo y después pasó a la calle Rosales, donde permaneció muchos años.
Fábricas de soda. En los treinta, había dos: La Pureza, de los hermanos Carreón, y La Imperial, del señor Alejandro Romero, situada enseguida del Teatro Noriega por la calle Obregón, y embotellaba refrescos de crema, fresca, naranja y limón. Años después apareció la Embotelladora de Coca Cola, concesionada al señor Alfonso Hoeffer Fierro.
Fábrica de Dulces de la familia Zamorano. Funcionó por las calles Ures y Morelia, tenía el expendio en la calle Serdán. Para elaborar las gomitas de dulce, compraban grandes cantidades de mezquite.
Maderería Carlos V. Escalante. Propiedad de la familia Escalante, ya rebasó sus cincuenta años de existencia. Estuvo situada durante muchos años en la esquina de las calles Juárez y Yucatán, frente al Jardín Juárez y hoy sigue operando en su local de las calles Juárez y Veracruz. Exactamente enseguida de la Maderería Escalante, por la calle Juárez estaba la Ferretería de don Carlos M. Calleja, que anteriormente fue negocio de compra venta de forrajes y semillas y después de abarrotes. Se decía que don Carlos se halló un entierro —olla de barro repleta de onzas de oro— en una pared de su casa, situada junto a la ferretería ¿sería verdad?, aseguraban que sí.
Fábrica Cemento Portland Nacional. El señor Don Ignacio Soto y los señores Elías de Nogales, Sonora, eran sus accionistas, que había suspendido sus operaciones. Poco después el señor Ignacio Soto —quien posteriormente sería Gobernador del Estado— puso nuevamente a funcionar la cementera a mediados de los treinta, y les fue comprando sus acciones a los otros socios, hasta quedar como único dueño. Pronto convirtió a Cemento Portland Nacional en una empresa próspera, que surtía de cemento a una amplia zona del país y exportaba su producto al extranjero. Todavía pueden verse en los cerros cercanos a Hermosillo los tajos de donde sacaban la materia prima para la fábrica. La familia Soto vendió la empresa a una cementera de México, después de muchos años de trabajarla.
XEBH. El señor don Luis Hoeffer Fierro. Junto con un amigo norteamericano, eran radioaficionados en el Hermosillo de los años treinta, y entonces idearon arreglar una bovina de su equipo para entrar en la frecuencia de la radio comercial, y como lo lograron, el señor Hoeffer concibió el proyecto de fundar la primera radiodifusora de esta ciudad, en el año 1935, con el nombre de Radiodifusora XEBH, que hoy maneja su hijo el señor Luis Hoeffer Obregón. Esta radio —la pionera en Hermosillo— tuvo sus oficinas en la calle Revolución, frente al internado J. Cruz Gálvez y allí mismo quedó instalada su primera torre.
Tienda La Parisiense y la fábrica de ropa para obreros La Moda. Anteriormente propiedad de los señores May, fueron negociaciones pertenecientes a las familias Beraud y Camou. Estuvo situada en la esquina de Matamoros y Vildósola (hoy Elías Calles) frente al Mercado Municipal. Por los finales de los treinta, los conocidos y estimables médicos Domingo Olivares, Heraclio Espinosa e Ignacio Cadena, fundaron el Sanatorio Olivares, esquina de Juárez y Yucatán —pocos años después Clínica del Noroeste—, de amplia trayectoria en los servicios hospitalarios locales. Y por esa misma época, el doctor José de la Fuente Riveroll atendía enfermos en su Policlínica, al final de la Colonia Centenario.
Boticas. Las tres de más tradición fueron la Moderna, propiedad de Olivares, Espinosa y Cía. la Nueva, del señor Francisco Carreón y la Cruz Roja (hoy Cruz Rosa), del señor Matías Cázares, fundada en 1921. Estuvieron ubicadas sobre la calle Serdán.
Mercería de la Paz. En la esquina de Serdán y Garmendia, fue próspera tienda con varios departamentos: Ferretería, regalos y otras mercancías, propiedad de Don Felipe A. Seldner, quien se la heredó a sus descendientes. La Cosalteca de don José Mazón, estuvo hasta hace poco tiempo frente al Mercado Municipal —esquina de Matamoros y Vildósola— y vendía abarrotes y ropa.
La Abarrotera de Sonora. Propiedad del señor Enrique Hoeffer Fierro, estaba sobre la misma acera y cuadra, y también vendía abarrotes y ropa (menudeo y mayoreo). Hoy en este lugar hay una tienda de Departamento de Mazón Hermanos.
Otras dos tiendas de abarrotes. Fueron Tapia Hermanos, propiedad de los Señores Rodolfo, Carlos y Enrique. Se dedicaba principalmente a ventas de mayoreo.

Almacenes Laval. Contiguos al hotel del mismo nombre; ambos negocios eran propiedad de los señores Federico F. Valenzuela y don Constantino Laborín. Las cuatro tiendas mencionadas y vendían también sus mercancías en los pueblos de la sierra y del Río Sonora.
Las Novedades. En los cuarenta estaba en su apogeo, vendía ropa, calzado, telas y bonetería, propiedad del señor Benjamín Encinas, y estuvo situada en la calle Serdán, donde permaneció durante muchos años.
Galletera de Sonora. Fábrica que estaba situada en la calle Ferrocarril, hoy Bulevar Encinas. Era propiedad de un norteamericano apellidado O’Neil.
La Bohemia. Más que cantina era un centro social del viejo Hermosillo, donde los señores de la época se reunían a jugar al dominó y al cubilete. Además, a mediodía servían sabrosas botanas para acompañar la cerveza; por eso muchas familias acostumbraban a ir a botanear allí, daba servicio a bordo de los carros. Durante los carnavales, el carro de la reina hacía ahí parada obligatoria para brindar con champaña. Fue propiedad de don Pedro Miranda y estaba en la calle Obregón, frente a la gasolinera del señor Herrera. Por fuera se echaba su perro guardián, pastor alemán llamado Úrsulo, que varias veces nos correteó cuando pasábamos rumbo a la escuela.
A mediados de los cuarenta, trabajé en la oficina de Frigorífica y Empacadora de Sonora que fundaron los socios de la Unión Ganadera de Sonora —calle Obregón y Morelos—, la planta está situada a un lado de la Presa Abelardo L. Rodríguez y recientemente suspendió su operación.
Primer restaurant chino. Por último, haré referencia al que se estableció en Hermosillo a fines de los treinta y que todavía sigue funcionando. Fue fundado por su propietario el señor Abelardo Juanz, de nacionalidad china, quien posteriormente atendía a la clientela y era muy afecto a hacer citas de la filosofía de Confucio. Durante muchos años fue de los principales lugares de reunión y convivio de los hermosillenses; los domingos había que hacer cola para conseguir mesa, a pesar de que entonces era completamente rústico. Hoy está modernizado y lo manejan sus descendientes. Naturalmente, hubo otros muchos negocios en la ciudad, establecidos antes, durante y después de los treinta y cuarenta, pero sería imposible enumerarlos”.