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El molino harinero de Villa de Seris

El negocio de la harina empezó en el año de 1760, y se conocía como: “harina de pan pa´ llevar”. Al ir llegando los mineros, y nuevos colonizadores, la demanda de harina poco a poco se fue incrementando llenándose la región de molinos harineros

Por Enrique “Kiki” Vega Galindo

El Molino Harinero, Molino Grande o Molino Moderno de Villa de Seris, última reliquia viviente de la época de la colonia, poco a poco se está empezando a derrumbar, por el abandono de sus propietarios y el poco interés de las Autoridades Educativas, Culturales e Históricas del Estado de Sonora, es probable que esta colosal obra de la arquitectura e ingeniería de los pioneros agricultores de trigo en Sonora desaparezca del mapa de los atractivos turísticos de Villa de Seris. Por lo pronto los vándalos, ya están empezando a saquearlo y el patio posterior del inmueble es un nido de basura, un foco de infección.

En el año de 1694 arribaron a establecerse los primeros españoles en estas tierras sonorenses. Entre 1699 y 1700 ya vivían en San Miguel de Horcasitas. El Primer Militar en visitar esta zona lo fue el General Domingo Jironza Petrit de Cruzat, Jefe de la Compañía Volante de Sonora. Esta área estaba siendo poblada por sus parientes.

El 28 de mayo de 1700 el Alférez Juan Bautista Escalante bautizó los jacalones y enramadas con el nombre de: “Santísima Trinidad del Pític”. Para 1703, un militar de apellido Fuente Saldaña, apartó las tierras hacia el sur con rumbo hacia Guaymas, pensando en que algún día serían de algún potentado.

En 1716 tras una serie de conflictos entre los mismos “gachupines” por las tierras del sur Gregorio Álvarez Tuñón y Quiroz, ordenó enérgicamente que todos los indios a quienes Bautista Escalante les había otorgado tierras se pusieran a sembrar trigo. Ya que por órdenes de su Majestad de estas prodigiosas tierras se enviaría harina para España. Los Seris no estuvieron de acuerdo con que los volviera agricultores y se sublevaron.

En 1717 arribó el General Becerra Nieto, quien portaba órdenes del gobernador Don Manuel de San Juan y Santacruz para meter en cintura a los Seris. Todo falló, la acción militar fue infructuosa. El 29 de Septiembre de 1724 las cosas entre los Seris y los gachupines empeoraron. Al asesinar al hacendado Don Salvador Huerta, y a su familia. El alcalde mayor don Miguel Ángel Lavandera, ordenó inmediatamente a el Capitán Cristóbal León, entrara en acción. Los Seris vivían en un lugar conocido como: “El Pópulo” ubicado en la margen sur del río Sonora. Que era donde los españoles sembraban el grano de trigo.

En 1927 partió de Ures el Jesuita San Juan de San Martín, acompañando al Sargento Mayor Agustín de Vildósola. Quien empezó su cacería de indios seris y yaquis a partir de 1728. Entonces a estas tribus se les unieron los apaches, y así la cosa se puso mejor. Don Agustín fue regresado al Fuerte de Fronteras cerca de Arizpe.

En 1740 el Gobernador de la Nueva España el Arzobispo Virrey Don Antonio de Vizarrón y Eguiarreta, ordenó al General Huidobro, que enviara con el Estandarte de la Virgen de Guadalupe en la mano a el Sargento Mayor Don Agustín de Vildósola a fundar un Presidio en la región de El Pópulo, y que se le nombrara inmediatamente: Gobernador y Capitán General de las Provincias de Sinaloa y Sonora, y de las tierras y mares del sur. En la Escuadra que se estableció a los pies del Cerrito de la Cruz, venían soldados y sus mujeres. Indios y mestizos. Todos con sus familias y pertenecías. Medidores o agrimensores, apuntadores y un superintendente de tierras, quienes se encargarían de parcializar los terrenos.

En 1742, trajeron al Cura Ignacio Duque y bautizó a este lugar con el nombre de: “Presidio de Santísima Virgen de Guadalupe”, pero algunos militares no estuvieron de acuerdo y lo bautizaron como: “Real Presidio de San Pedro de la Conquista y El Pitic”. Así pasaron los años, y poco a poco venciendo a la adversidad los agricultores españoles en compañía de algunos indios pimas, seris y yaquis, cultivaban a mediana escala el grano de trigo.

En 1770 don Pedro de Corbalán construyó unos acueductos de cal y canto para llevar agua de las acequias de La Sauceda a las tierras agrícolas. Por aquellos lejanos años todo el trabajo era rústico. Para el año de 1783 el Pueblo de Seris, había subido un peldaño. Y a su vez daba pauta para que el día 6 de julio de ese mismo año se le asignara a la parte norte del Presidio con el nombre de: “Villa del Pitic”, que sería el primer paso agigantado para que años más tarde surgiera la Ciudad de Hermosillo.

Para entonces en la parte norte ya existía un gran comercio, diligencias de pasajeros y trenes de carretas jalados por mulas. La gente viajaba a Ures, Arizpe y Guaymas.

Un ejemplo de sueldo era el de un soldado raso, quien ganaba 20 pesos plata maciza. ¡Un sueldazo! En el Fortín del Cerrito de la Cruz se vendía exclusivamente a los residentes del Pueblo de Seris: cuchillos, machetes, hachas, martillos, clavos, pilas, mercería, telas, sacos y capas de vestir con botones de oro y plata. Zapatos de piel fina con la punta levantada. Pantalones bombachos, con cintos de cuero y hebilla plateada, medias blancas tejidas de estambre. Sobreros de ala ancha, adornados con plumas de aves finas. Vestirse con estas ropas, daba clase. Había baños públicos, con jabones y perfumes de olores.

El Fortín era un gran almacén que surtía a los pequeños comerciantes. Con azúcar, sal, café, aceite de oliva, manteca, velas de cebo, vinagre, vino y otros víveres. Que los agraciados por entonces eran tres o cuatro españoles bien relacionados con el Gobierno. Los mestizos, españoles criollos, y los gachupines vivían en cuartuchos grandes hechos con adobes y piedras, con divisiones para el changarro, la cocina y la recamara.

Un patio trasero o corredor, con patio para aves, flores, frutos y criar alguna vaca, y un caballo. Eran casonas misteriosas. En sus interiores las familias se guardaban muchos secretos. Al despuntar el alba el hombre de la casa salía a mirar sus tierras. Las cuales estaban a cargo de un Mayordomo quien ganaba una iguala de la cosecha de trigo. El comerciante o changarrero, aparte de agricultor, tenía su propio molino de harina. Que venían a ser unas piedras conocidas como taunas que giran por atracción animal. Existían piedras de varios tamaños. A quien le ayudaba a moler el trigo le pagaba también con una iguala. Y le daba la oportunidad de que los poquiteros le pagaran de igual forma por la molienda. De una u otra forma la sociedad y su dinámica giraban en una forma de beneficio mutuo.

En 1793 era el Juez Comisario del Presidio de San Pedro de la Conquista y El Pitic, Don Thomas Valencia (nativo de Vizcaya) quien era el encargado de repartir las tierras del Pueblo de Seris. Esta Familia estaba integrada por: Don Luis Valencia y Doña Josepha de Valencia de allí nacieron: Ignacio Valencia (viudo y ciego) quien heredo a sus hijos las tierras de la Hacienda El Torreón, fueron sus hijos: Joseph, Simón, Thomas, y Josepha, quienes se fueron a vivir a Villa de Seris. A moler grano de trigo.

El 18 de agosto de 1818 apareció en Villa de Seris el personaje más importante de este poblado que fue Don Juan José Villaescusa Teniente Comandante de la Compañía de Bavispe, Interino del Presidio del Pitic, acompañado del Capitán Don Nicolás Núñez, de la Goleta de Nuestra Señora de Loreto. Anclada en el Puerto de Guaymas. Con quien empezó su comercio con mercancías traídas de Manila, Filipinas. A quien le vendía harina.

El negocio de la harina empezó en el año de 1760, y se conocía como: “harina de pan pa´ llevar”. Al principio fue poca siembra y poca molienda, al ir llegando los mineros, y nuevos colonizadores, la demanda de harina poco a poco se fue incrementando llenándose la región de molinos harineros.

El trabajo era en su totalidad un esfuerzo físico humano, que se unía al de su mejor compañero como lo era un burro. El dueño del molino, como el mayordomo guardaban encerrado en sus mentes el secreto de la molienda. Para recibir a un aprendiz recomendado por algún familiar influyente, la decisión de admitirlo era una conveniencia de los molineros para enseñarle al joven los secretos en un periodo de dos años. El pacto con el chamaco era de sangre, y el secreto se iba con él a la tumba. Este muchacho abandonaba su casa y se iba a vivir a las instalaciones donde se ubicaba el molino. La esposa del Mayordomo le lavaba la ropa y le daba de comer. Quienes lo reprendían si observaban mala conducta. Este muchacho hacía los trabajos de limpieza y salía a la calle por el mandado y los encargos de la Señora del Molino. Se le pagaba con dinero. El domingo podía ir a Misa y visitar a su Padres. Poco a poco el joven se iba haciendo capaz y dominaba el arte de la molienda del trigo. Todo el trato entre los Padres del aprendiz y el Dueño del Molino, eran celebrados ante un Notario Público. Quien le cobraba a los Padres del chamaco la cantidad de $150 pesos por ingresar a trabajar al Molino de Trigo.

El Molino de Trigo del Pueblo de Seris es muy antiguo. El día 6 de febrero de 1836 se disolvió la sociedad formada entre los Señores Ambrosio Noriega y Feliciano Arvizu, quienes le habían comprado el Molino de Villa de Seris al difunto Ignacio Arvizu, en Abril de 1834. Arvizu dio a Noriega la cantidad de 3,200 pesos plata. Para que se fuera del Molino. Como Feliciano Arvizu no tenía dinero le pidió prestado a Juan José Encinas, dos mil pesos plata. Comprometiéndose a pagar la deuda en 16 meses y réditos de 500 pesos plata anuales sobre el total de la deuda. Obligando el contrato a su vez a que Arvizu le muela 1,000 fanegas de trigo en lo que llego a conocerse como: “El Molino de Encinas”.

Don Feliciano Arvizu era terrateniente y para poder pagarle la deuda eterna a Encinas, poco a poco fue vendiendo sus propiedades. Posteriormente en otras entregas les compartiré más de la fascinante, misteriosa, secreta, intrigosa y extravagante Historia del Molino Grande de Villa de Seris.

El Autor es: Sociólogo, Historiador, Escritor e Investigador.

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