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El Papado

La Catedral de Roma, llamada San Juan de Letrán, fue y sigue siendo la sede papal desde hace más de mil años.

“El dinero es el excremento del diablo”.

—Su Santidad Francisco I


Por Daniel Padilla Ramos

Papa proviene del latín y griego que significa Padre. Desde el primer Papa en la persona del Apóstol San Pedro han existido un total de 267 Vicarios de Cristo, y entre ellos ha habido “de todo como en botica”, desde las célebres familias Borgia y Medici, hasta una mujer que llegó a ser Papa, quien al ser descubierta fue lapidada hasta la muerte, y a quien se lo conoce como “Juana La Papisa”.

Este pontificado de “La Papisa” ha sido muy cuestionado respecto a si fue real o ficción, pero algunos historiadores lo sitúan entre 855 y 857, es decir, que según la lista oficial de Papas le correspondió a Benedicto III. Otras versiones afirman que el propio Benedicto III fue la mujer disfrazada, mientras que otros aseguran que el periodo fue entre 872 y 882, es decir, el del papa Juan VIII.

En septiembre de 1867, la Emperatriz consorte de México, Carlota, diluida de la mente por un terrible delirio de persecución que la atormentaba y por el embarazo que intentaba ocultar de su esposo Maximiliano, se convirtió en la única mujer que ha dormido en el Vaticano, hasta la fecha.

El Papa es elegido por el Sacro Colegio Cardenalicio, compuesto por los Cardenales electores mediante un cónclave (no todos los Cardenales del mundo votan), que es una reunión a puerta cerrada en la Capilla Sixtina del Vaticano, y para ser elegido Sumo Pontífice, se necesita una mayoría de dos tercios de los votos y no haber cumplido los 80 años de edad. A los Cardenales también se les conoce como “Eminencia” o “Purpurado”.

Los nombres más comunes utilizados por los Papas son Juan, 23 veces (o 22 si descontamos a Juana La Papisa), Gregorio y Benedicto, repetidos 16 veces, así como 14 que han llevado el nombre de Clemente y León, justo como el actual León XIV.

Hubo una era conocida como “La época oscura del papado”, llamada Saeculum obscurum en latín, que fue un período de 60 años comprendido del año 904 al 964, marcado por la corrupción, la inestabilidad política y la influencia de poderosas familias como los Teofilacto, en el que se vivió la sucesión de múltiples papas que fueron depuestos, asesinados o que abdicaron debido a la pornocracia y el Synodus Horrenda (juicios eclesiásticos), sucesos que dejaron marcada a la iglesia.

No menos lóbrego fue el papado de los tres parientes valencianos de apellido Borgia, autoproclamados Calixto III, Alejandro VI e Inocencio X, los dos primeros influyentes personajes del renacimiento. El más polémico de ellos fue Alejandro VI, polígamo con siete hijos regados (una de ellas Lucrecia), notario, corrupto a extremos inimaginables, asesino, incestuoso y hasta mercenario de las indulgencias plenarias, entre tantas otras herejías cometidas.

Incluso, dos de estos notables españoles de apellido Borgia que se convirtieron en Papas, eran reyes, siendo ellos Calixto III y Alejandro VI. Era tanto el poder que ejercía el Papa Alejandro VI, que por sus pistolas estableció la «Línea Alejandrina», que fue una demarcación imaginaria trazada en 1493, la cual determinaba cuales territorios le correspondían a la Corona de Castilla y cuáles a Portugal en las recién descubiertas tierras de América.

Después llegó la dinastía de los Papas de apellido Medici, rica familia florentina, no menos rapaces que los Borgia. De dicho clan surgieron cuatro Pontífices: León X, Clemente VII, Pío IV y León XI, quienes atendían sus obligaciones papales desde su natal Florencia, ciudad donde controlaban infinidad de negocios y financiaban a los más connotados renacentistas de la época, como Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y Rafael. 

Martín Lutero, ferviente católico devoto alemán, en una ocasión que fue a Roma se sintió asaz agraviado con la Iglesia Católica —que en esa época era controlada por los Medici— por descubrir la venta de indulgencias, la descarada corrupción imperante del clero, la prostitución que atestiguó en el recito papal, así como por la doctrina que ahí intentaron inculcarle, que decía que la salvación se obtenía a través de buenas obras (donaciones), en lugar de ser otorgada por la gracia de Dios y el arrepentimiento, lo que interpretó como una distorsión de la verdadera esencia del cristianismo.

Como resultado, el decepcionado Lutero publicó sus 95 controversiales tesis, en las que criticaba de manera acérrima lo anteriormente señalado, creando así la iglesia luterana o protestante en el mundo, la cual, al día de hoy aglutina a más de 800 millones de fieles seguidores en sus distintas órdenes, como la calvinista, anglicana, bautista, adventista, metodista, pentecostal, etcétera.

Hubo también un penoso caso en que se vendió el Papado, cuando el Papa Gregorio VI le compró el cargo a Benedicto IX en el año 1045. Este evento, conocido como simonía (compra de cargos o reliquias eclesiásticas), involucró el pago de 1500 libras de oro por parte del arcipreste Juan de Graciano para suceder a Benedicto IX, convirtiéndose así en nuevo Papa.

Siete Papas ejercieron sus funciones papales en Francia, esto entre 1309 y 1377, cuando el papa Clemente V trasladó la sede papal de Roma, Italia a Aviñón, Francia, buscando la protección de la corona francesa frente a la inestabilidad política y económica que prevalecía en Roma.

Pío IX es el Papa que más tiempo ha durado en el pontificado, desde 1846 a 1878, es decir, que fungió 31 años como el representante de Dios en la tierra. Juan Pablo II duró casi 27 años en el papado, ocupando el segundo lugar.

El Papa Pío XII fue apodado “El Papa Tibio”, y dicho apodo, acompañado de otros adjetivos descalificativos, se debió principalmente por las controversias que rodearon su pontificado, entre ellas su política de neutralidad pública y su silencio absoluto respecto al holocausto y las atrocidades cometidas por los nazis. 

Sin embargo, considero que también había que entender que no era fácil ponerse en contra de Hitler y de Mussolini teniéndolos como vecinos inmediatos, y considerando que llegó al papado justo el mismo año en que se desató la Segunda Guerra Mundial.

Su Santidad Juan XXIII era conocido como “El Papa Bueno”, cuyo pontificado duró cinco años (1958-1963). Su apelativo se lo ganó por su trato afable y su enfoque pastoral, ya que buscó modernizar la Iglesia a través del Concilio Vaticano II. Una de sus obras más notables fue la de permitir que la misa se celebrara en idiomas locales, ya que antes la oficiaban solamente en latín.

El Vicario Juan Pablo II era conocido como “El Papa Viajero”, y no es para menos si tomamos en cuenta que en su misión pontificia recorrió 129 países. Incansable peregrino de la fe el polaco, sin duda alguna.

Italia es por mucho el país que más Papas ha presumido, con 200 en su haber, seguido de Francia con 16 Papas, y Grecia con 14. Ojalá que algún día llegue un mexicano a la silla papal.

La Catedral de Roma, llamada San Juan de Letrán, fue y sigue siendo la sede papal desde hace más de mil años, solo que en el siglo XIV los Pontífices se trasladaron a la recién estrenada Basílica de San Pedro que erigieron en el Vaticano, enclave romano que se constituyó como un país independiente y soberano apenas en 1929, pasando a ser la nación más pequeña del mundo, con 44 hectáreas.

El nombre “Vaticano” obedece a que siglos atrás ese sitio era llamado Ager Vaticanus, que significa «Campo Vaticano», y se refería a una llanura en la antigua Roma localizada en la orilla del río Tíber. Su nombre está relacionado con los etruscos y el arte de la adivinación («vaticinium»), del cual ellos eran unos maestros. A lo largo del tiempo esa zona se convirtió en el preciso lugar donde se edificó la basílica de San Pedro.

El Vaticano posee, entre miles de propiedades, valiosas joyas y obras de arte, pero sobre todo el poderoso Banco del Vaticano, llamado hoy en día “IOR (Instituto para las Obras de Religión)”, el cual reporta alrededor de 20 mil millones de euros de ganancias netas anualmente.

El poder de Su Santidad es enorme, ya que apoyado por sus 252 Cardenales dispersos en todo el mundo congrega a más de 1400 millones de fieles católicos, entre los que me cuento. 

Se tienen registradas más de 200 órdenes y congregaciones religiosas reconocidas por la Iglesia Católica como suyas, cada una con su propio carisma y misión. Este número incluye órdenes históricas como los franciscanos, benedictinos, capuchinos, agustinos, entre otras.

Existe una profecía de la autoría de San Malaquías sobre el último Papa, la cual predice que el Pontífice llamado Petrus Romanus (Pedro el Romano) será el último Pontífice y su reinado marcará el fin de la Iglesia Católica, con la posterior destrucción de Roma y la llegada del Juicio Final. 

El Papa Francisco I, primer americano en ser designado en el más alto fuero eclesiástico, fue interpretado por algunos ociosos como el portador de este título, aunque otros aseguraron que esa profecía se refería al sucesor de Francisco I, quien sería el último Papa. La autenticidad de la profecía ha sido objeto de intenso debate entre historiadores y autoridades religiosas hasta la fecha. 

Por fortuna, el sustituto de Francisco I se autonombró León XIV y es de nacionalidad estadounidense, por lo que el Soberano del Estado Vaticano de nombre Pedro y originario de Roma tendrá que esperar.

Además, San Malaquías aseguró en su profecía que el último Papa sería el número 200, y ese numeral le tocó a Su Santidad Urbano V al tomar las riendas de la iglesia católica de 1362 a 1370, justo cuando la sede papal estaba en Francia, de modo que “ya le llovió”.

Huelga aclarar que San Malaquías fue un católico irlandés que vivió en el siglo XII, y sus profecías acerca del fin del mundo fueron publicadas hasta el año de 1595. A él se le atribuyen algunos milagros y por esa razón fue canonizado en el año 1190 por el Papa Clemente III.

El médico y astrólogo francés Nostradamus profetizó que con la llegada de un Papa negro se desataría el apocalipsis en el mundo, cosa que tampoco ha sucedido, aunque hay Cardenales de color que se han quedado cerca de alcanzar el trono de Su Santidad.

En el año 1095, el Papa Urbano II formó la primera Cruzada, que con el tiempo dio origen a una poderosa fuerza militar del mismo nombre, cuya finalidad era la de llevar a cabo una serie de expediciones militares organizadas por la misma Iglesia Católica entre los siglos XI y XIII para reconquistar Tierra Santa, incluida Jerusalén que estaba bajo dominio musulmán, cosa que nunca lograron. 

Los Cruzados también ejecutaron varias campañas en Europa contra herejes o paganos, así como feroces ataques por razones de poder o de comercio, con una atrocidad sin precedente que se extendió durante dos siglos, hasta que Inglaterra y Francia lograron derrotarlos y extinguirlos.

En las postrimerías de las Cruzadas, el Papa Gregorio IX fundó la Inquisición medieval o pontificia mediante la bula (documento oficial papal) llamada Excommunicamus (excomulgamos), que le dio autoridad directa para perseguir la herejía con castigos crueles y severos. 

Después, en 1478, el Papa Sixto IV estableció la Inquisición Española a través de la bula Exigit sincerae devotionis affectus (exige un afecto de sincera devoción). Esta bula facultó a los Reyes Católicos para nombrar y remover a los sanguinarios inquisidores, estableciendo oficialmente la Santa Inquisición en Castilla y Aragón. 

El Papa Inocencio VIII autorizó la cacería de brujas en 1484, mientras que el Papa Pablo III creó la Congregación del Santo Oficio en 1542, que se convirtió en un tribunal de última instancia para los juicios de herejía, aunque más bien fue un pretexto que utilizó la iglesia para torturar, quemar en la hoguera o despojar de sus bienes a quienes les placía, práctica que ejercieron principalmente en los cuatro virreinatos de América, sus nuevos dominios.

Pues así las cosas con los sucesores de San Pedro, también llamados Papas, Vicarios de Cristo, Vicedioses, Pontífices, Su Santidad, Representantes de Dios en la tierra o Pastores Universales, Siervo de los Siervos de Dios, Sumo Pontífice, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Patriarca de Occidente, Primado de Italia, Arzobispo Metropolitano de la Provincia Romana, Obispo de Roma o Soberano del Estado de ciudad del Vaticano, y aunque no se pretende denigrar su altísima dignidad, debemos reconocer que no todos han sido dignos representantes de Dios en el mundo. La condición humana, al fin.

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