Por David Figueroa /
No es cuestión de incredulidad, es la triste costumbre de no hacer que la ley se cumpla en nuestro país. No es un nuevo marco legal lo que México necesita, sino voluntad
Cuando se valora la fortaleza de una sociedad diversa como principal motor para el desarrollo y con esa visión se toman decisiones seguro que el mal humor es menos.
Pero cuando esa diversidad a nivel institucional se queda en el principio básico de tú allá y yo acá, se desviste una realidad en mundos diferentes: el de la clase política y el del ciudadano común.
La última explicación del presidente Peña al enojo social en incremento, fue que los mexicanos estamos de malas y ello altera nuestra capacidad de juicio.
“Ya sé que no aplauden”, “ya chole” y “hay un mal humor social” ya pasaron a la historia como etiquetas distintivas de este sexenio. Seguro que el presidente Enrique Peña Nieto no ha pensado ofender ni ocasionar el enojo de los mexicanos con sus palabras, sólo es el reflejo de dos mundos cada vez más alejados.
La realidad de los políticos que proponen reformas y más reformas para arreglar las otras reformas que ya fracasaron, y la realidad de 21.4 millones de niños y niñas que viven en condiciones de pobreza en nuestro país, más del 53.9% de nuestros menores de 18 años (último estudio de niveles de pobreza CONEVAL y UNICEF México).
Pero no hay motivos para el mal humor y tampoco todos están de mal humor. Seguro que no.
Tiene algo de razón Jesús Silva-Herzog, analista político cuando refiere que el político hasta se siente incomprendido por una mayoría ciudadana que sólo critica, se queja y no valora el esfuerzo que se hace por ellos, nunca por el beneficio propio.
Bajo esta óptica parece que el mundo en el exterior que a diario expone temas de violación a los derechos humanos, a la libertad de prensa, al mal manejo de la economía sólo se ha solidarizado por empatía con los millones de mexicanos que están equivocados y a la defensiva.
Quizá también por eso los sonorenses están de mal humor, porque no alcanzan a ver los beneficios del gobierno y el enorme esfuerzo por aplicar justicia de manera imparcial, sin agravios personales de ningún tipo; por combatir la corrupción que prácticamente es cosa del pasado en nuestra entidad. Porque el aumento en la inseguridad es más de percepción.
Sucede que además del mal humor otros signo de estos tiempos es la evolución en la forma de comunicarnos que trae consigo también transformaciones sociales.
En su momento fue la radio y después la televisión que cambiaron para siempre una realidad social y desencadenaron la conciencia colectiva en sucesos como el de 1968.
Actualmente 3 mil 500 millones de seres humanos están consumiendo pero también produciendo información, todos opinando al mismo tiempo en el teléfono en nuestras manos, con o sin razón.
Y ahí está la realidad expuesta de forma cruda en las redes sociales: inseguridad, violación en materia de derechos humanos, corrupción, impunidad, dificultades económicas y el incremento de la pobreza.
Los tiempos en que el gobierno podía controlar la información y con ello el ánimo colectivo quedó atrás.
En conclusión: Es momento de reflexionar que el remedio al mal humor no son más reformas. Las leyes no pueden cambiar por sí solas una realidad por más que se propongan en cantidad.
No es cuestión de incredulidad, es la triste costumbre de no hacer que la ley se cumpla en nuestro país. No es un nuevo marco legal lo que México necesita, sino voluntad.
Aquí y en china el mal humor se combate poniendo un alto a la impunidad.
Agradezco sus comentarios y retroalimentación a través del correo electrónico davidfigueroao@me.com; y en redes sociales: Twitter @DavidFigueroaO /Fb David Figueroa O.
*David Figueroa Ortega es empresario, Ex Cónsul de México en Los Ángeles y San José California; Ex Diputado Federal; Ex Alcalde de Agua Prieta; Ex Dirigente del PAN en Sonora.