Noticias_Recientes

El liderazgo y la imagen pública en los gobernantes

Por Wilfrido Yeomans Orozco/

La imagen pública se genera por la percepción de las personas o una comunidad. La percepción son sensaciones, es decir aquellas situaciones o circunstancias que analizan nuestros sentidos

En reiteradas ocasiones es muy común cometer el error de confundir a aquellas personas que tienen la capacidad de ejercer un verdadero liderazgo con aquellos personajes públicos que por título e investidura, atribución o fama se les concede la facultad de mandar, denominándoles automáticamente líder por ese tipo de causas.

Sin embargo, el papel de un líder va más allá del poder de mando que una persona pueda ejercer, un verdadero líder es aquel que tiene la capacidad de influenciar de manera significativa a otra persona, a un grupo de personas o a una comunidad entera, dicha influencia se logra a través de la persuasión, y para poder persuadir tenemos que ser capaces de generar confianza y credibilidad ante los demás.

Y son estos últimos dos aspectos, los que hoy en día la sociedad demanda a los gobernantes, confianza y credibilidad. Para que estos dos factores se puedan desarrollar a plenitud, es necesario que la persona que asume un liderazgo político tenga la capacidad de generar y proyectar en nosotros, actitudes positivas y que estas se ejerzan de manera autentica, actitudes positivas tales como el respeto a nuestras leyes, la responsabilidad en todos los actos que como servidores públicos ejercen, honestidad y transparencia en el uso de los recursos públicos, perseverancia en alcanzar los objetivos de los planes de gobierno que se han trazado, solidaridad con los grupos más vulnerables, tolerancia con otros grupos políticos que permitan consumar acuerdos por el bien común, equidad y mucha sensibilidad con los problemas que aquejan a nuestra sociedad, y ser valientes en la toma de decisiones, valientes y humildes en admitir errores de gobierno que permitan hacer alto y cambios en el camino.

Asimismo, también podemos asociar a todo esto a la imagen pública, nuestra reputación la podemos construir nosotros mismos, en el caso de nuestros gobernantes podemos decir que mucha de su imagen pública, se centra en la congruencia de lo que dicen o prometen con respecto a lo que realmente se registra en los hechos.

La imagen pública se genera por la percepción de las personas o una comunidad. La percepción son sensaciones, es decir aquellas situaciones o circunstancias que analizan nuestros sentidos, los cuales detectan las actitudes asumidas por nuestros gobernantes, y entonces nos volvemos a topar que el origen de esas percepciones que van creando la imagen pública, también son los ideales que aquí les hemos denominado actitudes positivas.

Los políticos con aspiraciones a gobernar, han creado múltiples y distintas plataformas mediáticas con el ánimo de construir una buena imagen pública, que genere confianza y credibilidad, pilares fundamentales de un verdadero liderazgo. Eso no tiene nada de malo, el problema ha sido, que han abusado del marketing político, sustituyendo la estrategia de comunicar y proyectar una imagen pública, por la del ejercicio efectivo del poder y del arte de gobernar.

Es en el terreno de la realidad donde los ciudadanos generan sus expectativas, nuestros intereses están en juego e inmersos en el sistema político que como sociedad hemos creado, es ahí donde nuestro criterio se agudiza y valoramos si los gobernantes son capaces de hacer o no hacer la tarea pública que les corresponde, es ahí donde realmente la sociedad genera esas sensaciones que registran y reconocen una determinada percepción hacia el gobernante, la percepción ciudadana que permite gozar al gobernante de una buena o mala imagen pública.

En los últimos tiempos, parece que nuestros gobernantes no se han dado cuenta, que han sustituido las actitudes positivas que son las que realmente forjan su esencia como seres humanos que son, por la construcción mediática de una imagen pública falsa, donde nadie se siente persuadido por que no están siendo capaces de generar confianza y credibilidad, han querido transitar por el camino corto, por el camino fácil, llegando a ser lo que son; pero no, no se confundan, aún siguen sin poder ser nuestros líderes. Hay muchas asignaturas pendientes, el reto sigue vigente para aquel o aquella que quiera trascender a través de un verdadero liderazgo.